ANECDOTAS BIBLICAS
500
ILUSTRACIONES
Y ANECDOTAS CRISTIANAS
-DESDE LA 1-200
1.
“COMO SERPIENTE MORDERA”
Prov.
23:32.
El
perforador de pozos Andre Poultier, de Rouen, Francia, apostó ante un grupo de
amigos en un restaurante, que se bebería treinta y nueve vasos de vermut en
diez minutos.
Ganó
la apuesta: y cayó muerto.
2.
LA RANA OPTIMISTA
Ecl.
9:10; Rom. 12:11; 13:11; Ef. 5:14.
Dos
ranas, una optimista y otra pesimista, cayeron al mismo tiempo en dos vasijas
que contenían leche. La rana pesimista dice: “No puedo salir de este cacharro,
porque las paredes son muy lisas. No puedo respirar en la leche, voy a
asfixiarme, estoy perdida.” Y, en efecto, se asfixia y muere.
La
rana optimista no sabe tampoco qué hacer; pero como es optimista trata de hacer
algo y se agita en todos sentidos. Como se está moviendo continuamente, bate la
leche con tanto vigor que ésta se transforma en mantequilla. La rana entonces
se sienta sobre la mantequilla y puede respirar libremente.
Esto
prueba que quien posee un carácter optimista hace siempre algo, aun cuando no
sepa qué hacer para salir en una situación difícil; pero sigue luchando y
confiando en Dios y él es poderoso para hacernos “más que vencedores.”— El
Embajador.
3.
LA HISTORIA ABATE AL ALTIVO URBANO VIII
Ex.
1:8–22; 1 Sam. 14:24–45; 18:6–29; 22:6–19; 1 Rey. 5:13–18; 12:1–20; 2 Crón.
2:2, 17, 18; Mat. 14:1–12; Mar. 6:14–29; Luc. 9:7–10.
En
el año de 1633 el Papa Urbano VIII, quien pretendía ser el sapientísimo e
infalible vicario de Cristo, haciendo alarde de su “sabiduría” mandó encarcelar
a Galileo porque éste enseñaba que la tierra giraba sobre sí misma y a la vez
alrededor del sol. Al gran Galileo, para salvarle la vida después de haber
sufrido durante muchos, muchos meses en los calabozos de la Inquisición, se le
hizo salir, con la creencia de los inquisidores, de que la prisión había
quebrantado la fe de él en las “herejías” que había estado enseñando. Pero como
se viera que Galileo aún conservaba las ideas que antes había expuesto, el Papa
lo mandó a la cámara del tormento, donde el pobre anciano sufrió muchas veces,
con estoicismo, el suplicio de la cuerda. Al fin, quebrantado y vencido por los
sufrimientos físicos y morales, fue obligado a abjurar en esta forma: “Yo,
Galileo, a los setenta años de edad, arrodillado ante sus eminencias y teniendo
ante mis ojos los Santos Evangelios que toco con mis propias manos, abjuro,
detesto y maldigo el error y la herejía del movimiento de la tierra.”
La
justicia divina y la sabiduría que Dios ha transmitido a los hombres, han
exaltado a Galileo colocándolo, entre los sabios más ilustres que el mundo ha
conocido, y han humillado al altivo Papa Urbano VIII colocándolo entre los
hombres más presuntuosos e ignorantes de la tierra.— Exp. Bíbl.
4.
LA CAIDA DE LA SOBERBIA
Sal.
1; Sal. 49:6; Prov. 2:14; Is. 24:8; Mar. 10:23–25; Luc. 12:19; Rom. 1:30; 3:23,
27; 11:18; 1 Cor. 5:6; 13:6; 1 Tim. 6:17–19.
Con
frecuencia hemos visto a un niño que anda contoneándose para lucir, ante
quienes lo ven, su ropa nueva; y al tropezar y caer llora lo más fuerte que
puede al ver su vestido sucio por la tierra o por el lodo del piso.
De
parecida manera, Dios ha puesto en ti muchas gracias, muchas cualidades o
virtudes y te ha concedido muchos dones. Puede ser que al pensar en estas cosas
te jactes por ellas y desdeñes a quienes no las tienen, como lo hicieron Roboam
y Nabucodonosor al pensar en su respectiva grandeza, y como ellos cayeron así
también tú caigas. Y puede ser que cuando estés caído, en lugar de hacer alarde
de lo que tenías y en lugar de jactarte por ello, te pongas a llorar como aquel
niño imprudente: porque tu traje de muchos colores se ha ensuciado y se ha
manchado en la caída.— Cawday, adaptación.
5.
AMOR MAS VALIOSO QUE EL ARTE Y LOS HONORES
Gén.
24:15–27:46; Rut. 1–4; Prov. 12:4a; 18:22; 19:14; 31:10–31; Jn. 15:13; 1 Cor.
13; Ex. 34:7; Ez. 18:27, 28, 30–32; 1 Sam. 15:24; Sal. 103:3; Mat. 6:12; Luc.
15:11–32; Jn. 8:21; Rom. 8:24.
Jorge
Romney fue un famoso pintor inglés (1734–1802). Desde su niñez demostró que
tenía un sentido artístico excepcional, y se dedicó a pintar cuadros
históricos, de la naturaleza, y mayormente retratos. En su juventud anduvo de
villa en villa y de ciudad en ciudad pintando retratos y vendiéndolos por unas
cuantas monedas. Se enamoró de una señorita, y se casó con ella. Entonces uno
de los admiradores de Jorge dijo que era una lástima que se hubiera casado
porque se dedicaría más a su esposa que a su arte, y que por esto fracasaría
artísticamente. Al saber esto Romney se separó de su joven esposa, y se dedicó
a la pintura. Viajó por Francia, por Italia, y regresó a Londres. Poco a poco
había adquirido experiencia, habilidad y prestigio. Unos de sus más famosos
cuadros son “La Muerte del General Wolfe”, “Guillermo Bedford”, “Miss Vernon
como Hebe”, “Casandro”, “El Naufragio”, ‘Sir Jorge y Lady Warren”, “Las Hijas
del Párroco”, y “Lady Hamilton como Dafne”. Este último cuadro está en el Museo
Metropolitano de Nueva York. Se dice que admiraba tanto a Lady Hamilton que la
consideró como su modelo favorito y la llamó “la dama divina”. Fue tan
solicitado para pintar retratos de personajes célebres de Londres, que no tuvo
tiempo para dedicarse a otro género de pintura. Todo eso le dio fama y dinero.
Pasaron los años, y Jorge Romney envejeció y enfermó, juntó las cosas que podía
llevar consigo, y se encaminó hacia el norte del país, donde había quedado su
esposa, y se reunió con ella: amorosamente lo recibió, y lo cuidó con ternura
hasta que murió. Después alguien dijo que el corazón y el amor de la esposa de
Jorge Romney eran mucho más valiosos que todos los cuadros que Jorge Romney
pintó.— A. L.
6.
VISION DEL AMOR DE DIOS
Isa.
55:7.
Christmas
Evans nos dice en su diario que un domingo por la tarde mientras iba viajando
por un camino muy solitario para asistir a una cita se convenció de que su
corazón era muy indiferente. Dice: “Amarré mi caballo y me fui a un lugar muy
apartado en donde anduve sin rumbo fijo, en agonía, repasando mi vida. Esperé
tres horas ante Dios, quebrantado por la tristeza, hasta que percibí la
magnanimidad de su amor para perdonar, y recibí de Dios un nuevo bautismo del
Espíritu Santo. Cuando el sol se estaba ocultando, volví al camino, encontré mi
caballo, monté en él y me fui a la cita. Al siguiente día prediqué con un poder
tan nuevo a un vasto concurso de personas reunidas a un lado de una colina, que
se inició un avivamiento que se extendió por todo Gales.”—Hastings.
7.
AMOR ES AYUDAR A OTROS
Mat.
5:46–48; Jn. 13:3–17.
Una
maestra de párvulos trataba de explicar a los niñitos de su clase lo que es el
amor; pero no podía, y por saber lo que decían sus pequeños alumnos, les
preguntó qué es el amor. Entonces una niñita de seis años de edad se levantó de
su silla y fue hasta la maestra, la abrazó, la besó y le declaró: “Esto es
amor.” En seguida la maestra dijo: “Está bien; pero el amor es algo más. ¿Qué
es ese algo?” La misma niña, después de un rato de estar pensando, se levantó y
comenzó a poner en orden las sillitas que estaban fuera del lugar que les
correspondía, limpió bien el pizarrón, levantó unos papeles que estaban en el
suelo, arregló los libros que estaban en desorden sobre una mesa; y en seguida,
con aire de satisfacción, dijo a su maestra: “Amor es ayudar a otros.” La
niñita tenía razón.—Expositor Bíblico.
8.
PARABOLA
Heb.
13:1.
Un
alfiler y una aguja encontrándose en una cesta de labores y no teniendo nada
qué hacer, empezaron a reñir, como suele suceder entre gentes ociosas,
entablándose la siguiente disputa:
—¿De
qué utilidad eres tú? —dijo el alfiler a la aguja—; y ¿cómo piensas pasar la
vida sin cabeza?
—Y a
ti —respondió la aguja en tono agudo—, ¿de qué te sirve la cabeza si no tienes
ojo?
—¿Y
de qué te sirve un ojo si siempre tienes algo en él?
—Pues
yo, con algo en mi ojo, puedo hacer mucho más que tú.
—Sí;
pero tu vida será muy corta, pues depende de tu hilo.
Mientras
hablaban así el alfiler y la aguja, entró una niña deseando coser, tomó la
aguja y echó mano a la obra por algunos momentos; pero tuvo la mala suerte de
que se rompiera el ojo de la aguja. Después cogió el alfiler, y atándole el
hilo a la cabeza procuró acabar su labor; pero tal fue la fuerza empleada que
le arrancó la cabeza y disgustada lo echó con la aguja en la cesta y se fue.
—Conque
aquí estamos de nuevo —se dijeron—, parece que el infortunio nos ha hecho
comprender nuestra pequeñez; no tenemos ya motivo para reñir.
—¡Cómo
nos asemejamos a los seres humanos que disputan acerca de sus dones y aptitudes
hasta que los pierden, y luego … echados en el polvo, como nosotros, descubren
que son hermanos!—El Embajador, Poth, Tex.
9.
AMOR PARA LAS BESTIAS Y NO PARA LOS NIÑOS
Deut. 6:5; Job 34:20; Sal. 27:10; Is. 1:17, 23; 4:15;
Jer. 5:28; Os. 4:6; 6:6; Miq. 6:6–8; Zac. 7:10; Mat. 7:12; 10:42; 18:3;
19:13–15; 25:34–40; Mar. 10:13–16; 12:30, 31; Luc. 6:31; 10:27; 10:29–37;
18:15–17; Stg. 1:22, 27.
Entre
los paganos no se toman ningunas precauciones para proteger a los pobres y a
los necesitados. “En un lugar de la India había un indio fanático que en su
taller tenía colgada una caja, en la cual estaban escritas, en su dialecto,
unas palabras que, traducidas, decían esto: ‘Fondo para Alimentar a las Vacas.’
El dinero reunido allí se usaba para alimentar a las vacas que por estar
demasiado débiles no podían trabajar, o a las que habían sido compradas de los
carniceros mahometanos. Se le preguntó a ese indio cómo eran atendidos sus
niños huérfanos, a lo cual él respondió: ‘¿Por qué hemos de alimentarlos y
sostenerlos? Deben de haber hecho alguna cosa muy mala en su vida anterior.’ ”
¿Verdad
que mucha gente necesita el evangelio?—J. S. A.
10.
ENEMIGOS DESTRUIDOS
Ex.
20:13; Mat. 5:21–26, 38–45; Mat. 18:11–14; Jn. 3:15; Stg. 4:1–3.
Se
cuenta que cierto emperador chino, cuando le avisaron que en una de las
provincias de su imperio había una insurrección, dijo a los ministros de su
gobierno y a los jefes militares que lo rodeaban: “Vamos. Seguidme. Pronto
destruiré a mis enemigos.” Cuando el emperador y sus tropas llegaron a donde
estaban los rebeldes, él trató afablemente a éstos, quienes, por gratitud, se
sometieron a él de nuevo. Todos los que formaban el séquito del emperador
pensaron que él ordenaría la inmediata ejecución de todos aquellos que se
habían sublevado contra él; pero se sorprendieron en gran manera al ver que el
emperador trataba humanitariamente y hasta con cariño a quienes habían sido
rebeldes. Entonces el primer ministro preguntó con enojo al emperador:
“¿De
esta manera cumple vuestra Excelencia su promesa? Dijisteis que veníamos a
destruir a vuestros enemigos. Los habéis perdonado a todos, y a muchos hasta
con cariño los habéis tratado.
Entonces
el emperador, con actitud generosa, dijo:
—Os
prometí destruir a mis enemigos; y todos vosotros veis que ya nadie es enemigo
mío: a todos los he hecho mis amigos.”—Expositor Bíblico.
11.
PRACTICANDO EL SERMON DEL MONTE
Deut.
6:6–9; 11:18–21; Sal. 19:7–11; 37:30, 31; 119:9, 11, 105; Prov. 3:3, 4;
6:20–23; 7:1–3; Mat. 7:24–27; Luc. 6:47–49; Rom. 2:13; Stg. 1:22–25.
Un
cristiano de la península de Corea visitó a uno de los misioneros que allí
estaban, y le dijo que había aprendido el Sermón del Monte y deseaba repetirlo
delante de él. En seguida aquel cristiano repitió, palabra por palabra, sin que
le faltara una sola, los tres capítulos que componen el mencionado sermón.
Cuando terminó, el misionero dijo a ese cristiano que era necesario poner por
obra las enseñanzas del sermón; a lo que aquel creyente replicó: “Así lo
aprendí: Procuraba yo aprenderlo, todo de una vez, y las palabras se me iban.
Entonces aprendí de memoria un versículo, salí en busca de alguno de mis
vecinos y en él practiqué las enseñanzas de ese versículo; y se me quedaron
bien las palabras. Entonces procuré aprender de esa manera todo el sermón, y
así lo aprendí.”—Expositor Bíblico.
12.
DESCUBRIMIENTOS ARQUEOLOGICOS
Mat.
25:35.
El
señor Schmaryu Gutman descubrió casualmente las ruinas del antiguo palacio del
rey Herodes, en las vecindades del Mar Muerto. Este hallazgo es de gran
importancia, porque los investigadores creían que el palacio había sido
completamente destruido, pues sólo se conocían algunas ruinas del muro que circundaba
al Masada, la poderosa fortaleza en que Herodes se refugió al huir de
Jerusalén.—Heraldo Bautista.
13.
NO MAS “GUERRAS SANTAS”
Rom.
12:18.
El
Primer Ministro de Pakistán, señor Noon, de religión mahometana, había viajado
mucho en los Estados Unidos de la América del Norte y el Canadá; por lo mismo
había visto cómo unos países vecinos en este continente pueden vivir en paz y
resolver sus problemas comunes sin el uso de la fuerza: le impresionaron
profundamente las largas fronteras que hay sin fortificar entre el Canadá, los
Estados Unidos de la América del Norte y México.
Como
había habido muchas desavenencias entre Pakistán y la India por causa de las
fronteras, los musulmanes de Pakistán habían estado expresando sus deseos de
hacer una “guerra santa” en contra de la India. Cuando el señor Noon regresó a
Pakistán publicó un decisivo edicto, cuya parte esencial declaraba que los
musulmanes debían desechar todo pensamiento que tuvieran a favor de tener una
“guerra santa” contra la India. En seguida él fue a la India para tener una
conferencia con el Primer Ministro de este país, señor Nehru: cuando terminaron
las pláticas, estos dos señores declararon a sus respectivos países que habían
logrado tener un acuerdo amistoso, que habían resuelto las dificultades
correspondientes a ocho de los quince asuntos referentes a disputas
fronterizas. Más tarde tuvieron otro acuerdo: que no se usaría la fuerza para
resolver o finalizar los otros siete problemas relacionados con las fronteras.
Estos dos directores de pueblos han seguido los procedimientos verdaderamente
cristianos para solucionar las dificultades personales e internacionales: y
este procedimiento lo están usando ya muchos directores de pueblos.—Arnold.
14.
LA TORRE DEL ARREPENTIMIENTO
Lucas
3:3–14.
En
las cercanías de Hoddam Castle, Dumfrieshire (Escocia), había una torre llamada
“La Torre del Arrepentimiento”. Se refiere que en cierta ocasión un barón
inglés, al caminar cerca de ese castillo, vio a un pastorcito que estaba
tendido sobre el césped y leyendo atentamente la Biblia.
—¿Qué
estás leyendo, muchacho? —preguntó el transeúnte.
—La
Biblia, señor —respondió el niño.
—¡La
Biblia! Tú debes ser más sabio que el cura párroco. ¿Puedes decirme cuál es el
camino para ir al cielo?
En
seguida el pastorcito, sin desconcertarse por el tono burlón de aquel hombre,
repuso:
—Sí
señor, puedo: usted debe tomar el camino hacia aquella torre.
El
barón se dio cuenta de que el niño había aprendido muy bien la lección de su
Libro, y después de pronunciar una insolencia siguió su camino en silencio.
Lector:
¿Ya has estado en “La Torre del Arrepentimiento”? Si no … pues ya sabes: debes
entrar en ella …—N. T. Anecd.
15.
COSAS DE VALOR QUE NO SE VEN
Rom.
12:18.
Se
dice que un joven le decía a un ministro evangélico que él creería en Dios
cuando pudiera verlo. El ministro le preguntó: —¿Joven, usted cree que su madre
lo ama? El joven respondió: —Yo no solamente creo, sino que yo sé que me ama.
Entonces el ministro le preguntó si él podía ver el amor de su madre, si podía
pesarlo, o medirlo. El joven contestó: —Yo no puedo ver, ni pesar, ni medir el
amor de mi madre; pero yo sé que me ama. Entonces el ministro poniendo su mano
amorosa sobre el hombro izquierdo del joven, le dijo: —Joven, Dios es amor.
Así
como es el amor, hay muchas otras cosas que no se ven; pero son tan reales o
más reales que las cosas que se ven. Todos sabemos que todas las cosas que los
hombres han hecho son producto de lo que no se ve, o sean las ideas o
pensamientos de los hombres: la imprenta, antes que los hombres la vieran,
estuvo en la mente de su inventor. Lo mismo podemos decir de la luz eléctrica,
del telégrafo, del aeroplano, de la radio, de la televisión, etcétera. Un
edificio, antes de ser construido, está en la mente de alguna persona o
personas; después el arquitecto o los arquitectos ponen esas ideas en papel,
hacen los planos, y más tarde construyen el edificio. No olvidemos, pues, que
todo lo que nos rodea, que ha hecho el hombre, es producto de lo que no se ve:
de la mente humana.—Leobardo Estrada C.
16.
LA NARANJA Y EL ATEO
Sal.
53:1a.
Un
ateo dictaba una conferencia ante un gran auditorio, y después de haber
finalizado su discurso, invitó a cualquiera que tuviese preguntas a que subiera
a la plataforma. Después de unos momentos un hombre que había sido bien
conocido en la localidad por su afición a las bebidas embriagantes, pero que
había sido salvo recientemente, aceptó la invitación, y sacando una naranja del
bolsillo comenzó a pelarla lentamente.
