martes, 27 de septiembre de 2016

 ERES FRIO O ERES CALIENTE

-La tibieza manifiesta una condición mala en la iglesia. El Señor califica la situación de ella como tibia. La evidencia es que no era ni fría ni caliente. El adjetivo tibio, expresa una condición consecuente de algo que estando caliente en un tiempo se había ido enfriando. Los habitantes de Laodicea recibían aguas procedentes de las termas de Hierápolis y de Colosas. Debido al recorrido que tenían que hacer, las aguas, muy calientes en origen, llegaban tibias a la ciudad de Laodicea. En esa condición el agua no era útil para un baño, porque no tenía la temperatura que la hacía agradable, ni tampoco para beber. La tibieza, usada en lenguaje figurado por el Señor, sugiere algo inadecuado para ser usado para el servicio y, por tanto, algo ineficaz.
         Ante esta situación espiritual Jesús hace una solemne advertencia: “Te vomitaré de mi boca”.
El verbo que Juan usa expresa la idea de algo que está a punto de producirse, algo que es inminente. La gracia del Señor advierte que algo grave está próximo a ocurrir, pero hay tiempo aún para rectificar la situación y evitar el efecto que produciría de persistir en ella. El Señor está sintiendo un rechazo extremo hacia aquella iglesia de tibios. De la misma manera que el agua tibia es desagradable y se escupe de la boca, así también la tibieza espiritual es repugnante para el Señor. ¿Qué significa que el Señor advierta que está a punto de vomitarla de su boca? No se trata de una advertencia que no tiene ya remedio, de un rechazo definitivo de la congregación de creyentes, de la remoción del candelero, sino de una llamada al arrepentimiento de modo que evite la situación y restaure el fervor del Espíritu entre ellos. Hay un tiempo de gracia porque el Señor está aun a punto de vomitarla de su boca, pero no lo está haciendo todavía. La iglesia en Laodicea no estaba más allá de toda esperanza, sino en tiempo de restauración. Sobre la tibieza espiritual escribe el Dr. Campbell Morgan:
         “Tibieza es la condición en que la convicción no afecta la conciencia, el corazón o la voluntad. La Cruz no es negada, pero no es algo vital. La Cruz puede ser llevada como un adorno, como por desgracia se lleva hoy con demasiada frecuencia, pero estos santos de cruces nunca se han dejado clavar a la verdadera Cruz. La cruz de plata o de oro es un adorno sobre el pecho y da una sensación agradable. Una cruz de madera con clavos es algo distinto. Cuando la Cruz es un adorno no hay muerte en ella, pero tampoco hay vida. Cuando la Cruz deja de ser un adorno y pasa a ser instrumento de muerte, entonces hay una pasión que acaba siendo una vida contagiosa. ¿El pecado? Oh, sin duda, se admite el hecho del pecado, pero no se le aborrece. Se habla del pecador como alguien digno de lástima, pero no se levanta un dedo para salvarle. El pecado es algo a lo que hay que objetar, quizás un defecto moral, o una visión deformada, pero nunca un veneno, podredumbre y catástrofe. Son tibios en su creo y en su conducta. ¿Hay que asombrarse si Cristo suspira y dice: ‘Preferiría que fueseis fríos o calientes’?”.
        La advertencia solemne que Jesús dirige a Laodicea debe servir de advertencia para la iglesia en el tiempo presente. La tibieza espiritual es aborrecida por Dios. La falta de compromiso en su obra es evidencia de falta de seguimiento al Señor. Cualquier condición es mejor que la tibieza nauseabunda. Una situación de tibieza tanto en relación con los hermanos como con Cristo mismo, produce desagrado al Señor que puede derivar en juicio. Desde una interpretación histórico temporal de las cartas, escribe Barchuk:
          “Deberían meditar sobre estas palabras los cristianos de nuestros días, porque estas palabras del Señor corresponden a nuestro período. Pensáis de vosotros mismos que no sois ateos, pero es que resulta difícil también llamaros hijos de Dios. Parecéis como no estar en el mundo, pero miráis siempre al mundo al igual que la mujer de Lot. Vuestras almas están como divididas en dos; en el templo sois santos, pero fuera de él, mundanos. Debido a que no se puede servir a Dios y a Mamón, las almas así divididas se han enfriado para Dios, mientras que se inclinan cada vez más a Mamón. Tales creyentes no pueden ser agradables a Dios”.