El
conferencista le pidió que hiciera la pregunta; pero el hombre continuó
imperturbable pelando la naranja, al término de lo cual, se la comió. Cuando
terminó de comérsela se volvió al conferencista y le preguntó:
—¿Estaba
dulce o agria?
—No
me pregunte tonterías— respondió el orador con señales evidentes de enojo—.
¿Cómo puedo saber el gusto si no la he probado?
El
borracho convertido respondió entonces:
—Y
¿cómo puede usted saber algo de Cristo si nunca lo ha probado?—El Exégeta.
17.
EL MUNDO
Sal.
10:4; 14:1; 53:1.
Hay
personas que ven el mundo en que vivimos y creen que se hizo solo. Esta manera
de pensar no es lógica. Sabemos que todo efecto tiene su causa. Este mundo en
que vivimos es un efecto, y debe tener su causa. Muy bien se ha dicho que sería
más fácil pensar que al arrojar desde un edificio alto miles de notas
musicales, pautas, etcétera, y que al caer al suelo se arreglaran ellas solas
para formar una sinfonía; y que sería más fácil creer que al arrojar desde un
alto edificio miles de letras de cada una de las letras del abecedario, al caer
al suelo pudieran solas arreglarse de tal manera que fueran formando sílabas,
palabras, frases, oraciones, párrafos, ideas y que, como resultado final,
tuviéramos un drama o una novela escritos. Esto sería más fácil y no que el
mundo se haya hecho solo.—Leobardo Estrada C.
18.
GRANDEZA, PODER, RESPONSABILIDAD
Lev.
19:15; Deut. 1:16; 16:19, 20; 1 Rey. 4–11; Sal. 33:12; Prov. 14:34; 28:15;
29:2; 31:4, 5, 9; Rom. 13:1–6; 1 Tim. 2:1, 2; Tito 3:1; 1 Ped. 2:13–17.
Personas
bien informadas acerca de las responsabilidades, de la grandeza y del poder del
Presidente de los Estados Unidos de la América del Norte, dicen que son mucho
mayores que las de Salomón; que son partes de un trabajo imposible de
desempeñar por una sola persona. Se requiere que sea Jefe de Estado, Jefe del
Poder Ejecutivo, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, constitucionalmente
responsable de la política extranjera de su país, y jefe del partido político a
que pertenece. Generalmente comienza sus actividades en su oficina de la Casa Blanca
a las ocho horas: estudia un sumario de los informes referentes a las
condiciones en que está el mundo, lee la correspondencia, conferencia con sus
principales ayudantes, con los oficiales del gobierno, con hombres de negocios,
y con los miembros de su Gabinete: principalmente con el Secretario de Estado.
Las sesiones con su Gabinete las tiene generalmente los viernes a las nueve
horas, y siempre comienzan con una oración en silencio.—Adaptado de Arnold.-A.
L.
19.
FEDERICO EL GRANDE Y EL MOLINERO
1
Rey. 21:5–10, 16–20.
En
el reinado de Federico, rey de Prusia, había un molino cerca de Potsdam, el
cual interceptaba la vista de las ventanas de Sans Souci. Enfadado por este
estorbo para él en su residencia favorita, el rey mandó preguntar al
propietario el precio por el cual vendería su molino. “Por ningún precio”, fue
la respuesta del resuelto prusiano, y en un momento de enojo, Federico dio
orden de que el molino fuera demolido. “El rey puede hacer esto”, dijo el
molinero cruzando reposadamente los brazos, “pero hay leyes en Prusia”. Y desde
luego procedió legalmente contra el monarca, y el resultado del proceso fue que
la corte sentenció a Federico a reconstruir el molino y a pagar además una gran
suma de dinero como compensación por el mal que había hecho. El rey se molestó;
pero tuvo la magnanimidad de decir, dirigiéndose a sus cortesanos: “Estoy
complacido de encontrar que existen en mi reino leyes justas y jueces rectos.”
Hace algunos años que el jefe de la honesta familia del molinero, que había heredado
legalmente la posesión de este pequeño bien, se encontró en invencibles
dificultades pecuniarias con motivo de las pérdidas sufridas a consecuencia de
la guerra, y escribió al rey de Prusia recordándole la negativa dada por sus
ascendientes a Federico el Grande y preguntando si su majestad abrigaba el
mismo deseo de entrar en posesión de la propiedad, dadas las condiciones
embarazosas en que él como propietario se encontraba. El rey escribió
inmediatamente, con su propio puño, la siguiente respuesta: “Mi querido vecino:
No puedo permitir que venda usted el molino; éste debe permanecer en su
posesión tanto tiempo como exista algún miembro de su familia, porque pertenece
a la historia de Prusia. Lamento, sin embargo que esté usted en malas
circunstancias económicas, y le envío seis mil marcos para que arregle sus
asuntos, esperando que esta suma sea suficiente para rehacer su negocio.
Considéreme siempre como su afectísimo vecino, Federico Guillermo.”— Este
molino trabaja todavía en la localidad.—Jacox.
20.
EL HOMBRE AVARO NUNCA SATISFECHO
1
Rey. 21:5–10, 16–20.
Un
buque puede ser cargado de oro hasta que se hunda y sin embargo, haber dejado
espacio para poner diez tantos de la carga. Así el hombre avaro, aunque tenga
lo suficiente para hundirse, no tiene nunca lo suficiente para estar
satisfecho.—Trapp.
21.
EL LIBRO PARA UN MORIBUNDO, O SIR WALTER SCOTT Y “EL LIBRO”
Sal.
23:4; 119:105; Jer. 2:6.
Cuando
Sir Walter Scott estaba para morir, pidió “El Libro”. Uno de los miembros de su
familia, pensando que el moribundo se refería a alguno de los muchos volúmenes
que había escrito y que guardaba en su biblioteca, preguntó: —¿Cuál libro?
Entonces Sir Walter Scott dijo: —No hay sino un Libro para un momento como
este: Ese Libro es la Biblia.
22.
LEER LA BIBLIA NO ES TAREA, ES PLACER
(Doblemente
Sediento, por la Lectura de la Biblia Mitigó su Sed)
Ex. 17:1–7; Núm. 20:1–11; Sal. 75:15, 20; Prov. 21:25;
Is. 55:1; Mat. 25:35, 40; Jn. 4:5–15; 7:37–39; Rom. 12:20; 1 Cor. 10:4; Apoc.
21:6; 22:17.
Cuéntase
que recorriendo los caminos del país de Gales iba un ateo, el señor Hone; iba a
pie y al caer la tarde sintióse cansado y sediento. Se detuvo a la puerta de
una choza donde una niña estaba sentada leyendo un libro. Le pidió el viajero
agua; la niña le contestó que si gustaba pasar su madre le daría también un
vaso de leche. Entró el señor Hone en aquel humilde hogar donde descansó un
rato y satisfizo su sed. Al salir vio que la niña había reasumido la lectura, y
le preguntó:
—¿Estas
preparando tu tarea, pequeña?
—No
señor —contestó la niña—, estoy leyendo la Biblia.
—Bueno,
¿te impusieron de tarea que leyeras unos capítulos?
—Señor,
para mí no es tarea leer la Biblia, es un placer.
Esta
breve plática tuvo tal efecto en el ánimo del Señor Hone, que se propuso leer
él también la Biblia, convirtiéndose en uno de los más ardientes defensores de
las sublimes verdades que ella enseña.—El Faro.
23.
LA BIBLIA COMO ESPADA DE DOS FILOS
(Convertidos
por Leer la Biblia)
Heb.
4:12.
Guillermo
Wilberforce era un brillante joven de veinticuatro años cuando fue elegido
miembro del Parlamento inglés. Era muy despreocupado en asuntos de religión.
Pero una vez durante un viaje, por invitación de su amigo el Rev. Isaac Milner,
leyeron todo el Nuevo Testamento en griego, idioma que ambos amigos conocían
perfectamente, y esa simple y sola lectura revolucionó la vida de Wilberforce:
fue un hombre nuevo, un digno senador cristiano y el abogado decidido de la
abolición de la esclavitud.
Sucedió
en Inglaterra también que, para combatir a Pedro Mártir que daba unas
conferencias en la Universidad de Oxford, conferencias de esencia netamente
antipapista, el clero se alarmó y designó a Bernardo Gilpin para que lo
combatiera. Preparándose para la lucha leyó las Escrituras, los escritos de los
padres y … después de todo, renunció a la iglesia del papa.—El Faro.
24.
CON BASTANTE SAL
2
Tim. 2:15.
Un
predicador que había sido invitado para predicar en una iglesia rural, escogió
como su texto clave aquel pasaje del Sermón del Monte que dice: “Vosotros sois
la sal de la tierra.” A medida que predicaba se iba llenando de entusiasmo,
siendo una de sus frases más brillantes: Amado hermano mío, jamás olvides las
palabras de nuestro Señor, de que somos sal y sal fuerte; pero si te descuidas
no podrás ser como Dios dijo a Abraham: “sal de tu tierra y de tu parentela”.
La
congregación escuchaba en silencio pensando: ¡Cuánto sabe de Biblia este
hermano! ¿Sabe tanto usted como el predicador o como la congregación?
25.
LO QUE EL EVANGELIO DE LUCAS SIGNIFICO PARA EL
Lucas
1:1–4.
En
la población de Yu Yang, en la China Occidental, un joven compró un ejemplar
del Evangelio Según San Lucas, en su dialecto chino. Cuando llegó a su hogar,
durante tres días consecutivos estuvo leyendo ese Evangelio sin ayuda de ningún
predicador u otra persona cristiana. Lucas se posesionó de su vida de tal
manera que el joven chino hizo a un lado todo lo que le estorbaba para
estudiarlo; y entretanto estuvo esperando alguna indicación de Dios para saber
qué debía hacer. En eso llegó un misionero a la villa y el joven chino
descubrió con gusto que las gentes de otros países también sabían algo de
Jesús. Después, cuando el misionero Hsu Ming-Chih encontró al joven chino
descubrió que éste había aprendido de memoria el Evangelio de Lucas; y, lo
mejor de todo, lo había aprendido de corazón, pues estaba practicándolo. Esto
demuestra lo que puede hacer un solo ejemplar del evangelio. Cada vez que doy
un evangelio creo que producirá un buen resultado.—W. E. Schubert.
26.
BURLANDOSE DEL MORIBUNDO
1
Cor. 1:18a.
Cierta
vez, cuando yo estaba en la China, entré en una ciudad, y una gran muchedumbre
me cerraba el paso. Miré para ver lo que acontecía y vi que estaban apedreando
a un hombre; como no podía pasar, tuve que presenciar aquella escena. Estaban
matando a un hombre arrojándole piedras en la cabeza, en el pecho y las
piernas, y despedazaban aquel cuerpo arrancándole la carne. Mientras mataban a
ese hombre mucha gente miraba y las mujeres se reían.
Esto
quebrantó mi corazón; yo nunca había visto tal cosa.
Algunos
decían que el apedreado era un ladrón; pero ninguno sabía si era cierto. Y
mientras corría sangre humana la gente se reía.
Eso
es lo que hicieron al pie de la cruz: cuando el glorioso Príncipe del cielo
estaba muriendo, los seres humanos reían. ¿Y el mundo ha cambiado? ¡No! Los
hombres, el mundo, están burlándose y todavía escupen y escarnecen el
sacrificio de Cristo, burlándose de su sangre preciosa. Cristo estaba colgado
en la cruz y el mundo reía al pie de ella.—Lester Sumrall, en El Embajador.
27.
CON ALGUNAS MANCHAS
Prov.
22:6; Ecl. 11:8; 12:1; 1 Cor. 16:10, 11; 1 Tim. 4:12.
Dos
estudiantes caminaban cierto día por una calle de Londres. De pronto uno de
ellos se detuvo frente a una casa de empeños, y señalando un traje con anuncios
que decían, “Con algunas manchas, gran reducción del precio”, exclamó: “¡Qué
texto más espléndido para un sermón para los jóvenes!”
Y
añadió: “Nosotros los jóvenes nos manchamos, quizás muy poco, viendo una
representación vulgar en el teatro, o leyendo un libro inconveniente, o
permitiendo pensamientos deshonestos o desordenados. Y así nos manchamos, y
cuando llegamos a hombres y se nos valora, quedamos “reducidos en el precio”.
Nuestro atractivo, nuestra fortaleza, habrá desaparecido. La consagración de la
juventud se habrá esfumado. Y pasamos a formar parte inseparable de los
“rezagos” o sobrantes que llevan esta marca: “Con algunas manchas: reducidas de
precio.”
28.
EL VALOR DE UNA BUENA ILUSTRACION
Deut. 8:5; 13:3; 2 Sam. 7:14; 12:1–23; Job 5:17; Sal.
6:9; 11:5; 89:30–37; Prov. 3:11, 12; 19:18; 17:3; Jer. 10:24; Dan. 5:4; 1 Cor.
3:13; 2 Cor. 8:2; Heb. 12:5–11; Stg. 1:3; 1 Ped. 1:7; 4:12, 13.
Una
vez estuve dirigiendo cultos de avivamiento en elcampo, en un lugar del Estado
de Misurí, EE. UU. de A. Un domingo hubo una congregación muy grande porque se
había anunciado que se serviría una comida bajo los árboles que había alrededor
del templo. Mucha gente vino trayendo su comida y había muchas cosas que
distraían la atención de toda la gente y no hacían caso de la predicación de
aquella mañana. Me sentí chasqueado y resolví retirarme de aquel lugar a un
bosque que no estaba muy lejos del templo. Me fui sin comer nada. Por la tarde
íbamos a tener otro culto, y durante una hora o dos me quedé orando. Cuando
tuve que regresar para predicar pasé muy cerca de donde estaba un ganado, y vi
un borrego que había metido los cuernos entre las mallas del cercado de alambre
y no podía libertarse. Me acerqué para libertarlo: para el efecto tuve que
agarrarlo por los cuernos, torcer su pescuezo y moverle la cabeza hacia un lado
y hacia otro. El pobre animal estaba asustado, seguramente sufría algunos
dolores, y hacía por libertarse de mí; pues, naturalmente, no entendía que yo
era su libertador, su benefactor. Suspendí un poco mi trabajo porque ya estaba
yo un poco cansado; pero principalmente por lo testarudo del animal. Reanudé mi
tarea y al fin logré libertar al borrego. Me fui al templo pensando en esto, y
me sentí impulsado a emplear en la predicación este incidente. Así lo hice. Todo
el mundo estuvo atento, y pude predicar de una manera eficaz que dio buen
resultado. Empleé la parábola del borrego, hice algunas aplicaciones, y estoy
seguro de que hasta el día de hoy muchos recuerdan esa parábola.—J. E. Davis.
29.
LOS HOMBRES QUE TIENEN VISIONES
Is.
6:8; Jer. 23:21, 22; Joel 2:28; Hech. 9:6.
Los
hombres que hacen grandes cosas por el mundo son los hombres que, como Isaías,
tienen grandes visiones. Saulo de Tarso, en el camino de Damasco, vio a
Jesucristo; y de aquella visión vino un poder de espíritu que se ha manifestado
de una manera benéfica a través de veinte siglos. Lutero, en su celda de monje,
tuvo una visión de lo espiritual, y de allí vino la Reforma Protestante con
todas sus fuerzas de libertad y de progreso. El éxito del General Booth con el
Ejército de Salvación, una organización que en menos de una generación ha
circundado a la tierra, es simplemente la realización de lo que él vio.—Rev.
Roberto F. Coyle, D. D.
30.
¿A CUAL REINO?
Gén.
1:26, 27; 5:1; 9:6b; 1 Cor. 11:7a; Ef. 4:24; Col. 3:10; Stg. 3:9.
Cuéntase
que el rey de Prusia, al visitar una escuela rural, cuando los niños habían
dicho que toda cosa pertenece a uno de los tres reinos: mineral, vegetal o
animal, les preguntó:
—Y
yo, ¿a cuál reino pertenezco?
Los
niños no hallaban cómo contestar a esta pregunta; pero una graciosa niña
resolvió la dificultad contestando:
—Vos
pertenecéis al reino de Dios.
El
rey quedó muy contento con la viveza de la niña y profundamente emocionado por
la verdad que ella había expresado.
31. LA
DECISION DE BILLY GRAHAM Y DE OTROS
Rom.
1:16.
En
la revista United States News and World Report, del 27 de diciembre de 1957,
Billy Graham dice: “Cuando acepté a Cristo hace veinte años, en una cruzada muy
parecida a esta que estamos dirigiendo, pasé al frente con otras cuatrocientas
personas. El día siguiente un columnista de uno de los periódicos dijo que eso
era el resultado de una agitación emocional y que nadie perseveraría. Sin
embargo, yo sé que en este momento once ministros están predicando el evangelio,
y que ellos fueron convertidos aquella noche. Ellos eran exactamente como yo
era —muchachos alocados— y ahora son predicadores, y consideran ese
acontecimiento como su crisis, precisamente como yo lo considero.
“En
la ciudad de Nueva York he encontrado muchos caballeros que ahora son
directores de actividades religiosas en dicha ciudad, los cuales fueron
convertidos hace cuarenta años mediante la predicación de Billy Sunday. Uno de
los personajes más notables de ese acontecimiento es el doctor Henry Van Dusen,
quien es el Presidente del “Union Theological Seminary”.—Arnold’s Commentary.
32.
JUAN Y COMPAÑIA
“El
que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra
generosamente, generosamente también segará.”—2 Cor. 9:6.
—¿Puedo
depositar dinero en este Banco?
Un
joven de quince años, pobremente vestido se paró frente a la ventanilla del
cajero del banco en el pequeño pueblo de Barwick, del estado de Georgia, EE.
UU. de A. Todo su aspecto de miseria y pobreza indicaba que sería hijo de un
mediero de alguna de las pequeñas granjas de la región, gente que por diversas
razones generalmente se encuentra en mala situación económica. Tres hojas de
cartón, metidas dentro de sus zapatos completamente gastados, reemplazaban la
suela que ya casi había desaparecido.
—¿Cuánto
quieres depositar, Juan? —preguntó el cajero.
—Cuatro
dólares —contestó el muchacho.
—¿A
qué nombre quieres que se abra la cuenta? —La voz del hombre fue bondadosa,
pues conocía al joven como un fiel alumno de la escuela dominical de la Iglesia
Metodista.
—Juan
W. Yates y Compañía —respondió el muchacho con la mayor seriedad.
El
cajero miró a través de la rejilla con cierto aire de perplejidad. —¿Quién es
la Compañía? —preguntó.
—Dios
—contestó el joven solemnemente—. Hoy he recibido el sueldo del primer mes de
trabajo, y estoy empezando una cuenta del diezmo. Este es dinero de Dios.
La
historia de la vida de Juan W. Yates suena algo como una novela. Fue contador,
cajero, gerente, y después jefe de la sección de abastecimiento del ejército,
donde se pagaban cheques que llevaban su firma hasta por la suma de diez
millones de dólares. Dos destacados pastores han descrito a este hombre como
“uno de los laicos más valiosos en toda la Iglesia Metodista”.
Su
madre, Eliana de Yates, había entrado a una nueva etapa en su vida espiritual
en una serie de reuniones de avivamiento, y en medio de su profunda pobreza y
de la lucha por vivir, había empezado a dedicar la décima parte de todos los
ingresos al Señor. Juan W. Yates guardó siempre el libro de contabilidad del
diezmo de su madre, en un cajón de su lujoso escritorio, al lado de su Nuevo
Testamento, y lo mostraba a decenas de miles de personas en las concurridas
reuniones donde él predicó la doctrina de la mayordomía. Dice al respecto:
“Puede ser que este libro no merezca la aprobación de un contador profesional;
pero estoy seguro de que nuestro Padre celestial considera esta contabilidad
como muy buena.” Este activo obrero en la iglesia y en la escuela dominical
dice que se lo debe todo al hecho de que su madre practicaba el diezmo; su
devoción a esa norma marcó el rumbo para su propia vida.—Mensajero Pentecostés.
33.
LA OFRENDA DE LA VIUDA
Gén.
4:3–5; 14:20; 22:2; 28:22; Ex. 23:19a; 34:26a; 35:4–29; Lev. 27:30–33; 2 Sam.
6:17, 18; 24:18–24; 1 Rey. 8:5, 62, 63; Mar. 12:41–44; Luc. 21:1–4; 2 Cor. 9:7;
Heb. 11:4.
Una
joven filipina quedó viuda con seis niños que sostener. Vivía con muchas
privaciones y afanes: se levantaba a las cuatro de la mañana todos los días,
cocinaba, lavaba, planchaba, preparaba la comida que los niños llevaban a la
escuela, y a los más pequeños los atendía en todas sus necesidades. Después se
iba a trabajar al campo a fin de ganar suficiente arroz y maíz para alimentar a
su familia. Muchas veces, mientras los niños dormían por la noche, ella pensaba
en la forma en que podría lograr que el dinero le alcanzara para pagar la
colegiatura de alguno de sus niños, o para suplir alguna otra necesidad.
Un
día, el pastor de la iglesia pidió que todos los miembros de ésta diezmaran.
Parecía imposible que la viuda pudiera hacerlo; y, sin embargo, ella fue la
primera en llevar su ofrenda de ocho dólares, que era más de la mitad de lo que
había ofrecido el miembro más rico de la iglesia.
34.
INACEPTABLE OFRENDA PARA CONSTRUIR UN TEMPLO
Exodo
35:20–29.
Una
vez, en una grande ciudad del sur de los Estados Unidos de la América del
Norte, un pequeño grupo de cristianos organizó una iglesia bautista en un
barrio que estaba creciendo rápidamente, en las orillas de la ciudad. Al
principio tenían los cultos en un salón que había servido de bodega, por el
cual pagaban alquiler; durante el verano los tenían en una tienda de campaña.
Discutieron, hicieron planes, y trabajaron para reunir dinero con el cual
construir el templo que deseaban. Una persona rica que vivía en ese barrio,
interesada en la cultura general, pero sin pertenecer a ninguna iglesia,
ofreció dar 100,000.00 (cien mil dólares) para la construcción del templo: con
la condición de que a ella se le permitiese hacer los planos y vigilar la
construcción del templo para que se hiciera como ella pensaba que debía ser
construido. La iglesia, cortésmente, rechazó la cuantiosa pero sospechosa
oferta. Esa iglesia, después de algunos años de orar, contribuir, trabajar y
sacrificarse, ha construido un hermoso templo y lo ha equipado con un moblaje
conveniente.
Los
templos tienen más que ladrillos, mezcla, yeso, ventanas y bancas: tienen
lágrimas, corazón y sacrificios de las iglesias que los construyen.—Broadman.
35.
EL BAJO COSTO DE OFRENDAR
Gén.
4:3–5.
“Más
bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35).
La
queja más común es contra el alto costo de la vida, y muchas personas se valen
de esta excusa para no ofrendar. Pero el hecho es que cuesta más vivir si no
ofrendamos. El gobierno espera que seamos liberales en nuestras ofrendas para
causas nobles, y de esta manera las contribuciones son menores. No damos para
recibir, pero así sucede en la vida: “Echa tu pan sobre las aguas.”
La
historia de Ananías y Safira es un ejemplo del alto costo de no ofrendar.
(Hechos 5:1–12).
Ellos
vendieron una posesión y podían haber ofrendado; pero “sustrajeron parte de su
valor” y se pusieron de acuerdo para ser egoístas con sus amigos necesitados.
“Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazónpara que mintieses …?”
Ananías y Safira no fueron honrados para con Dios.
“Al
oir Ananías estas palabras, cayó y expiró.” ¿Cuánto costó a esta pareja el no
ser buenos mayordomos?
1. Los
privó del gozo de ser amigos liberales.
2. Los
privó de su integridad delante de Dios.
3. Perdieron
el lugar que ocupaban entre sus amigos cristianos.
4. Les
costó su propia vida.
Es
mucho más barato dar, ¿verdad?—Fred T. Laughton, Jr.
36.
PARA MISIONES
2
Cor. 8:1–4.
Sus
manos temblaban al poner dentro de mi bolsillo el arrugado billete. “Es para
misiones”, me dijo casi al oído. Recordé que aquel anciano sólo recibía
mensualmente 18, 00 dólares como pensión, y de eso él ya había dado el diezmo.
—Lo
siento, pero no puedo tomar este dinero —le dije—, yo sé que usted tiene muy
poco para sus propios gastos. Sus ojos me miraron con fijeza y con severidad
cuando me dijo:
—Pastor
¿sólo porque soy pobre va usted a negarme el privilegio de dar para una causa
que amo tanto?—W. E. Grindstaff.
37.
COMO OBRA DIOS
Ex.
3:2–6; 9:18–35; 14:21–30; Jos. 10:10–13; 1 Rey. 9:9–18.
Dios
hace la mayor parte de su obra en la naturaleza por medio de fuerzas ocultas y
silenciosas. La gravitación trabaja en silencio conservando al océano en su
lugar y sosteniendo a las estrellas en sus órbitas. Los efectos ruidosos de la
gravitación no son sino la parte más insignificante de su obra. Los rayos del
sol, invisible y silenciosamente, levantan tres billones de toneladas de agua
cada minuto y proveen el agua de todos los ríos del mundo. El ruido de las
cataratas no representa sino una parte infinitesimal de su fuerza. El relámpago
es una pequeñísima parte de la obra de Dios por medio de la electricidad. El
terremoto es una pequeña porción de la obra geológica de Dios. El torbellino es
sólo una parte insignificante de lo que el aire hace en el mundo.—P.
38.
¿QUE HACES AQUI, ELIAS?
Gén.
3:9; 1 Rey. 19:9, 13.
Un
cartel con la inscripción: “¿Qué haces aquí, Elías?” cayó en manos de cierto
ministro alemán en el estado de Maryland. Estaba tan contento con él que se
resolvió a traducirlo al alemán, para el bien de una parte de su congregación.
Apenas había comenzado la traducción, cuando le llamaron a salir. Cierto señor
Elías que vino a ver al ministro durante su ausencia, viendo el cartel y
sintiéndose impresionado por el título, se lo llevó. Cuando volvió el ministro,
su esposa le dijo lo que había sucedido, y fue luego en busca del señor Elías,
porque deseaba terminar su traducción. Al pasar por cierta casa, por la ventana
vio a este individuo, ocupado con algunos amigos incrédulos, jugando. El
ministro, metiendo la mano por la ventana, tocó al señor Elías en el hombro,
diciendo a la vez: “¿Qué haces aquí, Elías?” Fue una palabra oportuna y que lo
llamó del camino tortuoso del pecado y la insensatez al angosto camino que
conduce a la Nueva Jerusalén.—El Expositor Bíblico.
39.
NOSOTROS: LIBROS ABIERTOS
Una
mujer china que acababa de aprender a leer, oró, diciendo: “Señor, vamos a
trabajar entre muchas personas que no saben leer. Señor, haz que nuestras vidas
sean Biblias abiertas, para que aquellos que no pueden leer el Libro, puedan
leerlo en nosotras.”—The Homiletic Digest.
40.
UN PADRE VA A LA CARCEL PARA DAR BUEN EJEMPLO A SU HIJO
Prov.
6:20a.
Uno
de los periódicos de Louisville, Kentucky, en 1956 publicó la noticia de que un
padre de familia había violado las leyes de tránsito y, reconociendo su culpa,
la confesó, y no procuró desconocer sus responsabilidades; además, en lugar de
pagar una multa prefirió la pena máxima: la de ser encarcelado. Ese padre de
familia explicó su determinación, diciendo: “Creo que de esta manera enseño a
mi hijo que no debemos menospreciar las leyes.”—Broadman.
41.
EL CHINO LEPROSO, PERO SABIO
Lev.
13; 14; Job 2:7; Mat. 8:2–4; 9:1–9; 27:31; Mar. 1:40–45; Luc. 5:27–32.
—¡Señor,
te bendigo porque me permitiste ser un leproso!
La
enfermera, extrañada, le protestó:
—Pero
… ¿ cómo podéis dar gracias a Dios por desgracia tal?
—Porque
por ella vine al hospital de la Misión y hallé a mi Salvador, y voy al cielo a
vivir con el que tanto nos amó.—Dic. Anécd. Ilust.
42.
CARLOS G. FINNEY TRES GRANDES SIERVOS DE DIOS
Heb.
11:32.
Nació
Carlos G. Finney, en Warren, estado de Connecticut, Estados Unidos, en el año
1792. Sus padres, poco religiosos, no influyeron ventajosamente en la vida espiritual
de su hijo. Estudió para la abogacía en una aldea de Nueva York, donde el Rdo.
Jorge Gale se interesó en la conversión del joven abogado de veintiseis años.
Cada lunes el ministro le hacía una visita y sus conversaciones versaban sobre
las cosas del Espíritu. El señor Finney se interesó en las cuestiones
teológicas y no sólo comenzó a asistir a los cultos dominicales sino también a
los cultos de oración social. El joven abogado empezó a hacer investigaciones
en su Biblia y luego reconoció que era inconverso. Un domingo, en el otoño de
1821, determinó hacer la paz con Dios; pero pasaron varios días antes de hacer
su rendición incondicional. Cuando Finney supo que sus pecados habían sido
perdonados, se sintió tan gozoso que tuvo que ir a las calles para decírselo a
otros. Abandonó luego la abogacía y se preparó para el ministerio, recibiendo
licencia de una iglesia presbiteriana para predicar en el año 1824. Por unos
diez años se dedicó a la obra de evangelista con éxito extraordinario.
El
Rdo. Finney sirvió como pastor de la Iglesia “Tabernáculo de Broadway”
(congregacional) de Nueva York, por dos años; y en 1837 aceptó el pastorado de
la Iglesia Congregacional de Oberlin, y fue catedrático de teología de la
Universidad de Oberlin hasta 1851 cuando le hicieron presidente de dicho
plantel. Dos veces visitó a Inglaterra para dirigir campañas de evangelización.
Fundó la revista “The Oberlin Evangelist” en 1839 y la editó hasta el año de
1863. El alma del gran evangelista pasó a mejor mundo en 1875.—El Faro.
43.
JUAN WESLEY
Jn.
1:6.
Juan
Wesley, el Padre del Metodismo, nació en 1703, fue uno de los quince hijos del
Rdo. Samuel Wesley, quien era clérigo de la Iglesia Anglicana que no se apegó
estrictamente a las prácticas de esa secta. Juan entró en el colegio de Christ
Church, de la Universidad de Oxford en el año 1720. Allí permaneció hasta su
ordenación en 1725. Durante los primeros años en la escuela, como él mismo
confiesa, no tenía “la menor idea de santidad interior, y cometía habitualmente
el pecado y aun frecuentemente con gusto”. Mas Juan y Carlos, su hermano menor,
con unos trece alumnos más, formaron entre sí una asociación para el fomento de
la piedad. Los demás jóvenes por escarnio les llamaban “el club de los santos”,
y les dieron el apodo de “metodistas” con motivo de la regularidad con que
cumplieron sus deberes religiosos.
Juan
Wesley acompañó al General Oglethorpe a la Colonia de Georgia como misionero.
“Fui a América”, dice Wesley en su diario, “a convertir a los indios, mas
¿quién me convertiría a mí?” Poco a poco, por el estudio concienzudo de las
Escrituras, y por conversaciones con los moravos, no sólo en la Colonia sino
después con Zinzendorf mismo y otros caudillos del movimiento moravo, Wesley
aceptó la idea de la salvación y la justificación por la fe y la predicó con
todo su corazón.
En
1739, el año siguiente a su conversión, Wesley oyó al Rdo. Whitefield predicar
al aire libre en Bristol, Inglaterra, e imitó su ejemplo con gran éxito. Con
motivo de los muchos conversos que le seguían, se vio obligado a abrir la
Capilla de la Fundación en Londres. A los cinco años Wesley ya contaba con 45
predicadores y 2.000 miembros celosos. Predicaba de dos a cuatro veces
diariamente, y viajaba a caballo unos 6.000 kilómetros al año predicando el evangelio.
Para el año de su muerte, ocurrida el año 1790, Juan Wesley era el director de
511 predicadores y 120.000 miembros. Puedo decirse de él, que probablemente
ningún otro hombre en el siglo XVIII influyó sobre tantas mentes y corazones en
toda Inglaterra.
44. REUBEN ARCHER TORREY
Hch. 6:5b.
Reuben
Archer Torrey nació en Hoboken, Nueva Jersey, Estados Unidos de N. A., en el
año de 1856. Recibió su preparación para el ministerio en la Universidad de
Yale, donde se le concedió el título de bachiller en artes, en 1875, y el
título de bachiller en divinidades, en 1878. Al graduarse en la universidad en
1878 el señor Torrey fue ordenado al ministerio y fue misionero de las iglesias
congregacionales por algunos años en Minneapolis, estado de Minnesota. Los años
1882–83 el hermano Torrey los pasó en Alemania, estudiando en la Universidad de
Leipzig y en Erlangen.
De
1889 a 1908 el doctor Torrey fue superintendente del Instituto Bíblico Moody en
Chicago. Durante este tiempo especialmente, el señor Torrey dirigió campañas de
evangelización en varias partes del mundo; sus sermones fueron usados
poderosamente por el Señor en Japón, China, Australia, Tasmania, Nueva
Zelandia, India, Inglaterra y Escocia. Cuando por medio de un intérprete uno de
sus sermones fue predicado en Japón, ochenta y siete japoneses profesaron
públicamente su fe en Cristo como el único Salvador. Volvió el doctor Torrey a
Inglaterra otra vez en el año de 1911 y dirigió otra serie de campañas de
evangelización en la Gran Bretaña.
El
doctor Torrey escribió un buen número de libros, varios de los cuales se han
vertido al castellano, como por ejemplo: Cómo Orar, Supuestos Errores de la
Biblia, y La Persona y la Obra del Espíritu Santo. Dos libros en inglés que han
influido mucho sobre los alumnos en seminarios e institutos bíblicos son: Cómo
Traer a los Hombres a Cristo, y Cómo Promover y Dirigir Campañas de
Evangelización.—El Faro.
45.
EL EXITO DE LAS MISIONES
Gén.
12:1–3; Sal. 51:13; Is. 45:22–24; 49:6; 52:7–10; 56:1–5; Nah. 1:15; Mat.
28:18–20; Mar. 16:15, 16; Hch. 1:8; 11:19–26; 13:1–3; Rom. 10:13–16; 1 Cor.
9:16; Heb. 11:8–12.
Carey
y sus acompañantes, los primeros misioneros bautistas que fueron a trabajar
entre los indostanos, tuvieron que hacerlo con todo rigor por el término de
siete años antes de que el primer converso fuera bautizado. Cuando las iglesias
que sostenían a esos misioneros se dieron cuenta de que después de tantos años
de trabajo no se tenía el fruto que se deseaba, se desanimaron e intentaron
retirarles la ayuda pecuniaria. Entonces Judson escribió a estas mismas
iglesias y les dijo lo siquiente: “Suplico a las iglesias que me sostienen, que
tengan un poco de paciencia.”
Esta
misión se principió en el año de 1814; y en el año de 1870 había más de cien
mil convertidos.—El Expositor Bíblico.
46.
EL PODER DE UN CENTAVO
Gén.
12:1–3; Sal. 51:13; Is. 45:22–24; 49:6; 52:7–10; 56:1–5; Nah. 1:15; Mat.
28:18–20; Mar. 16:15, 16; Hch. 1:8; 11:19–26; 13:1–3; Rom. 10:13–16; 1 Cor.
9:16; Heb. 11:8–12.
Se
dice que una señora se encontraba preparando un paquete que iba a enviar para
la India. En ese momento se presentó un niñito de la familia, el cual tenía un
centavo que quería obsequiar al pueblo de ese país. Con el centavo compró un
folleto evangélico y lo puso en el interior del paquete. Este folleto llegó a
las manos de uno de los jefes de Birmania, que por medio de su lectura se
convirtió al evangelio. Más tarde ese jefe, después de haber experimentado lo
que la religión de Jesús hace en el corazón del hombre, contó esto a sus
amigos: con el resultado de que varios de ellos se convirtieron también. Más
tarde se organizó una iglesia, la cual pidió que un misionero fuera enviado, y
quince mil convertidos fueron el fruto de la pequeña semilla.—El Expositor
Bíblico.
47.
DANDOSE PRIMERO A SI MISMA
Gén.
12:1–4; Is. 6:1–8; Mat. 28:18–20; Mar. 16:15, 16; Luc. 24:46–48; Hch. 1:8;
4:31, 33; 9:1–6; 26:9–20; Heb. 11:8.
Se
dice que la primera persona que se ofreció para la obra misionera en la Iglesia
Metodista del Sur, fue una señora, maestra de escuela del Estado de Misisipí.
Oyó un sermón sobre las misiones y, sintiéndose constreñida, colocó en la
canastita de la colecta una tarjeta con las palabras escritas: “Yo misma me
doy, y doy también cinco pesos, para la obra misionera.” Más tarde se casó con
un misionero y lo acompañó a China. Su hijo llegó a ser el obispo Lambeth, uno
de los más notables de los misioneros modernos.—El Expositor Bíblico.
48.
AVIVAMIENTOS
Hch.
9:31.
Juan
y Carlos Wesley dirigieron un avivamiento cuando la gente de Inglaterra había
olvidado a Dios. En el año 1859 hubo un avivamiento en Irlanda que cambió la
ciudad de Belfast en “una ciudad de Dios”. En los albores nacionales de EE. UU.
de N. A., hubo un gran avivamiento dirigido por Jonatán Edwards.
En
todos estos avivamientos el espíritu de Dios se manifestó a través de un hombre
quien amaba a Dios y quien quería que todas las gentes le amasen y le
sirviesen. Las personas se reunían para escuchar la lectura de las leyes
divinas al igual que antiguamente escuchaban la lectura que hacía el rey Josías
del Libro de la ley.—The Junior Leader.
49.
BILLY GRAHAM
1
Cor. 15:10a.
Billy
Graham nació en un hogar cristiano en Charlotte, Carolina del Norte, EE. UU. de
N. A., en el año 1918. Le gustaban los deportes y soñaba con llegar a ser un jugador
profesional de baseball.
Cuando
contaba diecisiete años, concurrió en compañía de un amigo, a una reunión de
evangelización en la cual predicó Mordecai Ham. Aquella noche se dio cuenta de
que algo faltaba en su vida.
A la
siguiente noche regresó al lugar donde se estaba celebrando esta serie de
reuniones pero esta vez se sentó con el coro, pensando de esta manera
esconderse detrás del predicador. No pudo esconderse de Dios. Dios le llamó
aquella noche para que rindiese su corazón y vida a él. Los versículos a los
cuales dio lectura el doctor Ham son los versículos favoritos del doctor
Graham. ¿Te gustaría leer Romanos 10:9, 10?
Billy
Graham ha dirigido series de evangelización en muchas de las principales
ciudades del mundo. Probablemente ningún individuo a lo largo de la historia ha
predicado a tantas personas o ha guiado a tantas a los pies de Cristo. Antes de
dirigirse al lugar donde se celebrará la serie de reuniones, miles de personas
por todo el mundo piden que Dios hable por boca de Billy Graham.
La
mayor parte del tiempo, el doctor Graham está lejos de su hogar y de los suyos.
El siente, al igual que el rey Josías de antaño, que las gentes necesitan oir
las leyes de Dios. Al predicar, tiene entre sus manos la Biblia a la cual hace
referencia con frecuencia. La Biblia es su guía e inspiración. Una vez dijo
refiriéndose a la Biblia: “En sus páginas se hallan las respuestas a las
necesidades humanas más profundas.”
Estando
en Escocia dirigiendo una campaña, un reportero le hizo la siguiente pregunta:
“¿A qué atribuye su éxito?”
“La
única explicación que yo puedo dar”, contestó Billy Graham, “es a Dios”.
Billy
Graham ha hecho aquellas cosas que expresa Josué 1:7, 8.—The Junior Leader.
50.
SIRVIENDO A CRISTO EN EL EMPLEO
Col.
3:23, 24.
El
doctor Roberto Andrés Hingson es un ejemplo de cómo se puede ser un fiel
creyente en cualquier vocación que uno escoja. Es un médico cristiano,
inventor, y profesor de medicina.
El
doctor Hingson está realizando una ambición que tuvo sus albores cuando contaba
cinco años de edad. Como niño sentía gran respeto por el médico que atendía a
su familia. Solía acompañarlo al hacer visitas y tenerle la brida al caballo
mientras el médico prestaba sus servicios al paciente.
Nació
en Anniston, estado de Alabama, EE. UU. de N. A. Al terminar sus estudios
secundarios y con la ayuda de una beca, pudo matricularse en la Universidad de
Alabama. A pesar de trabajar como camarero y secretario para sufragar sus
gastos, Bob prestó sus servicios como presidente de la agrupación estudiantil
bautista. Terminó brillantemente sus estudios en 1935.
Cursando
estudios en la Facultad de Medicina de la Universidad Emory, sufragó sus gastos
trabajando como ordenanza, técnico de rayos X, y asistente dietético.
Al
estallar la Segunda Guerra Mundial, el doctor Hingson prestó sus servicios al
Departamento de Salubridad Pública de los EE. UU. En 1942 cursó estudios
especiales de anestesia en la Clínica Mayo. Desde esa fecha ha hecho muchas
contribuciones a la ciencia médica. Al presente es profesor de anestesia en la
Universidad Western Reserve, Cleveland, Ohio, EE. UU. de N. A.
El
doctor Hingson y su familia son miembros activos de la Primera Iglesia Bautista
de su ciudad. Tanto él como la señora de Hingson trabajan entre los jóvenes. Su
pastor dice de él: “Quien ocupa lugar tan prominente en su profesión
frecuentemente cuenta con escaso tiempo para el trabajo de la iglesia o las
cosas del espíritu. Esto no se aplica a Roberto Hingson.”
Quizás
el secreto de su dinámica vida cristiana está revelado por el pastor que
tuviera Bob Hingson durante sus días estudiantiles. La gran decisión que
hiciera Bob tuvo por escenario el despacho de este pastor. Cierto día, después
de haber orado juntos, Bob dijo: “Dios ha revelado su voluntad para mi vida de
manera muy clara. Hoy dedico mi vida, mi profesión, mi tiempo, mis talentos al
Señor Jesucristo, a fin de hacer más livianas las agobiantes cargas y mitigar
el sufrimiento y la angustia de la humanidad.”—The Junior Leader.
51.
HOMBRE DE NEGOCIOS EVANGELISTA
Hch.
9:6.
Un
orador perito, miembro de un equipo de tenis, de gran prestigio entre sus
compañeros de estudio, y presidente del cuerpo estudiantil, eso era Howard E.
Butt. De haber visto a Howard E. Butt aquel año escolar en Del Mar Junior
College, Corpus Christi, Texas, EE. UU. de N. A., usted hubiera creído que era
uno de los jóvenes más felices del mundo. Pero había una cosa que le quitaba la
tranquilidad. Era un creyente nominal pero frecuentemente era acosado por dudas
acerca de su fe. Esto ocurría durante la Segunda Guerra Mundial.
Cierta
noche, un marino que estaba presente en los servicios invitó a Howard para que
asistiera a una reunión de oración. No queriendo rechazar la invitación e
impresionado por la sinceridad del marinero, Howard lo acompañó. Este amigo,
Juan Broger, tuvo una larga conversación con Howard. Una noche le dijo:
“¿Cuándo te darás cuenta de que el Señor no quiere tu talento, ni tu dinero, ni
tu tiempo? El Señor te quiere a ti.”
Cuando
Howard, Butt tenía diecisiete años de edad hizo pública su decisión de seguir a
Cristo. Se dio cuenta entonces de la necesidad que el mundo tenía de Cristo.
Comenzó a predicar en reuniones de jóvenes, clínicas médicas, misiones, en una
cruzada evangelizadora de Billy Graham en Boston, en todo lugar hacia donde se sentía
guiado.
Buscando
sinceramente la voluntad divina, sabía con certeza, después de haber cursado
estudios universitarios y un año de seminario, que Dios no lo necesitaba como
pastor. Dios quería que predicase como hombre de negocios.
Al
presente, Howard Butt es vicepresidente de la compañía de su padre, una cadena
de más de sesenta tiendas. Una tercera parte de su tiempo lo invierte
predicando en reuniones de evangelización, siempre sufragando sus propios
gastos. Estos gastos montan a unos 14.000 dólares anuales.—The Junior Leader.
52.
TUVO QUE IRSE
Is.
6:8.
En
un tranquilo y cómodo hogar de Nueva Inglaterra, allá por el año 1812, vivía
una jovencita llamada Melinda Rankin. Desde que aceptara a Cristo, no se
hallaba satisfecha en la alegría de este hogar. La embargaba el deseo de
hablarles a otros acerca de Jesús.
No
fue sino hasta que Melinda contaba veintiocho años que tuvo la oportunidad de
salir de su hogar, rumbo al valle del Misisipí como misionera. Era tiempo de
guerra y la vida era difícil.
Cuando
terminó la guerra con México, los soldados que regresaban contaban de las
personas ignorantes dominadas por los sacerdotes. La señorita Rankin se
preocupó mucho. Escribió artículos para periódicos y de esta y otras maneras
intentó interesar a las iglesias y sociedades misioneras. Nadie parecía estar
listo para ir al campo. Por fin ella dijo: “Iré yo misma.”
Pero
México era entonces un estado sin leyes. La señorita Rankin no podía ir allí.
En cambio, se estableció cerca de Brownsville, Texas, sobre el río Grande,
justamente en la ribera opuesta de Matamoros, México.
No
pudo hallar casa. Otras mujeres se hubieran desalentado, pero no así Melinda
Rankin. Al fin encontró dos habitaciones que alquiló, una como vivienda
personal, la otra para su escuelita.
Fue
admirable que, muchas niñas mexicanas asistieran a la escuelita de la señorita
Rankin el primer día do clase. Cierto día una señora vino pidiendo cambiar un
santo por una Biblia. La señorita Rankin le dio dos Biblias, una de las cuales
había de llevar para una amiga de México. Esta fue la primera Biblia que pudo
hacer cruzar la frontera. Con la ayuda de la Sociedad Bíblica Americana, pudo
enviar centenares de ejemplares a México. Muchos mexicanos llamaban a su
puerta, suplicando que les diese un ejemplar del Libro de Dios.
Cuando
estalló la guerra civil en EE. UU. de N. A., la señorita Rankin se vio obligada
a salir de Texas e ir a México, donde había querido trabajar. Se le rechazó de
casa en casa pero con todo pudo establecer la primera misión protestante. El
número de convertidos se multiplicó y estos nuevos creyentes iban de casa en
casa ansiosos por contarles a otros la historia.
Durante
los muchos disturbios y batallas de 1871 ella no sufrió heridas. Cuando se
retiró, la iglesia que ella organizó contaba con ciento setenta miembros
mexicanos.
Ella
fue quien dijo: “La palabra ‘desaliento’ no se encuentra en el diccionario del
reino de los cielos.”
Como
Ester, Melinda Rankin estaba dispuesta a sacrificar sus placeres a fin de poder
ayudar a otros.—The Junior Leader.
53.
UNA NUEVA LUZ
Apoc.
2:10d.
Quiero
contarles acerca de Nobuyoshy Togami. Llamémosle Togami San puesto que así le
dicen en el Japón. San es un título empleado muy a menudo salvo para aquellos
que tienen títulos especiales como el de “maestro”. Togami San oyó hablar
acerca de Jesús por primera vez cosa de dos años después de la Segunda Guerra
Mundial. Los japoneses eran muy pobres; pero, más que eso, ahora que sabían que
el emperador no era dios, no tenían en quién creer. Además, el padre de Togami
San había muerto hacía sólo cuatro años. Por supuesto, Togami San no sabía qué
hacer.
Después
de oir el sermón del doctor Garrott, comenzó a asistir a la iglesia todos los
domingos. No había templo pues había sido destruido en la guerra. Los creyentes
se reunían en un pequeño hospital cuyo dueño era cristiano. El grupo que
conoció Togami San parecía tener esperanza y gozo, los cuales Togami San no
había hallado en ninguna otra parte. Todos se llamaban unos a otros “hermana” y
“hermano”. Después de dos años confesó a Cristo como Salvador. Por el gozo que
tenía, las personas comenzaron a decir: “Has cambiado desde que comenzaste a
asistir al templo.”
No
era fácil vivir una vida cristiana. Su familia se quedaba acostada los domingos
por la mañana, sin desayunarse hasta las nueve de la mañana. No querían que
fuese al templo ni que fuese cristiano. Pero después de aceptar a Cristo,
Togami San continuó siendo fiel. Los domingos por la mañana se levantaba más
temprano que de costumbre, cumplía con sus responsabilidades hogareñas, y salía
de casa a las ocho de la mañana sin desayunarse. Cuando tomó la resolución de
dedicar su vida al servicio del Maestro, su familia le suspendió inmediatamente
la ayuda económica que le daba para asistir a la escuela. Tuvo que comenzar a
trabajar para costearse los estudios.
Por
último, la familia de Togami San dijo terminantemente que no se oponían a que
trabajase en la iglesia pero que sí se oponía a que asistiera al seminario.
Entonces decidió no asistir al seminario a fin de vivir en paz con su familia.
Pero Dios le ayudó a Togami San en la tarea de guiar a cuatro muchachos más a
los pies de Cristo. Después de esta experiencia, se convenció de que debía ir
al seminario para prepararse para la obra del Señor. Aunque su familia se enojó
mucho, fue al seminario. La beca que obtuvo fue sufragada por una iglesia en
los EE. UU. de N. A.
Cierto
día Togami San se encontraba tan descorazonado con sus estudios en el seminario
que le dijo a su familia que estaba tentado a abandonarlos. Entonces fue su
madre quien dijo: “¿Qué ha pasado con la firme resolución que adoptaste aun
ante la fuerte oposición de tu familia? Tú escogiste este camino; ahora no
puedes desistir. Aunque yo también me opuse, ahora trataré de ayudarte a fin de
que llegues a ser un buen pastor.” Todavía no es creyente pero con todo,
siempre alienta a su hijo. La hermana menor de Togami San se convirtió en 1953
y Togami San continúa orando para que toda su familia llegue a depositar su fe
en Cristo Jesús. — The Junior Leader.
54.
“¿LO SIENTE USTED?”
Rom.
1:15; 1 Cor. 1:23, 24; 1 Cor. 3:9a; 9:16; 2 Cor. 6:1.
La
familia del doctor y pastor don Eduardo Besson tenía una vieja cocinera en
Neuchatel, Suiza.
Su
hijo Pablo, una vez ordenado pastor, cierto día, predicó uno de sus sermones
que fue escuchado por la vieja cocinera. Esta, al volver a su casa y haciendo
referencia al mismo sermón, le preguntó: “¿Lo siente usted?”.
Don
Pablo, como comúnmente lo llamábamos, el campeón del evangelio de las
Repúblicas del Plata, dejó sin respuesta la pregunta que le hiciera la
cocinera, se puso de rodillas, y dijo al Señor: “¡Qué razón tenía la cocinera!”
A
Don Pablo, como predicador del evangelio, la pregunta “¿Lo siente usted?” le
fue como una luz que le sirvió eficazmente en la exposición de sus fogosos y
penetrantes mensajes.
“¿Lo
siente usted?” Esta pregunta debe resonar continuamente en el fuero íntimo de
cada predicador del evangelio, y ocupar un lugar prominente en el corazón y en
la mente de cada pastor.—Orestes Marotta.
55.
LA “ARMADA INVENCIBLE” VENCIDA
Sal.
119:89; Is. 11:9; 40:8; Hab. 2:14; Mat. 5:18; 16:18b; 24:35; 28:18–20; Mar.
13:31; Luc. 21:33; Jn. 12:34; Hch. 1:8; 1 Ped. 1:25.
Felipe
II (1527–1598) era rey de España y de Portugal, y puede decirse que también
llegó a ser dictador y dueño de Milán, de una parte de Francia, de los Países
Bajos, de todo México y Perú; y decía que en sus dominios no se ponía el sol.
“Utilizó a la Inquisición como instrumento de gobierno para evitar la extensión
de la herejía en sus estados, y lo logró en España.” (Dic. Enc. Abrev.
Espasa-Calpe). Quería exterminar el protestantismo en Europa; pero se dio
cuenta de que esto le costaría mucho dinero, y despreciando los procedimientos
legales despojó de muchos tesoros a sus colonias citadas. El papa permitió a
ese rey que atacara a Inglaterra y se apoderara de ella si podía, a fin de
evitar el extendimiento del protestantismo por las tierras que Inglaterra
estaba colonizando en la América del Norte. Entonces dicho rey hizo construir
la Armada Invencible, la que puso bajo el mando del Duque de Medina, y se lanzó
al ataque … Pero la marina inglesa, que en ese tiempo era menos numerosa que la
española, y estaba capitaneada por Howard Drake, se defendió con valentía y,
ayudada por una tempestad que seguramente Dios envió, destrozó a la jactanciosa
Armada Invencible a fines de agosto de 1588. Así pues, de manera providencial
no fue detenido el progreso del evangelio en Europa ni su marcha a las
Américas.—A. L.
56.
UNA CARICATURA
Deut.
4:2; 12:32; 2 Cor. 4:2; 2 Cor. 11:4; Gál. 1:6; Apoc. 22:19.
La
nariz de un hombre constituye uno de sus rasgos más prominentes y así, cuando
se hace de él un retrato, es posible agrandarla de tal modo que los ojos, la
boca y todo lo demás quedan reducidos a algo insignificante. El retrato,
entonces deja de serlo, y se convierte en una caricatura.
En
forma parecida, es posible proclamar ciertas doctrinas importantes del
evangelio con tanta intensidad, que las demás de ellas quedan relegadas a la
sombra, y la predicación ya no es el anuncio del evangelio en su belleza
natural, sino una caricatura de la verdad. Y debo confesar que hay algunas
personas que parecen ser muy afectas a esta caricatura.—C. H. Spurgeon.
57.
“EL HOGAR”
Ef.
6:1–4.
“El
hogar: un mundo de sensación afuera, y un mundo de amor adentro.”
“El
hogar: un sitio donde los pequeños son grandes, y los grandes son pequeños.”
“El
hogar: el reino del padre, el mundo de la madre, y el paraíso del niño.”
“El
hogar: el lugar donde nos quejamos más, y donde se nos trata mejor.”
“El
hogar: el centro de nuestros afectos, alrededor del cual nacen los mejores
deseos de nuestro corazón.”
“El
hogar: el lugar donde nuestro estómago recibe tres comidas al día, y nuestro
corazón amor y estímulo.”
“El
hogar: el único lugar en la tierra donde las falias y las flaquezas de la
humanidad quedan cubiertas bajo el dulce manto del amor.”—Mensajero
Pentecostal.
58.
BIENAVENTURANZAS DE LOS MATRIMONIOS CRISTIANOS
1
Ped. 3:1–7.
Bienaventurados
son el esposo y la esposa que continúan afectuosos, considerados y amantes
después que las campanas nupciales han dejado de sonar.
Bienaventurados
son el esposo y la esposa que son tan condescendientes y corteses el uno con el
otro como son con sus amigos.
Bienaventurados
son aquellos que tienen un sentido de humor, porque este atributo será un medio
disponible para absorber el impacto de los embates de la vida.
Bienaventurados
son los matrimonios que se abstienen del uso de bebidas alcohólicas.
Bienaventurados
son los que aman a su cónyuge más que a ninguna otra persona en el mundo y que
alegremente cumplen su promesa matrimonial de fidelidad y de ayuda mutua por
ambas partes.
Bienaventurados
son los que llegan a ser padres, porque los hijos son la herencia del Señor.
Bienaventurados
son aquellos que dan gracias a Dios por el alimento antes de participar de él y
que separan algún tiempo cada día para la lectura de la Biblia y la oración.
Bienaventurados
son aquellos cónyuges que nunca se hablan uno al otro en voz alta y que hacen
de su hogar un sitio donde nunca se oye una palabra desalentadora.
Bienaventurados
son el esposo y la esposa que fielmente asisten a los cultos de adoración de la
iglesia y que trabajan juntos en la iglesia para el extendimiento del Reino de
Cristo.
Bienaventurada
es la pareja que tiene una comprensión completa de los asuntos financieros y
que delinea un plan de sociedad con el dinero que recibe.—Heraldo
Cristiano—Habana, Cuba.
59.
HOGAR CRISTIANO
Luc.
10:38–42.
Donde
el ruego al Señor se hace frecuente
Y la
Biblia es leída reverente;
Do
las obras expresan fe viviente,
¡Allí
existe el hogar!
Do
los padres, los hijos, los hermanos
En
estrecha amistad unen sus manos;
Do
no existen querellas ni odios vanos,
¡Allí
es puro el hogar!
Do
la luz del amor brilla piadosa,
Donde
esplende la Biblia luminosa,
Y la
oscura maldad huye medrosa,
¡Es
glorioso el hogar!
Do
nunca se escuchan voces crueles,
Ni
destilan los odios negras hieles,
Pero
oyen de amor, cánticos fieles,
¡Es
glorioso el hogar!
Donde
reinan la paz y la armonía,
Donde
no hay más tinieblas, sino día;
Y se
escucha una alegre melodía,
¡Es
precioso el hogar!
Donde
Cristo es el huésped amoroso
Y se
escucha su voz plena de gozo;
Do
no viste el orgullo desdeñoso
¡Es
cristiano el hogar!
—Heraldo
Cristiano.
60.
ESPOSOS QUE SE CONVIERTEN POR LEER LA BIBLIA
Sal.
119:109.
Oí
hablar en cierta ocasión de un matrimonio que llegó a tener una Biblia. Ninguno
de los dos esposos la había conocido antes. El marido empezó a leerla en su
hogar.
Unos
días después se dirigió a su esposa y le dijo: “Amada, si este libro es verdad,
estamos equivocados”. Continuó la lectura de la Biblia y al cabo de unos días
más habló nuevamente a su esposa en estos términos: “Si este libro es la
verdad, estamos perdidos.” Con más avidez que nunca prosiguió estudiando el
libro hasta que, una noche, exclamó: “Amada esposa, si este libro es la verdad,
¡podemos ser salvos!”
El
mismo libro que le había revelado que estaban condenados le reveló el medio de
ser salvos por Jesucristo. Esta es la gloria de la Biblia.
Confíe
usted en Cristo ahora mismo, sólo y plenamente en él para siempre, y será
salvo.
No
hay situación de la vida humana en que la Biblia no traiga fuerza y
consolación.—La Voz Bautista.
61.
LUCIO QUINCIO CINCINATO BUEN AGRICULTOR, GOBERNANTE Y MILITAR
1
Sam. 9:1–5, 20; 10:2b, 14; 11:1–13.
Puede
decirse que esto era Lucio Quincio Cincinato, quien vivió por los años 519 a
439 a. de J. C., y era un rico patricio. Por un delito que cometió su hijo
Caeso, tuvo que pagar una multa y quedó en la ruina. Entonces se dedicó a la
agricultura: trabajo que fue su principal ocupación en el resto de su vida. En
Roma se tenía un problema legislativo: se discutía la ley Terentilia Arsa,
sostenida por los tribunos; y los patricios hicieron que a Cincinato se le
nombrara cónsul.
El
cónsul romano era un magistrado que durante un año sobrellevaba las
responsabilidades que le imponía la primera magistratura de la república, y
disfrutaba de los derechos que eran propios de ese puesto. Dos cónsules
actuaban al mismo tiempo durante el mismo año.
Cincinato
estaba trabajando en sus campos que tenía cerca del Tíber cuando unos lictores
le notificaron el nombramiento, el cual aceptó aunque sintió tener que
abandonar sus trabajos agrícolas. En el año de su consulado restableció la
tranquilidad entre los tribunos y los plebeyos. Al terminar el año volvió a sus
actividades del campo, aunque el Senado quería que continuara como cónsul, lo
cual Cincínato no aceptó.
Cuando
los volscos, los ecuos y los aqueos intentaron apoderarse de Roma, el Senado
nombró dictador a Cincinato, le concedió poderes absolutos, y fue a notificarle
tal designación: lo encontraron cuando estaba con la mano en el arado
cultivando sus tierras. Aceptó el nombramiento, fue a Roma y el pueblo lo
recibió con júbilo. Después se puso al frente de las legiones romanas, dirigió
los combates, y derrotó, uno por uno, a todos los enemigos de su patria.
Regresó a Roma victorioso, con un rico botín, habiendo asegurado para ella la
paz internacional, a lo menos por lo pronto; y renunció al poder que se le había
otorgado. El Senado y los cónsules quisieron nombrarlo dictador por segunda
vez, aunque ya tenía ochenta años de edad; pero él no cedió a sus instancias, y
regresó a su finca para seguir cultivando la tierra y vivir como un simple
ciudadano.
En
todos los cargos que desempeñó Cincinato, demostró que era un hombre de vida
recta, honrado, íntegro, hábil como estratega militar y legislador, y poseedor
de un patriotismo intenso y puro.—A. L.
62.
ESTATURA DE ISAAC WATTS
1
Sam. 9:2; 10:23; 16:7.
Isaac
Watts fue autor de muchos himnos que actualmente cantamos en el idioma español.
Isaac, en su niñez, era de estatura muy baja; y cuando llegó a adulto no era
alto, sino más bien bajo de estatura. En esta época de su vida, la de adulto,
escribió en verso el siguiente pensamiento que, traducido en prosa española,
dice: “Si yo fuera tan alto que con mi mano pudiera asirme del cielo mismo, esa
no sería mi verdadera estatura: la estatura del hombre es el alma.”
La
altura de una persona no se mide por su elevada estatura, o por su inteligencia
sobresaliente, o por las riquezas que posee: se mide por sus cualidades y, al
mismo tiempo, por el servicio que con ellas da a Dios y al género humano.
Dios
mide así a todos los seres humanos, ya sean sus siervos o sus enemigos.—Adaptación.
63.
LAS ESPIGAS Y EL TRIGO
Jn.
15:8; Stg. 4:6.
Iba
un labrador a visitar sus campos para ver si estaba en sazón la cosecha. Había
llevado consigo a su pequeña hija, Luisita.
—Mira,
papá —dijo la niña sin experiencia—, cómo algunas de las cañas de trigo tienen
la cabeza erguida y altiva; sin duda serán las mejores y las más distinguidas:
esas otras de su alrededor, que la bajan casi hasta la tierra, serán
seguramente las peores.
El
padre cogió algunas espigas y dijo: —Mira bien, hija mía: ¿ves estas espigas
que con tanta altivez levantan la cabeza? Pues están enteramente vacías. Al
contrario, estas otras que la doblan con tanta modestia, están llenas de
hermosos granos.
El
sabio y el bueno son humildes: la soberbia es propia del ignorante y del malo.
64.
COMO MATAR A TU IGLESIA
Sal.
11:4; 27:4; 65:4; 84:10; 93:5; 122:1; Ecl. 5:1; Hab. 2:20; Mat. 21:13; Mar.
11:17; Jn. 3:1; Hch. 2:46, 47; 1 Cor. 5:1–7; 6:1–11; 11:16; 14:33; Heb. 10:25;
Jd. 19; Apoc. 2:20–23.
En
primer lugar; ¡No vengas!
Si
vienes, ¡ven tarde¡
Al
venir, ¡ven de mal humor¡
Al
salir de la iglesia, pregúntate: ¿Qué valía todo esto?
¡No
aceptes nunca un cargo en la iglesia! Vale más seguir criticando a los demás.
¡Visita
a las otras iglesias a cada rato para enseñarle al pastor que él no es quien te
manda! Hay que guardar la independencia.
¡Haz
que el pastor gane su dinero! ¡Deja que él haga todo el trabajo!
Al
acudir al templo, siéntate muy atrás, cerca de la puerta. ¡No cantes! O si
cantas, ¡canta bien destemplado¡
¡No
des tus contribuciones por adelantado! ¡Espera por lo menos hasta haber
recibido lo que tu dinero vale!
¡No
animes al pastor! Si te gusta el sermón, ¡cállatel pues muchos pastores se
perjudican por causa de la adulación. ¡No permitas que la sangre de él esté
sobre tus manos!
¡Cuenta
las faltas de tu pastor a todos los que te visiten! ¿Quién sabe si de otra
manera ellos lo descubrirán?
¡No
traigas nunca a nadie contigo a la iglesia! No hagas nada para ganar a otros
miembros nuevos; por lo menos mientras la congregación tenga tal pastor!
Si
hay algunos miembros animados que sirven a su iglesia y que trabajan por ella,
¡no dejes de protestar contra esa asociación exclusivista!
Si
tu iglesia por mala fortuna es una iglesia feliz y armoniosa, condénala por su
tibieza, indiferencia y falta de celo.
Cooperando
como se sugiere arriba, tú matarás por seguro a tu iglesia.—Noticiero de la Fe.
65.
MI AUSENCIA DE LA IGLESIA
Sal.
93:5; Ecl. 5:1; Heb. 10:25.
Hizo
que algunos dudaran de que el cristianismo sea real.
Hizo
que otros pensaran que yo soy un hipócrita.
Hizo
que muchos consideraran mi bienestar espiritual y el de los demás como asunto
sin importancia.
Hizo
que se debilitara la eficacia del culto en la iglesia.
Hizo
que el predicador encontrara más difícil presentar el mensaje.
Hizo
que los hermanos se desalentaran y, por ende, no alcanzaran una bendición de
Dios.
Hizo
que muchos dejaran de asistir a la iglesia.
Hizo
que me fuera más difícil enfrentarme a las tentaciones del maligno.
Hizo
que el diablo tuviera más poder sobre las almas perdidas.
Hizo
que se propagara más el hábito de no asistir a la iglesia.—Noticiero de la Fe.
66.
EL SUEÑO DE UN PASTOR
1
Cor. 15:58.
Se
dice que un pastor soñó una noche que él tiraba, en lugar del caballo, de un
gran carretón cubierto con toldo. El trabajo era muy difícil y avanzaba
lentamente, sobre todo cuando llegó a una parte barrosa del camino. Por fin
sólo pudo hacer que el carretón avanzara unos pocos centímetros. Esto le
parecía bastante raro, puesto que la última vez que había mirado hacia atrás, creía
haber visto a toda la congregación que ayudaba a empujar. Finalmente, cuando él
estaba casi agotado, miró hacia atrás para examinar las causas de la
dificultad. Ahí se dio cuenta de que los miembros de la iglesia, no sólo habían
dejado de empujar sino que se habían subido al carretón, y ahí estaban
sentados, ocupados en criticar al pastor porque no tiraba del carretón con
mayor rapidez.
Bueno
… ¿y es solamente un sueño …?
67.
JERUSALEN EN RUINAS
Is.
4:8–15; Jer. 15:5–9; Lam. 1:1; 5:18; Miq. 3:12; Jer. 26:18.
Al
aproximarse a Jerusalén dos rabinos vieron una zorra que corría en el monte
Sión. Uno de los rabinos, llamado Josué, se puso a llorar; pero el otro llamado
Eleazar, se rió. —¿Por qué te ríes? —preguntó el que lloraba.
—¿Y
por qué lloras? —preguntó el que reía.
—Lloro
—dijo el primero—, porque veo el cumplimiento de lo que dice el libro de las
Lamentaciones, pues el monte Sión está desolado y las zorras corren por él.
—Pues
por la misma causa estoy riéndome —contestó el rabino Eleazar—, pues cuando con
mis propios ojos veo que Dios ha cumplido sus amenazas al pie de la letra,
aumenta mi seguridad de que ninguna de sus promesas dejará de cumplirse: porque
siempre está más dispuesto a manifestar su misericordia que a manifestar su
severidad.—Del Diccionario Bíblico, W. W. Rand.
68.
ALGUNAS CONQUISTAS DE JERUSALEN
2
Sam. 5:7, 9; 1 Rey. 2:10; 8:1.
La
ciudad de Jerusalén fue la capital de todo el reino de Israel hasta que éste se
dividió en Reino del Norte (o de Israel), y Reino del Sur (o de Judá). Desde
entonces Jerusalén fue capital del reino de Judá solamente: hasta el año 586 a.
de J. C., cuando las legiones de Nabucodonosor la atacaron y destruyeron. En el
año 70 d. de J. C. Jerusalén fue asaltada y destruida por las tropas romanas de
Tito; y en el año 637 d. de J. C. los mahometanos la conquistaron. Los cruzados
se apoderaron de ella en 1099; y los turcos la tomaron en 1517, año en que la
conquistó el general inglés Allenby. Pasados los años, los judíos procuraron
ser los únicos poseedores de Jerusalén, constituirse en nación independiente y
organizar su propio gobierno. Esto hizo que hubiera guerra entre ellos y los
árabes que ya habían estado allí. Después de cruentas batallas y de arreglos
diplomáticos, el 14 de mayo de 1948 se proclamó la independencia de Israel como
Estado, en acatamiento a la decisión que la Asamblea de las Naciones Unidas
hizo en este sentido el 29 de noviembre de 1947. Desde esta ocasión, lo que fue
la antigua ciudad, o sea la Ciudad de David, quedó bajo la autoridad del rey
Abdullah de Jordania; y la nueva ciudad —progresista, con industrias modernas,
hospitales, escuelas, grandes edificios de apartamientos, hoteles, tiendas
elegantes, etcétera, etcétera. Está al norte y al occidente de la antigua
ciudad, y quedó bajo la autoridad de los judíos.—A. L.
69.
JUEZ QUE SE MULTA
Deut.
16a, 19a; Rom. 13:1, 5.
El
periódico Courier-Journal de Louisville, Kentucky, EE. UU. de N. A., informó en
uno de sus números del año de 1956, que un juez se juzgó a sí mismo, se
sentenció a pagar una multa, y la pagó. Hizo todo esto delante de su propio
tribunal. Dicho juez procedió así porque sabía que la aplicación de la justicia
debe ser imparcial, sin hacer “acepción de persona”. Por lo mismo los
habitantes de aquel lugar pueden tener confianza en que ese juez es
justo.—Broadman.
70.
HECHOS PARA SER LIBRES
Jn.
8:32–36; Rom. 6:18; 8:2; 1 Cor. 8:9; 2 Cor. 3:17; Gál. 5:1, 13; 2:4; Stg. 2:12;
1 Ped. 2:16; 2 Ped. 2:19.
“Dadme
la libertad, o dadme la muerte …”—Patrick Henry. —Del estado de Virginia.— Amante
de la libertad en general. Defensor de los predicadores bautistas que estaban
siendo perseguidos porque predicaban “sin licencia” oficial del gobierno.
“Más
vale morir en pie, que vivir de rodillas”—José María Morelos y Pavón.
71.
DIOS EN NUESTRO CORAZON
Is.
9:2; 42:6; 49:6; Luc. 1:79; 16:8; Jn. 1:4, 7–9; 8:12; Ef. 5:6.
Un
día viajaba en Londres en un ómnibus que estaba a obscuras. Vino un hombre a
examinar nuestros boletos y me dije a mí mismo: “Este hombre no podrá ver nunca
si perfora los boletos en el lugar debido.” Observándolo con curiosidad noté
que se tocó un resortito en el pecho y que brilló en un pequeño globo de
cristal una hermosa luz eléctrica. Por supuesto que aquel hombre podía ver en
todas partes porque llevaba la luz con él. De la misma manera, cuando el
corazón está lleno de Dios, encontraremos a Dios en todas partes.—F. B. Meyer.
72.
SI TIENES UNA MADRE TODAVIA
Prov.
31:15, 21, 28, 30b.
¡Si
tienes una madre todavía,
Da
gracias al Señor que te ama tanto,
Que
no todo mortal contar podría
Dicha
tan grande ni placer tan santo.
Si
tienes una madre … sé tan bueno
Que
ha de cuidar tu amor su paz sabrosa,
Pues
la que un día te llevó en su seno
Siguió
sufriendo y se quedó dichosa.
Ella
puso en tu boca la dulzura
De
la oración primera balbucida,
Y
plegando tus manos con ternura,
Te
enseñaba la ciencia de la vida.
Si
acaso sigues por la senda aquella
Que
va segura a tu feliz destino,
Herencia
santa de la madre es ella,
Tu
madre sola te enseñó el camino!
E.
Neuman.
73.
PROMOTORES DE MISIONES
1 Rey.
19:1–18; Jer. 38:1–13; Hch. 6:8–15; 7:54–60; Hch. 16:16–24.
Hubo
una raza de padres que pudo haber levantado una raza de misioneros. Citaré el
ejemplo de una anciana morava. Una amiga la visitó con la tristeza reflejándose
en sus miradas. “Su hijo —le dijo la amiga—, se ha ido.
—¿Se
ha ido Tomás al cielo? ¿Cayó ocupando su puesto en las actividades misioneras?
¡Cuánto quisiera que Dios llamara ahora a mi hijo Juan a la obra! Poco después
Juan era también misionero y también cayó. En esta ocasión, la comisión que
vino a participarle la noticia a la madre, se manifestaba muy triste; pero
antes de que alguna de las personas que la formaban hubiese abierto sus labios,
la anciana exclamó: ¡Ojalá que él llamara ahora a la obra a mi último hijo, a
Guillermo!” Y Guillermo también fue y cayó, y esta vez la noble mujer dijo:
“¡Cuánto quisiera tener mil hijos que darle a Dios!”—Gray.
74.
DE PINTOR A MISIONERO
Mat.
4:18–22.
Un
joven artista pintor, cierto día, hizo un precioso cuadro en el que
representaba a una mujer y a un niño perdidos en la noche, batallando con la
tempestad.
Cuando
se hallaba dándole los últimos toques su inspiración se había cambiado en una
profunda emoción, porque, siendo cristiano, sus pensamientos eran: “Yo estoy
pintando unas personas aquí perdidas, para alcanzar yo la gloria terrenal …
Mejor sería que fuese en pos de ellos para conducirlos a su único Salvador, al
cual desconocen.”
Dejando
su estudio se ofreció como misionero para ir al Africa, pensando en el
espantoso estado de los pobres hijos del Continente atormentado por cien
enemigos.
Y
aquel joven pintor se volvió el abnegado Misionero Obispo Tucker, de Uganda,
cuya historia es fuente de inspiración de amor a los perdidos.—El Faro.
75.
LAS BIENAVENTURANZAS DEL PASTOR
Rom.
11:13; 1 Cor. 4:1–4; 2 Cor. 6:3; Col. 4:17; 1 Tim. 4:6, 12–16; 2 Tim. 2:1, 15,
16; 4:5.
Bienaventurado
el pastor que no se deja llevar por los chismes de la semana hasta el grado de
introducirlos en su sermón el día domingo: porque él tendrá un mensaje de Dios.
Bienaventurado
el pastor que no se ofende cuando alguien habla encomiásticamente de su
predecesor, y guarda su lengua de menguar las obras del pastor anterior: porque
a todos impresionará bien.
Bienaventurado
el pastor que no es muy dado a tratar a las personas del sexo opuesto: porque
permanecerá muchos años en la obra del Señor.
Bienaventurado
el pastor que tiene bien disciplinado su hogar, cuya esposa se porta con
decoro, y se viste y habla con propiedad: porque recibirá bendiciones sin
cuento.
Bienaventurado
el pastor que no culpa a todos los demás por sus errores y fracasos: porque
será un gran director.
Bienaventurado
el pastor que no se descuida a sí mismo, ni a su familia, ni el edificio en que
predica: porque será respetado de todos.
Bienaventurado
el pastor que posee una visión; que, con los ojos bien abiertos, echa mano a
todas las oportunidades para impulsar el avance del reino de Dios: porque será
deseado por todo el pueblo de Dios.
Bienaventurado
el pastor que está enteramente santificado: porque será feliz siempre.—O. N.
Robinson.
76.
ALGUNOS “NO”
Rom.
11:3; 2 Tim. 2:1, 15, 16.
No
hables entre dientes. Mastica el alimento, pero no la lengua.
No
prediques largo. Más vale que la gente se vaya con ganas de oirte más, que de
escucharte menos.
No
prediques sermones viejos sin revisarlos antes. Los hombres grandes se ven
ridículos en ropas de adolescente.
No
hagas muchos ademanes. La simplicidad es muy deseable en los lugares elevados,
especialmente en el púlpito.
No
tengas un tono de voz monótono. Las cuerdas vo cales contienen muchas notas,
usa todas las que puedas.
No
hagas restallar el púlpito con tus gritos. Habla a los hombres en un volumen
tan natural como el que usas cuando hablas con ellos.
No
hagas oraciones largas. Recuerda siempre al visitante.
No
mezcles la política con la predicación.
No
descuides la oración privada. Los mejores tubos de tu órgano no pueden producir
música a menos que estén llenos con el hálito divino.
No
regañes a tu congregación. Dale duro a la gente sólo cuando se interponga entre
ti y el diablo.
No
toques mucho en una sola cuerda. La variedad es agradable, y la Palabra de Dios
contiene una gran cantidad de temas distintos.
No
dejes caer la voz al terminar una frase. La gente necesita oir tanto el final
como el principio de tus pensamientos.—El Heraldo de Santidad.
77.
GIPSY SMITH ORO POR SU TIO
Rom.
9:1–3.
Una
vez había un niño gitano que más tarde llegó a ser el gran evangelista Gipsy
Smith. En aquellos tiempos era prohibido que los niños, especialmente entre los
gitanos, hablaran a sus mayores cuando éstos no les hablaban. Pues bien, Gipsy
se había convertido al evangelio y tenía muchos deseos de que su tío también se
convirtiera; pero no sabía cómo hablarle. Por fin el niño decidió orar y pedir
a Dios que le ayudara a hablarle a su tío. Pasó el tiempo, Gipsy seguía orando,
por fin, un día su tío se fijó en que los pantalones de su sobrino estaban muy
gastados, y le dijo: “Gipsy, ¿por qué tus pantalones están casi agujerados de
las rodillas y el resto de ellos está en buenas condiciones?” A lo que Gipsy
respondió: “Están gastados de las rodillas porque he estado orando mucho tiempo
por ti, tío; pues deseo con todo mi corazón que Dios te haga cristiano.”
El
tío miró con cariño a su sobrino, y poniendo su brazo en los hombros de Gipsy
cayó de rodillas aceptando a Cristo como su Salvador.—El Expositor Bíblico.
78.
PREDICADOR VANIDOSO
1
Tim. 3:1, 2, 6, 7; 4:7, 12, 15, 16; 6:3, 4, 11, 14; 2 Tim. 2:15, 23, 24, 25;
3:2–5; Tito 1:7–9; 3:8, 9.
El
sermón fue una obra maestra. Los comentarios de los feligreses confirmaron lo
que yo ya sabía: había estado estupendo. La última persona en salir fue una
dama de edad muy avanzada.
—¿Le
han dicho a usted alguna vez que es una maravilla? —me preguntó con suavidad.
En
el “no” con que le contesté no había el menor vestigio de convicción.
—Pues
entonces —me dijo— ¿de dónde sacó usted la idea de que lo es?—Selecciones del
Reader’s Digest.
79.
LO QUE SOÑO UN PREDICADOR, POR LO CUAL YA NO QUISO MORIR
Marcos
1:16–20.
Un
hombre soñó que repentinamente había muerto y había sido transportado al cielo.
Estando en aquel mundo glorioso pensaba que estaba en él porque lo merecía. De
pronto alguien vino a verlo, lo llevó a las almenas, y comenzó el diálogo
siguiente:
—Ven.
Voy a mostrarte una cosa—: Mira allá abajo. ¿Qué ves?
—Veo
un mundo muy obscuro.
—Fíjate:
a ver si lo conoces.
—Por
supuesto; es el mundo de donde vine.
—¿Qué
ves?
—Que
los hombres allá están vendados, y muchos se dirigen a un precipicio.
—Bien:
¿Te quedarás aquí, a gozar del cielo, o volverás a la tierra con el objeto de
dedicar un poco más de tiempo a hablarles a esos hombres acerca de este mundo?
El
hombre que tuvo este sueño era un predicador que había estado desalentado; y,
al despertar, dijo: “Ya no quiero morir; sino trabajar.”—Dwight L. Moody.
80.
LOS MISIONEROS
Mat.
9:37; 13:3; 28:18–20; Mar. 16; Rom. 11:13; 2 Tim. 2:15; 4:5; Apoc. 2:10.
Procedentes
del Norte llegaron
Los
hermanos en noble misión,
Ya
que un día su ser dedicaron
Al
maestro de gran corazón.
De
Jesús el ejemplo siguiendo
Hoy
están con presteza y valor;
Por
el mundo el mensaje exponiendo
Marcharán
imitando su amor.
Adalides
del Dios Soberano:
Sin
cesar trabajad, combatid,
Que
es deber del soldado cristiano
Mantenerse
constante en la lid.
De
la Biblia su santa doctrina
Predicad
con ferviente oración,
El
Buen Dios vuestra senda ilumina
Y os
dará su especial bendición.
Ya
los campos se muestran dorados
Y
las mieses maduras también;
Los
trabajos serán compensados
A
los fieles que esperan y creen.
Un
hermoso recuerdo tendremos
De
constancia y feliz devoción,
Por
vosotros con gozo oraremos
Y de
Dios obtendréis protección.
Las
iglesias querrán recordaros
En
la lucha tenaz contra el mal,
Y el
Señor ya sabrá confirmaros
Para
el Reino Glorioso, Eternal.
Mensajeros
del Cristo sublime,
Portadores
de luz y verdad,
Exaltad
al Señor que redime,
Por
el tiempo y la eternidad.
Teodoro
E. Quiros V.
81.
OBRA MISIONERA
Is. 55:11; Ecl. 11:1; Mat. 24:35; 28:18–20; Mar.
13:31; Luc. 21:33; Hch. 1:8; 1 Ped. 1:25a.
Un
misionero moravo, llamado Jorge Smith, se embarcó y fue al Africa. Poco tiempo
después había conquistado a un pecador para Cristo: una humilde mujer. No mucho
tiempo después fue obligado a salir de allí. Pasados unos meses, moría orando a
Dios por los pobres negros. Le parecía que su empresa había llegado al fracaso.
Pero
un grupo de hombres llegó más tarde hasta el lugar donde él había orado:
encontraron allí una Biblia, y luego, cerca, a la mujer convertida.
Cien
años después de empezada esa obra cristiana en Africa, esa empresa misionera
tiene más de 12.000 convertidos, como resultado, o como grande efecto de una
causa pequeña, si ésta es considerada humanamente.—El Faro.
82.
EL CRISTIANISMO ES MUNDIAL
Hch.
17:6.
Uno
de los primeros cristianos de la ciudad de Neesima, Japón, era un ciudadano de
mucha influencia social y por lo mismo era muy conocido. Cuando las autoridades
eclesiásticas de la ciudad supieron que ese señor se había convertido al
cristianismo aceptando a Cristo como su Salvador, lo citaron para que
compareciera ante ellas y les informara si era verdad o no que se había
convertido. Dicho señor se presentó ante esas autoridades, y en el curso de la
conversación uno de los oficiales dijo: “Japón tiene suficientes religiones y
no necesita ni una más.” El nuevo convertido, sin vacilar contestó: “Si la
religión de Confucio es suficiente, ¿por qué no se ha extendido fuera de Japón
y de China, siendo que Confucio vivió miles de años antes de Cristo? Y si usted
dice que el budismo es suficiente, ¿por qué tampoco ha ido más allá de estos
países? Además, si la religión de Cristo es mala, ¿puede usted decirme por qué
se ha extendido por casi todo el mundo, no obstante que su fundador la predicó
únicamente tres años?—Exp. Bíbl.
83.
MINISTRO SIN EXITO: PORQUE PREDICO LA PUREZA
Gén.
37:2d; Amós 1:3–15; 2:1–16; 3:1–6; 5:1–27; 5:21–24; 6:1–14; 7:10–17; 8:1–14;
8:4–8.
Conocí
a un ministro que no tuvo buen éxito en una iglesia porque sus opositores
procedieron de tal manera que él tuvo que renunciar. Y no se trataba de un caso
en que faltara una táctica sabia de parte del ministro; sino de una impía
dirección de parte de un grupo de oficiales de la iglesia que deseaban
determinar los procedimientos que la misma debía seguir. En el alma de los
componentes de ese grupo no existían las cualidades de carácter necesarias para
apoyar una predicación intrépida, valiente y pura. Pero este mal no abatió ni
acobardó a ese joven ministro, pues era como Daniel: estaba decidido a ser
sincero, puro, y leal a la verdad, ya fuera que Dios lo librara o no del peligro.
Tal valor es raro; y tales profetas son muy necesarios en la actualidad. Quiera
el Señor levantar a muchos ministros que sean como ese joven y como el profeta
Amós.—W. R. White.
84.
“PASTOR”
Hch.
20:18, 20, 31.
Pastor,
tú que día y noche te entregas a buscar
Al
pecador perdido que en el abismo está,
Tú
que sufres desvelos sin nunca descansar
Tras
esa oveja infiel que descarriada va.
Tú,
Pastor, tú que siembras en cada corazón,
Del
bendito evangelio la simiente más pura:
¿Qué
recibes en cambio de tu constante acción?—;
Tristezas,
desencantos, desdenes y amargura …
Mas,
¡ah!, pastor, es cierto que recibes centenas (de dolores,
Y es
cierto que tú viertes el llanto sobre el llanto.
Pero
también es cierto que encuentras muchas flores
Cuyo
perfume rico apaga tu quebranto.
Pastor:
Sigue escribiendo el libro de tu historia
Y
deja en cada página una sagrada huella:
Que
el premio lo tendrás allá en la gloria
Y en
cada oveja salva tendrás allá una estrella.
Marcos
Rodríguez Hernández
85.
HOMBRES BUENOS EN TIEMPOS MALOS
Amós
5:21–24; 7:10–17; 8:4–8.
De
éstos ha habido muchos: Elías, Eliseo, Jeremías, y muchos otros héroes del
Antiguo Testamento; Pedro, Pablo, Jacobo y otros del Nuevo Testamento. En los
tiempos malos, si nos sentimos impulsados por el Espíritu Santo a hablar, no
debemos apagar el Espíritu: hablemos con valor, dejando a un lado los dictados
de la falsamente llamada prudencia. El arrojo de Lutero, Calvino, Knox, Huss,
Hubmeier y muchos otros, contribuyó al éxito de la Reforma. El valor de hombres
como Spurgeon y Parker en Inglaterra; Finney, Moody y muchos otros en Estados
Unidos; Cabrera en España, Li en China, Cova y Cabrera en Cuba, Teófilo Barocio
y Pablo Rodríguez y otros muchos en México; y un sinnúmero más en todos los
países, que no podemos nombrar aquí, que “instaban a tiempo y fuera de tiempo”,
constituyen la explicación del éxito que ha alcanzado en estos tiempos el
evangelio de Jesús. Seamos prudentes hasta donde sea posible; pero sigamos la
dirección del Espíritu Santo, cueste lo que cueste, para la honra y gloria
divinas.—J. E. Davis.
86.
NO ESTABA LLAMADO
Gén.
12:1–5; Jos. 1:1–9; 1 Sam. 3:4–10; Is. 6:1–10; Jer. 1:4–19; Amós 7:14, 15; Jon.
1:1–3; Mat. 4:18–22; 9:9–13; Mar. 1:16–20; 2:13–17; Luc. 5:2–11; 27–32; Jn.
1:40–42; Hch. 9:1–19.
En
cierta ocasión colaboré en un servicio de ordenación. Al candidato se le hizo
la siguiente pregunta: “¿Ha sido usted llamado por Dios?” el interrogado se
ruborizó, tartamudeó, miró como si un oficial del tránsito le hubiera entregado
una boleta por haber cometido una infracción, tragó saliva, y dijo: “Dispense
usted: ¿Qué me decía? El interrogador escogido por la asamblea pro curó ser
bondadoso, y le preguntó: “¿Por qué desea usted entrar en el ministerio? A esto
respondió el candidato al ministerio: “Bien …, pues …, este …, es una posición
respetable; y yo creo que puedo hacer algo bucno.” El interrogador le dirigió
una sonrisa para animarlo a que continuara; y prosiguió el candidato: “Mi
pastor me asegura que uno tiene una vida protegida por Dios, muy agradable, de
cultura, de asociación con la mejor clase de gente y con los mejores libros. Yo
siempre he deseado una vida de incesantes variedades … con un sueldo asegurado
…”—A. M. Bailey.
87.
MI PREDICADOR
Heb.
13:7, 17.
A mi
predicador le debo bastante de mi tiempo para ayudarlo en su trabajo
dondequiera que él me necesite.
Debo
tener confianza en él, de manera que él pueda sentirse libre para servir a la
iglesia sin estorbos, sin críticas y sin buscarle los defectos.
Debo
respetarlo como embajador que Dios ha enviado para enseñarme una manera de
vivir mejor que la manera egoísta y la existencia sórdida que podría yo vivir
si no tuviera yo su dirección.
Debo
orar para que Dios haga que el servicio de mi predicador sea una bendición para
todos los que se ponen en relación con él.—Un Boletín de Iglesia.
88.
?QUE ES UN MINISTRO?
1
Tim. 4:12.
I. Un
ministro del evangelio debe ser un hombre de gran sentido común.
II. Debe
tener una mente bien cultivada y una profunda experiencia.
III. Uno
que recibe su instrucción directamente de Dios, y que estudia detenidamente al
hombre.
IV. Un
hombre que ora mucho, lee mucho y estudia mucho.
V. Un
hombre que cree que Dios le dio su trabajo, y lo hace como si Dios estuviera
vigilándolo, y da toda la gloria a Dios.
VI. Un
hombre que permanece bajo la inspiración del Todopoderoso y ha atesorado la
Palabra Divina en su corazón para no pecar contra él.—Adam Clark.
89.
NO HAY EXCEPCIONES
1
Cor. 15:55.
Fui
a una fábrica a examinar el registro de los muertos y encontré que Elisabeth X
murió de este modo y de este otro. Tomé luego un volumen de la Historia de
Inglaterra y encontré que la Reina Elizabeth murió así y así. Una misma palabra
describía el fin de ambas Elizabeths, la pobre y la reina. El mendigo murió; Guillermo
el Conquistador murió; el rey Uzzías murió. Qué universalmente se aplica una
misma palabra a todas las clases y condiciones de los hombres.—Rev. J. H.
Jowett, D. D.
90.
LA INFLUENCIA DE LA MUJER
Gén.
1:27–30; 2:18–25; 3:1–21; 4:17–25; 1 Rey. 21:5–10, 16–20; Prov. 5:3–23;
6:26–35; 7:1–27; 9:13–18; 11:22; 12:4; 14:1; 19:14b; 21:9, 19; 27:15, 16;
31:10–31; Jn. 4:5–42; Rom. 16:1–15; 1 Cor. 7:34b; Ef. 5:22–33; Col. 3:18–21; 1
Tim. 2:9–15; 3:11; 5:9–16; Tito, 2:3–5; 1 Ped. 3:1–7.
La
mujer ejerce una tremenda influencia sobre el hombre: esto es un hecho
indubitable. En cada acontecimiento importante de la historia de la humanidad o
de los individuos encontramos, cuando estudiamos desapasionadamente, a la mujer
ejerciendo su influencia sobre el hombre. La historia y la experiencia se dan
la mano en su testimonio a este respecto. De Agripina, la madre de Nerón, se ha
dicho que acostumbraba asistir a las reuniones del senado romano oculta tras
espeso continaje; y un poeta, presentando una hermosa paradoja a este respecto,
ha dicho que “Agripina estaba presente aunque ausente, en el senado.” Nosotros,
usando esta figura, podemos decir que la mujer ejerce tal influencia en la
humanidad que en cada uno de sus hechos está presente aunque esté ausente. Es
decir, podremos no verla a primera vista; pero si estudiamos bien el asunto la
encontraremos ejerciendo su influencia en cada uno de esos acontecimientos.—El
Expositor Bíblico.
91.
LA INFLUENCIA DE LA MADRE
Prov.
14:1.
Es
la mujer madre la que mayor influencia ejerce en el mundo. A ella ha sido dado
por Dios el bendito privilegio de moldear el corazón de sus hijos, educar su
carácter, guiar su vida, haciendo de él lo que ella quiere que sea. La madre de
Lamartine fue una mujer de profundo espíritu religioso, de gran ternura, que
continuamente se ocupaba y preocupaba del porvenir de sus hijos; y el gran
poeta francés fue, por la influencia de su madre, hombre religioso, de gran
ternura, un hombre eminente tanto por su carácter como por su brillante
inteligencia. La madre de Lord Byron fue una mujer frívola, de poco espíritu
religioso, que se burlaba de todo, hasta de la cojera de su propio hijo; y el
poeta inglés fue, por la influencia de su madre, un hombre incrédulo y burlón,
de brillante inteligencia, pero de un carácter brusco y de corazón empedernido.
¡Oh, lo que las madres pueden hacer de sus hijos! ¡Cómo pueden hacerlos hombres
nobles, dignos y grandes, u hombres bajos e indignos!—El Expositor Biblico.
92.
LA MUJER
1
Ped. 3:7.
Dice
el proverbio persa: “No hieras a la mujer ni con el pétalo de una rosa”. Mas yo
te digo: “No la hieras ni con el pensamiento.”—Amado Nervo.
93.
LUCHANDO EN ORACION POR UN AVIVAMIENTO
1
Sam. 7:5–17.
Durante
diez días antes del día de Pentecostés los apóstoles permanecieron en oración.
Cuando
Jonatán Edwards predicó su famoso sermón sobre el tema: “Los pecadores en manos
de un Dios airado”, había pasado toda la noche anterior en oración.
Los
avivamientos más notables de Carlos G. Finney eran aquellos en que Amós Clary y
otros hombres humildes lucharon en oración con Dios por el éxito de las
reuniones.
Es
un hecho histórico que antes de algunas batallas de la guerra civil de los
Estados Unidos de la América del Norte, que el Presidente Abraham Lincoln pasó
horas enteras en angustiosa oración.
Dios
vive y todavía puede oir y contestar la oración del creyente fiel.—Practical
Commentary.
94.
DESARREGLO CON LOS PUÑOS Y ARREGLO CON ORACION
Sal.
34:15; 85:10; Prov. 3:1–2; 3:17; 17:1; Is. 48:22; 57:21; Zac. 8:12; 8:16; 8:19;
Mal. 2:6; Mar. 9:50; Luc. 2:14; 14:32; Jn. 14:27; Rom. 1:7; 2:10, 8:6; 14:17;
14:19; 15:33; 16:20; 1 Cor. 7:15; 2 Cor. 13:11; Gál. 5:22; Ef. 4:13; Col. 3:15;
1 Tes. 5:13; 2 Tim. 2:22; Heb. 12:14.
Cuatro
campesinos se encontraron fuera de una ciudad cuando iban de viaje. Los llamaremos
los señores A, B, C y D.
El
señor A y el señor B durante mucho tiempo habían estado fuertemente enojados,
el uno contra el otro por causa de ciertos límites de sus propiedades, pues
eran vecinos, y dichos límites no estaban claramente definidos. Cuando A y B se
vieron no se saludaron, se hicieronreclamaciones recíprocamente, comenzaron a
usar un vocabulario insolente y a ofenderse de palabra. Entonces A desafió a B
para que pelearan a puñetazos: A comenzó, y B devolvió los golpes … Al fin A
fue derrotado, y cayó al suelo.
Mientras,
los señores C y D estuvieron observando el desarrollo de los acontecimientos; y
aunque tenían un problema como el de A y B, y los niños de uno habían peleado
con los niños del otro, el señor C dijo a D: “Señor D, yo creo que debemos
orar. Vamos a orar.” Después de la oración dijo el señor D: “Vamos a ponernos
de acuerdo; para arreglar nuestro problema yo haré mi parte y usted hará la
suya. Cada uno de nosotros tiene algo de razón y ha cometido unos errores en
este asunto.” El señor C estuvo de acuerdo en esto, y después de haber orado
otra vez resolvieron su problema; y el domingo siguiente se sentaron juntos en
el templo y juntos adoraron a Dios.—Adaptado de Higley.
95.
REMENDABA ZAPATOS PARA HACER OBRA MISIONERA
Mat.
22:34–40; 28:18–20; Mar. 12:28–34; 16:15; Hech. 1:8; 20:34; 2 Cor. 8:3; 9:7.
Guillermo
Carey era un zapatero remendón antes de ser misionero. Era cristiano, conocía
“La Gran Comisión” y la sentía: por lo mismo anhelaba vehementemente que
alguien llevara el evangelio a los paganos que vivían en lejanas tierras donde
no se había predicado. Tanto era su interés misionero a favor de esos países,
que enfrente de su banco de trabajo puso un mapa en el cual los veía con
frecuencia, y con tristeza pensaba que en ellos no se habían predicado “Las
Buenas Nuevas de Salvación”. Después de haber estado durante algún tiempo en
comunión con Dios, y de comprender que Dios quería que él fuera, decidió ir, y
fue. Pero siguió componiendo zapatos para sostenerse y al mismo tiempo predicar
el evangelio; y solía decir a algunas personas: “Mi negocio es servir a Dios; y
compongo zapatos para pagar los gastos que se originan en ese negocio.”
96.
ORAR ES TRABAJAR
Ef.
6:18, 19.
Un
pastor visitaba a una anciana que era miembro de su congregación. Dicha anciana
había estado inválida durante mucho tiempo.
—Lamento
mucho haber llegado a esta hora —le dijo—; pero he tenido que recorrer todo el
pueblo antes de venir.
—Yo
también, señor pastor, acabo de recorrer todo el pueblo.
—¿Cómo
es posible? Usted no puede moverse de la cama.
¡Ah!
—contestó la viejecita—; mi alma no está atada a la cama, y así todos los días
recorro el pueblo con mis oraciones, sin moverme de aquí.—Tribuna Evangélica.
97.
MUCHAS CLASES DE SABIOS
Job.
28:28; Prov. 2; 3; 4; Stg. 1:15.
Existen
los sabios según ellos mismos, a los cuales la Biblia llama necios.
Existen
los sabios según los demás, a los cuales la Biblia alaba.
Existen
los sabios según los conocimientos, de los cuales la Biblia dice que han de
perder toda su ciencia cuando mueran.
Existen
los sabios según Dios, a los cuales los hombres llaman locos, y la Biblia llama
nacidos de nuevo.
Esta
última es la sabiduría verdadera y real porque durará para siempre en el
cielo.—Diccionario de Anécdotas y de Ilustraciones Bíblicas, por Antonio
Almudévar.
Para
ser sabio según el cielo,
has
de ser loco para este suelo.
Para
ser sabio en el Señor
debo
aceptar todo su amor.
98.
EXAMEN PROPIO PARA SER SANTO
Sal.
139:23, 24.
Juan
Wesley dijo que Juan Fletcher era el hombre más santo que había conocido en
Europa y en América; y que lo era porque diariamente se examinaba para saber si
su proceder estaba de acuerdo con los planes de Dios, para lo cual se hacía las
siguientes preguntas:
1. ¿Desperté
espiritualmente y tuve cuidado de guardar mi mente de pensamientos errantes,
cuando me levanté esta mañana?
2. ¿Me
he acercado a Dios en oración o he dado lugar a la pereza y a la desidia
espiritual?
3. ¿Se
ha debilitado mi fe por no haber velado, o ha sido avivada por haberla puesto
en actividad hoy?
4. ¿He
andado hoy por fe, y he procurado ver a Dios en todas las cosas?
5. ¿Me
he negado a mí mismo al usar palabras y al expresar pensamientos poco
bondadosos? ¿Me he debilitado espiritualmente al ver que prefieren a otros en
mi lugar?
6. ¿He
aprovechado mi tiempo precioso, mis fuerzas y mis oportunidades según la luz
que Dios me ha dado?
7. ¿He
guardado mi corazón en un ambiente de gracia, de modo que haya sacado provecho?
8. ¿Qué
he hecho hoy por los cuerpos y por las almas de los santos?
9. ¿He
derrochado cualquier cosa por agradarme a mí mismo, cuando podía haber guardado
el dinero para la casa de Dios?
10. ¿He
gobernado bien mi lengua, recordando que en la multitud de palabras no falta
pecado?
11. ¿En
cuántas ocasiones me he negado a mí mismo hoy?
12. ¿Mi
vida y mis palabras han honrado el evangelio de Cristo?—Ilustraciones
Selectas.—A. Espinoza.
99.
CUESTION DE ALTURA
1
Cor. 3:16, 17, 6:19, 20; 2 Cor. 6:16–18 Ef. 2:20–22; Heb. 12:14 Apoc. 22:11.
En
alguna parte oí la siguiente charla entre un eminente cristiano y uno de esos
jóvenes indecisos y preguntones que abundan por estos rumbos.
—Dígame,
pastor, —preguntó el joven— ¿es malo el cigarrillo?
—¿Es
usted creyente?
—Yo
sí; pero todavía fumo cigarrillo.
—Oiga
esta historia —respondió el pastor—: En la Segunda Guerra Mundial, un aviador
salió de su base a fin de atacar en determinado sitio. Ya lejos de la tierra,
notó que una rata roía las cuerdas del paracaídas. El aviador en vez de volver
a tierra, conocedor como era de la poca resistencia de las ratas a las alturas,
elevó su aparato, hasta que la rata murió a consecuencia de la elevación. Así
pasa con nosotros, amigo mío. Si las ratas del vicio están cortando los hilos
de nuestra comunión con Dios, esto implica que volamos bajo, muy bajo, tan bajo
que el ambiente es propicio para las actividades del vicio. Pero si volamos a
considerable altura, como cosa muy natural, las ratas de los vicios dejarán de
perjudicarnos porque estallarán a causa de la altura.
Amigo
lector, si usted todavía es víctima del vicio, elévese, elévese, hasta que sus
vicios pierdan todo su poder.—El Testigo.
100.
SPURGEON Y LOS ERRORES GRAMATICALES DE MOODY
Luc.
9:59–62.
Moody
era un hombre que no sólo cometía errores gramaticales, sino de pronunciación.
Alguien, que estaba celoso de su éxito, preguntó a Spurgeon qué pensaba de un
hombre que era capaz de pronunciar la palabra “Jerusalén” en dos sílabas. El
“príncipe de los predicadores” comprendió a quién se refería y rápidamente
repuso: “Que me alegra saber que hay gente con tanta premura para predicar el
evangelio que no tenga tiempo de pronunciar todas las sílabas.”
ANECDOTAS
DESDE 101-200
101.
MOODY, EL CIGARRO, Y LA BIBLIA
1
Cor. 6:20.
Le
preguntaron a Moody si había en la Biblia algún versículo que prohibiera fumar.
—No —dijo él—, pero conozco uno que ordena fumar. —¡Cómo! —exclamó el
interrogador. Y repuso Moody: —sí, en Apocalipsis 22:11: “El que es inmundo,
sea inmundo todavía.”
102.
EL TONTO
Prov.
12:16.
Juan
Wesley iba una vez manejando su coche, cuando un incrédulo que lo conocía y
hostigaba apareció en su propio coche, del otro lado del camino, e intencionalmente
ocupó el centro de la calzada obligando al predicador a pasar peligrosamente
junto a la cuneta. —¡Yo no dejo el lugar a los tontos! —exclamó el incrédulo—.
Pues yo sí —repuso tranquilamente Wesley, y siguió su camino.
103.
HENRY W. BEECHER Y EL “TONTO”
Prov.
15:21.
Henry
Ward Beecher recibió en un sobre un pedazo de papel en el cual estaba escrita
únicamente la palabra: “TONTO”. Seguramente la intención era ofender al señor
Beecher; pero el gran predicador se dirigió a la congregación y le dijo: “He recibido
muchas cartas en las cuales ha habido algún mensaje, aunque quienes me las han
enviado no han firmado con su nombre; pero esta es la primera ocasión en que
recibo una carta con firma y sin mensaje; la firma dice: “Tonto”.
104.
MATEO HENRY ASALTADO
Rom.
12:21.
Mateo
Henry, el famoso autor del comentario que lleva su nombre, fue asaltado por
unos ladrones que le robaron su cartera. Entonces él escribió lo siguiente en
su diario: “Señor, ayúdame a estar agradecido; primero, porque nunca antes he
sido robado; segundo, porque aunque se llevaron la cartera, no me quitaron la
vida; tercero, porque aunque se llevaron todo lo que tenía yo, no era mucho; y
cuarto, porque fui yo quien fue robado y no quien robó.”—Tribuna Evangélica.
105.
OYO EL SERMON Y QUERIA VIVIRLO
Luc.
6:46; Rom. 2:13; Stg. 1:22, 23, 25.
Cuando
una anciana salía de la iglesia, una amiga la encontró y le preguntó: —¿Ya
terminó el sermón?
—No
—respondió la anciana—, ya lo predicaron, perono se ha terminado. Ahora voy a
hacer mi parte del sermón, a vivirlo.
Cuando
una congregación, por pequeña que sea, reacciona de manera tal por causa de los
sermones de su pastor, el beneficio es incalculable.—El Heraldo de Santidad.
106.
PARA NIÑOS Y JOVENCITOS A DONDE NO PODIAN IR LOS QUE SUBIAN LOS ALPES
Is.
55:9; 49:15.
Era
la mañana de un festival. A una hora temprana los aldeanos se habían congregado
en el campo. Sobre ellos las cumbres de los Alpes se elevaban en grandiosa
majestad. Los alegres niños estaban jugando en grupos, cuando un fuerte grito llamó
la atención de todos. Un águila de la montaña se había precipitado
repentinamente y, para horror de los que allí estaban, se elevó con un niño que
luchaba por soltarse de sus garras.
En
medio del terror y confusión, transcurrió algún tiempo sin saberse quién era, y
un profundo gemido se escuchó de la multitud cuando se supo que era un hermoso
niño—el único consuelo de una viuda. “¡Mi hijo! ¡mi hermoso niño!” exclamaba,
mientras se retorcía las manos en agonía, y con los ojos llenos de lágrimas
observaba el vuelo del ave poderosa, mientras que el pastor procuraba en vano
consolarla.
Algunos
montañeses instantáneamente se lanzaron hacia los peñascos, y todo ojo los
siguió mientras ascendían lentamente. Al fin, al desaparecer el águila más allá
del abrupto precipicio, se vio que se detuvieron y todos con excepción de dos
abandonaron la tentativa. Al fin, como se elevaban peñasco sobre peñasco,
dejaron la lucha desesperada, y un gemido de los espectadores manifestaba que
toda esperanza había desaparecido.
Con
el rostro lívido por la desesperación, la mirada sobre el precipicio, la madre
había yacido inmóvil hasta entonces; pero cuando vio que los perseguidores se
detenían, con un grito de agonía se lanzó por el ascenso que era casi
perpendicular. Arriba, aún hacia arriba, siguió por su peligroso camino, hasta
ganar el punto que parecía desafiar ya el avance, y allí los peñascos se
elevaban mucho, y amenazadores ante ella; pero donde el esfuerzo fracasó en
otros, ella, impulsada por el amor, invocó toda su fuerza, y sin detenerse ante
el peligro, sus pies descalzos y tiernos se cogían del liquen, y prosiguió
hacia arriba con la admiración y terror de los espectadores. Una y nada más una
vez, se detuvo a mirar hacia abajo. A medio camino hacia la cumbre, ¡qué vista
tan sorprendente y hermosa contemplaron sus ojos! Allá abajo del valle tortuoso
había una densa masa de seres humanos. Ninguno estaba en pie, ni una cabeza
cubierta, sino que los señores, jóvenes y niños estaban arrodillados en férvida
súplica, a la vez que de la aldea el repique de la campana resonaba en su oído,
llamando a los habitantes vecinos a unirse en la oración. Al fin llegó a la
cumbre y para su gozo indecible vio a su niño aún con vida en el nido. En ala
rápida el águila giraba alrededor en círculo más arriba que ella. Coger al
niño, asegurarlo en su seno y atarlo a ella con su chal fue cuestión de un
momento.
Encomendándose
al Padre amoroso, tornó a descender. Temerario había sido el ascenso, pero más
temible y peligroso parecía el descenso. Al llegar al lugar dificultoso, con el
cerebro aturdido y con el corazón desvanecido, se detuvo, estrechando a su niño
a su seno con estremecimiento. En ese momento su oído escuchó el balido débil
de una cabra, guiando a sus cabritos por otro lado. Con una gratitud indecible
hacia Dios, cruzó para descender por ese camino antes desconocido, y escuchó
los gritos distantes de gozo de los aldeanos allá abajo. Pronto estuvieron a su
lado fuertes brazos y estaba salva con su hijo.
El
amor le había llevado a la altura donde los escaladores de los Alpes no habían
podido subir. Sin embargo, se nos dice que el amor de Dios va más allá.
107.
BEECHER, SU SERMON, Y UN PREDICADOR JOVEN
1
Tim. 3:6.
En
los Estados Unidos un joven predicó un día un muy elocuente sermón. A la salida
se le acercó alguien de la concurrencia y le preguntó cuánto había tardado en
prepararlo. “Varios días”, respondió el predicador satisfecho. “Pues a mí”,
contestó el visitante, “me llevó varios años”. Y agregó: “Yo soy Henry Ward
Beecher.”
Beecher,
el gran predicador antiesclavista y pastor de Lincoln, había tenido el
privilegio de oir predicar uno de sus sermones impresos. Luego escribió una
carta al joven exhortándole con todo aprecio a dejar esa costumbre, y años más
tarde aquel reconocía su deuda de gratitud al gran hombre de Dios.
108.
SPURGEON, SU CORBATA, Y UNA LENGUA
Stg.
3:5, 8–10.
Spurgeon
lucía en cierta ocasión una larga y vistosa corbata de aquellas que estaban muy
de moda en la época en que “el príncipe de los predicadores” llenaba los
templos y salones de espectáculos más grandes de Londres.
Después
de la predicación, se le acercó una señora que era conocida de él: de esas que
son muy devotas; pero cuya mayor preocupación es descubrir los defectos del
prójimo.
—Señor
Spurgeon —le dijo—, he traído mis tijeras; pues deseo acortarle esa corbata que
es muy mundana y demasiado larga para un predicador del evangelio.
—Corte
como quiera, señora —fue la respuesta—. Pero antes permítame usar sus tijeras
para cortar algo que usted lleva, una cosa que es demasiado larga, y que
produce grave daño a su testimonio cristiano.
La
mujer sorprendida, no se opuso en absoluto. Y entonces Spurgeon, sonriendo, le
dijo:
—Saque
la lengua, señora.—Tribuna Evangélica.
109.
J. WHITEFIELD Y EL NUEVO NACIMIENTO
Jn.
3:3.
El
renombrado Jorge Whitefield predicó tantas veces sobre el texto que dice:“Os es
necesario nacer otra vez”, que una persona de su auditorio le preguntó: “¿Por
qué predica usted tanto sobre el mismo texto?” La respuesta fue la siguiente:
“Porque os es necesario nacer otra vez.”
110.
MOODY Y EL DINERO PARA UNA CAMPAÑA
2
Cor. 8:7.
En
una ocasión Moody reunió a un grupo de industriales y comerciantes cristianos
para hablarles de los problemas financieros de una campaña de evangelización.
“Vamos a hacer una reunión de oración ahora mismo”, dijo uno de ellos
piadosamente, “para pedir al Señor que mande los medios”. “No”, dijo Moody sin
circunloquios; “lo que hay que hacer es levantar una ofrenda ahora
mismo”.—Tribuna Evangélica.
111.
AFIRMADO EN EL LODO
Fil.
3:12–14.
Había
un hermano que cada vez que testificaba en el culto de oración, decía: “No hago
muchos avances en lo que toca a mi experiencia cristiana; pero al menos me
siento afirmado y fortalecido.”
Un
día, al acarrear madera desde su campo de trabajo, su carreta quedó
completamente atorada en el cieno de un riachuelo que él tenía que atravesar.
Por más que hacía esfuerzos por salir, la carreta se hundía más.
En
eso, uno de los miembros de la iglesia, viendo su problema y acordándose del
testimonio que su amigo daba ante la congregación, le dijo: “Hermano mío, ahora
sí que no ha hecho mucho progreso; pero al menos está usted afirmado.”—El
Heraldo de Santidad.
112.
AMONESTACION OPORTUNA A NUESTRO PROJIMO
Gén.
31:42.
Una
vez un artista estaba pintando la bóveda de un templo, y con frecuencia daba
unos pasos hacia atrás en el andamio, para contemplar su obra. Se encontraba
tan absorto contemplando su trabajo, que no se había dado cuenta de que iba a
caer en el pavimento que estaba a gran distancia del andamio.
Otro
pintor, hermano de aquel, viéndolo en peligro y comprendiendo que una palabra
podría apresurar su caída, arrojó una brocha sobre el cuadro que contemplaba el
artista que estaba en peligro. Este pintor, sorprendido y enojado,
violentamente se dirigió hacia adelante: así se salvó de una caída que hubiera
sido mortal. Así también, Dios algunas veces destruye las halagadoras
esperanzas de nuestro corazón, para advertirnos el grave peligro en que estamos
por causa del pecado, y para salvar nuestras almas.—Peloubet.
113.
SUEÑO CURIOSO
Prov.
20:1; 23:20, 21.
Un
trabajador cierta mañana contó a su esposa el siguiente sueño que él había
tenido la noche anterior: “Soñé que se me acercaron cuatro ratas: la primera
era muy gorda, las dos siguientes estaban muy flacas, y la cuarta estaba
ciega.”
El
hombre aquel estaba muy preocupado porque, según le habían dicho, era un
presagio malo eso de soñar algo acerca de tales animales. La mujer de este
trabajador, tan supersticiosa como su marido, tuvo miedo y no sabía cómo
interpretar aquel sueño funesto. El hijo de ellos, que era muy inteligente y
nada supersticioso, y que no tenía para su padre mucho respeto filial, sirvió
de “José” a aquel moderno “Faraón”, e interpretó el sueño:
“La
rata gorda”, dijo el joven, “es el tabernero de la esquina, que se come todo lo
que ganas; las dos ratas flacas, somos mamá y yo, que no tenemos qué comer; y
la ciega eres tú …” Dicho esto, se escapó rápidamente por temor a una buena
paliza que hubiera recibido como premio a su franqueza.—J. R. C.
114.
POR QUE PUDO LOGRAR TANTO
Rom.
16:9.
Uno
de los más destacados ministros de este siglo fue el doctor Jorge W Truett,
pastor de la Primera Iglesia Bautista de Dallas, Texas, EE. UU. de A. por más
de cuarenta años. Los servicios del doctor Truett eran solicitados en todas
partes del mundo. Viajaba mucho, dirigía campañas de evangelización en las
grandes ciudades, actuaba como presidente de la Convención Bautista del Sur,
era miembro del consejo de varias organizaciones denominacionales, etcétera.
¿Cómo pudo atender tantasactividades, y a la vez pastorear una iglesia que
llegó a tener cerca de diez mil miembros?
Hubo
un diácono, miembro de la iglesia, que tenía grandes capacidades, dueño de un
negocio lucrativo, y este varón de Dios decidió dedicar casi todo su tiempo a
ayudar a su pastor. Durante la ausencia del doctor Truett, el señor Roberto
Coleman atendía todos los negocios urgentes de la iglesia, visitaba a los
enfermos, y hasta dirigía los cultos fúnebres. Cuando el doctor Truett estaba
en la ciudad el señor Coleman también atendía a muchos de los detalles de la
obra para que Truett tuviera tiempo para hacer los preparativos espirituales
que requería ese pastorado. Roberto Coleman era altamente estimado y amado por
sus hermanos en la fe. Cuando pasó a mejor vida, la iglesia lamentó su muerte
tanto como se lamentó cuando falleció su amado pastor doctor Truett.
115.
EI LIBRO QUE BARUCH ESCRIBIO
Jer.
36:4.
No
era fácil producir un libro en los tiempos de Baruch. No existía el papel fino
que tenemos hoy día, ni siquiera el papiro que usaban en los tiempos de Cristo
y poco antes. El libro de Baruch consistía en pedazos de pieles de animales,
especialmente preparadas y cosidas para formar una tira larga, atada a un palo
en cada extremo para que se enrollara en uno u otro de los dos palos. La
escritura se hacía con tinta, a mano, en columnas paralelas a los palos. En el
hebreo, idioma en que Baruch escribía, las líneas corrían de derecha a
izquierda. Para escribir las palabras sólo se usaban consonantes, y el lector
tenía que suplir las vocales. Sin duda, el libro que Jeremías dictó a Baruch,
le costó a éste muchas horas de arduos trabajos, y para que hubiera otro
ejemplar del libro fue necesario que algún escriba hiciera una copia a mano.
116.
EXPERIENCIA AMARGA
Dan.
4:29–37.
Un
hombre impío se jactaba de que no había nada que pudiese sujetar su voluntad a
Dios y que le impidiera proceder como él quisiera.
Un
domingo, mientras sus vecinos iban al culto, él se quedó en casa trabajando,
para demostrar así que él hacía lo que quería.
Pero
durante su trabajo le ocurrió un accidente que le ocasionó la pérdida total de
un ojo y le dañó gravemente el otro. Durante el tiempo que tuvo que permanecer
en casa para atenderse, reflexionó sobre su estado físico y reconoció lo
peligroso de él. Por el peligro en que había estado su cuerpo, comprendió el
peligro en que se hallaba su alma, si no se humillaba y arrepentía de sus
pecados delante del Señor. Así lo hizo, y desde entonces pudo dar alabanza al
Señor por su gracia y misericordia, y por haberle hecho reconocer su impiedad
por medio de aquel accidente.—El Atalaya Bautista.
117.
UNA OVEJA DESOBEDIENTE
Heb.
12:5–13.
Se
relata la historia de una oveja que siempre desoía a su pastor y se descarriaba
con mucha frecuencia. El pastor por fin se vio obligado a tomar medidas fuertes
para que la oveja aprendiera a obedecer.
En
una de estas muchas ocasiones en que el pastor tuvo que buscar a la oveja
descarriada, al hallarla le pegó en una de las piernas con tanta fuerza, que el
animalito quedó perniquebrado. Después el pastor recogió tiernamente a la oveja
y la llevó al redil, donde le dio a ese miembro afectado la atención médica que
le correspondía. Durante varios días el pastor, con sus propias manos, dio de
comer a la oveja, la acariciaba y la trataba con mucho cariño. Cuando la oveja
pudo andar otra vez, cojeaba un poco; pero no volvió a extraviarse. Se dice que
siempre andaba muy cerca de su pastor y que lo obedecía en todo lo que le
indicaba.
118.
EL MIEMBRO NEGLIGENTE
Heb.
10:25.
Era
la pena del pastor. En vano le hablaba con amor para ayudarlo a ser más fiel a
los cultos. Pero todo parecía en vano.
Un
día, al visitarlo, lo halló sentado ante el fuego del hogar, calentándose. El
pastor, después de saludarlo, se sentó junto a él; y tomando las tenazas se
dedicó a tomar todas las ascuas de la hoguera para ponerlas todas separadas
unas de otras. El miembro de la iglesia dejó que el pasto hiciera eso y no le
dijo nada.
El
pastor preguntó: —¿Qué les sucederá ahora, separadas como están? —Se apagarán,
—contestó el miembro.
Siguió
un momento de silencio. Al fin el hombre habló: —Soy una de estas ascuas,
¿verdad, pastor?
—Exactamente
—respondió el pastor.
Entonces
aquel hermano dijo: —Vamos a orar a Dios, pastor, para que no lo sea más desde
este día. Y desde aquel día este miembro negligente se mostró más fiel a su
pastor, a su iglesia, y a su Señor.
119.
LA DESESPERACION DEL PECADOR
Dan.
5:6.
El
artista Washington Alson gastó más de doce años intentando pintar la escena de
la fiesta de Belsasar, y después dejó el trabajo sin terminar. Se dice que la
dificultad principal que el genio del artista no pudo vencer, fue la
desesperación del rey condenado. Muy bien pudo ser así, porque fue la
desesperación de un espíritu perdido, que repentinamente estaba cara a cara don
el juicio retributivo de Dios escrito por una mano misteriosa de otro mundo.
¿Cuál artista puede retratar esto en la expresión de un rostro humano?—Phelps.
120.
LA MANO DE LA ADVERTENCIA
Prov.
14:34.
Hay
un escrito de advertencias y destruccíón en la pared de cada pecador. Por algún
tiempo, este escrito puede ser invisible, como la escritura llamada
“simpática”, que no se puede ver hasta poner el papel en contacto con el fuego
o con ciertas substancias químicas; pero ese escrito está grabado en donde los
ojos del pecador lo verán algún día, y está allí como otra amonestación para el
arrepentimiento. Las leyes eternas de Dios, y su providencia, son como una mano
gigante que escribe el desastre de cada nación que no quiere ser justa. Sería
muy bueno que esas naciones pudieran ver el manuscrito antes que estuviera
terminado.—Peloubet.
121.
UN PATRIOTA QUE MURIO POR SU PAIS
Mat.
16:24, 25.
“Lamento
tener solamente una vida qué ofrecer por mi país.” Estas fueron las últimas
palabras de Nathan Hale. Este joven patriota había sido graduado en la
Universidad de Yale, había sido maestro de escuela, y capitán en el ejército
del general Jorge Washington. Cuando el general Washington necesitó a alguien
para consequir informaciones en cuanto al enemigo, Nathan Hale se ofreció para
la peligrosa misión. Logró penetrar en las líneas de los ingleses, haciéndose
pasar como maestro de escuela, y recogiendo poco a poco la valiosa información
que los americanos necesitaban. Cuando trató de volver al campo militar
americano fue capturado y condenado a muerte por ser espía. El joven Nathan
Hale lamentó el fracaso de su misión, pero no el sacrificio de su vida:
verdaderamente amaba a su patria.
122.
EL PATRIOTISMO HEBREO EN EL DIA DE HOY
Deut.
28:11–13.
El
Israel moderno, surgió como estado judío en una porción de la Palestina, el 15
de mayo de 1948. Esta nueva nación es un monumento al patriotismo de los judíos
de los Estados Unidos, Europa, y de otras partes del mundo. Muchos judíos han enviado
su sostén económico. La razón principal por la cual algunos judíos dieron
principio al plan para establecer una nación hebrea, fue la persecución de los
judíos en Europa. Estos pobres no tenían ningún lugar al que pudieran irse para
obtener refugio. Los hebreos de los Estados Unidos organizaron un movimiento
para recoger los fondos necesarios a fin de comprar y desarrollar grandes
secciones de Palestina. Ahora, después de pocos años, tienen su gobierno bien
organizado, tienen ejército, marina y una Universidad. Esta Universidad
recientemente consiguió los famosos rollos de las Escrituras que fueron
descubiertos en el Mar Muerto.
123.
EL NOBLE Y LAS DEUDAS
Is.
52:3; Sal. 103:3.
Al
llegar a una ciudad, cierto noble que andaba viajando, mandó fijar el siguiente
anuncio: “Pagaré las deudas de cualquiera que venga a verme mañana entre las
ocho y las doce de la mañana.”
Dieron
las once del día sin que nadie hubiese acudido; poco tiempo después fue
llegando un pobre hombre que con mucha timidez y como con vergüenza le dijo:
—Señor, ¿es cierto que usted ha prometido pagar las deudas de cualquier persona
que venga a verle?
—Sí,
efectivamente así es. ¿Cuánto debe usted?
El
hombre dijo cuánto era y el caballero extendió un cheque por valor de la
cantidad que debía, y le mandó que se sentase hasta que dieran las doce. Media
hora más tarde llegó otro y fue tratado de la misma manera. Al dar las doce el
noble despachó a los dos.
Al
salir a la calle se hallaron con muchos, dispuestos a burlarse de ellos por
haber sido tan crédulos y haberse dejado engañar, según ellos creían; pero
grande fue su sorpresa al ver los cheques que tenían en la mano.
Entonces
corrieron a la puerta de la casa, mas ¡ay! ya era tarde, ya había pasado la
hora y la puerta estaba cerrada, Tuvieron que volverse entristecidos por no
haber creído.
Esta
es una ilustración de las condiciones para obtener el perdón de pecados que es
el don gratuito de Dios. Hay un tiempo especificado durante el cual se halla
abierta la puerta de gracia. No siempre será así.
Llegará
un tiempo cuando será demasiado tarde para poder alcanzar la salvación de Dios.
El único tiempo que podemos considerar como nuestro es el de “Ahora”, el de
“Hoy”. La exhortación bíblica es: “Si oyereis HOY su voz, no endurezcáis
vuestros corazones” (Hebreos 3:15).
124.
DIAMANTE FAMOSO
1
Ped. 2:9.
Ha
despertado interés mundial el diamante conocido con el nombre de “presidente
Vargas”, que acaba de ser vendido en Nueva York. El diamante, el mayor del
mundo, pesa 726.60 quilates, y está valorado en cerca de un millón de dólares.
Este valor ascenderá a muchos millones más cuando sea transformado en 14
lujosas joyas.
125.
EL CRISTIANO ES UN HIJO DEL REY
Apoc.
1:6.
Se
dice que en cierta ocasión el Emperador Napoleón I se encontraba delante de un
grupo de soldados, cuando de repente su caballo se desbocó; entonces un soldado
raso se lanzó hacia el caballo, y, cogiendo el freno del caballo, pudo pronto
detenerlo. Se dice que Napoleón saludó al soldado raso y le dijo: “Gracias, mi
capitán”. El soldado se sorprendió al oir a Napoleón decirle “capitán”, pues él
era un simple soldado raso, pero inmediatamente pensó que se encontraba delante
de Napoleón, y que si él quería, podía hacerlo capitán. Así que, saludó a su
Emperador y le preguntó: “¿De qué regimiento, mi Emperador?” El emperador le
contestó: “De mi guardia personal.” Aquel soldado raso se presentó como capitán
ante el jefe de la guardia personal de Napoleón; el oficial, viéndolo con
uniforme de soldado raso, le preguntó: “¿Capitán, por órdenes de quién” — “Por
órdenes de mi Emperador, Napoleón I.”
En
ese momento dejó de ser soldado raso y llegó a ser capitán. Si este soldado
raso no hubiese tenido fe, hubiera dicho: “Mi Emperador me dice capitán, pero
yo no soy más que un soldado raso. Por el susto que le dio el caballo, se
equivocó y me dijo capitán”, y se hubiera ido a tomar su lugar y habría
permanecido soldado raso toda su vida.
Todos
nosotros por naturaleza somos “hijos de ira”, hijos de desobediencia; pero Dios
en su infinito amor e infinita misericordia quiere hacernos sus hijos. En el
evangelio de nuestro Señor Jesucristo según Juan 1:12, encontramos estas
preciosas palabras: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su
nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.”
Hoy,
este día, por la fe puedes ser hecho hijo de Dios, pidiendo a Dios perdón de
tus pecados, aceptando a Cristo Jesús como tu Salvador personal, y dejando que
el Espíritu Santo haga su obra regeneradora en tu ser.
“Ven
a Cristo con fe viva,
Piensa
mucho en su amor;
No
dudes reciba
Al
más vil pecador.”
“Cree
y fija tu confianza
En
su muerte por ti;
El
gozo alcanza
Quien
lo hiciere así.”
126.
EL INCORRUPTIBLE FABRICIO
Jn.
18:22, 23.
El
nombre de Fabricio Lucio, célebre general romano de los tiempos primitivos de
expansión de la República, ha quedado en la historia como emblema de probidad,
sencillez, desinterés e integridad ciudadanas. Se dice que “hallándose el
famoso general en la más completa pobreza fue nombrado embajador por la
República, para ir a tratar con Pirro, rey de Epiro, sobre asuntos de la mayor
importancia concernientes a su patria. Pirro lo recibió en su corte con las
mayores distinciones y trató de inducirlo para que secundara sus proyectos,
contrarios a Roma, ofreciéndole honores elevados y grandes riquezas.”
Pirro
conocía las valías morales de Fabricio, con quien había luchado en acciones
bélicas sin que hubiera logrado vencerlo. Conocía la entereza de carácter del
noble patricio y creyó que si lograba inclinarlo a su favor habría hecho una
trascendente adquisición. En efecto, Pirro, haciendo uso de su habilidad, de su
talento y sus riquezas, y aprovechando la pobreza de Fabricio, le hizo
insinuaciones morbosas, indignas de la elevada moral del ciudadano íntegro.
La
contestación de Fabricio fue la siguiente: “Si aún me crees honrado; ¿por qué
pretendes corromperme? Y si me crees capaz de dejarme sobornar, ¿de qué puedo
servirte?” Tan elocuente contestación hizo retroceder a Pirro y le proporcionó
una visión de un hombre cabal, digno de la más alta consideración.—El
Embajador.
127.
VIBORAS EN SU SEPULCRO
Hch.
12:21–23.
En
cierta ciudad de los Estados Unidos vivió hace tiempo un hombre rico, bien
conocido, llamado Zet Pedil, quien no creía en la existencia de Dios; se
burlaba de los cultos evangélicos y de los que creían en Dios, con tal
vehemencia lo hacía y con un vocabulario tan soez que cuando los creyentes lo
veían, temblaban de terror. Un día, este ateo dijo delante de muchos testigos
lo siguiente: “Si Dios existe y es verdad lo que dice la Biblia, que mi cuerpo
habite entre víboras cuando yo esté en el sepulcro.”
No
mucho después, en 1908, este ateo murió a la edad de 82 años, y cuando bajaban
su cadáver al sepulcro, había en él una enorme víbora. Después de esto siempre
se han encontrado víboras alrededor del sepulcro del ateo. El sepulturero dijo
que una vez mató cuatro víboras en esta tumba, mientras que en otras no se
encuentra ninguna. Otro escribió: “El sepulcro de este hombre está siempre
lleno de víboras. En cualquier tiempo que lo visitéis, encontraréis estos
animales; el año pasado visitamos ese lugar veinte personas y encontramos
veinte víboras.” Y se asienta que mientras más víboras matan, más abundan.
En
1931, el director de un periódico escribió lo siguiente: “En abril visité la
tumba del ateo Zet Pedil y vimos en él seis víboras negras; mi compañero mató
una de ellas a la que fotografiamos. El sepulturero nos dijo que esa mañana él
había matado cuatro. Y que hacía algún tiempo habían abierto el sepulcro y lo
habían limpiado para extinguir los animales, pero no habían tenido éxito. Y
otro hombre dijo: “Es notable que en los sepulcros adjuntos no haya ni una sola
víbora, mientras que éste está infestado.”
Este
hecho, raro y notable, a la vez que verdadero, se ha esparcido por medio de los
periódicos y folletos, acompañado por fotografías. Con esto, muchos hombres
juiciosos e inteligentes se han convencido de su error; pero otros,
desgraciadamente, han seguido en su pecado. Dios contestó el dicho del ateo e
hizo que su cuerpo habitara entre víboras. Cuánta razón tenía el Apóstol al
decir: “No os engañéis, Dios no puede ser burlado” (Gálatas 6:7).—Julio
Petridis, en El Heraldo de Santidad.
128.
TODAVIA NO
Ecl.
12:1; Mat. 19:16–24; Mar. 10:17–23; Luc. 10:25–28; 12:15–21.
“Todavía
no”, dijo un niño entretenido en sus juegos. “Cuando crezca yo un poco pensaré
en las cosas de Dios.” Llegó a ser un joven muy robusto.
“Todavía
no”, dijo el joven. “Cuando vea yo prosperar mi negocio tendré más tiempo para
asuntos espirituales.” El negocio prosperó.
“Todavía
no”, dijo el hombre de negocios. “Mis hijos me necesitan ahora. Cuando ellos
crezcan y estén bien colocados entonces tendré más oportunidad para pensar en
eso.” Envejeció.
“Todavía
no”, siguió diciendo. “Pronto voy a retirarme de mis negocios para que tenga yo
bastante tiempo para leer y reflexionar.” Así murió.
Dejó
para más tarde lo que debía haber hecho cuando era joven. Vivió sin Dios y a
consecuencia de esto murió sin esperanza.—El Sembrador.
129.
¿A CUAL DE ESTOS DOS HOMBRES TE PARECES?
Luc.
10:25–37.
La
noche cuando el vapor “Princes Alice” chocó con el “Bywell Castel”, a causa de
una densa niebla, y seiscientos excursionistas perecieron de los novecientos o
más que iban a bordo, dos barqueros estaban amarrando sus barcos. Al oir el
estallido y los gritos uno de ellos dijo: “Estoy cansado, me voy a casa; nadie
me verá en la niebla.”
Los
dos tuvieron que comparecer en la investigación del caso. Interrogado el
primero si había oído los gritos contestó que sí. Vuelto a ser interrogado qué
había hecho contestó: —Nada señor. —¿No está avergonzado? a lo que contestó:
—Señor, la vergüenza nunca me dejará hasta que muera.
Interrogado
el otro qué había hecho contestó: —Salté al barco y remé con todas mis fuerzas
hacia el barco náufrago. Atesté mi bote de mujeres y niños, y cuando ya era
peligroso tomar otra más, me fui remando con este grito: ¡Oh, Señor, quién
tuviera un barco más grande! ¡OH, SEÑOR, QUIEN TUVIERA UN BARCO MAS GRANDE!”
Podemos
imaginar las palabras dirigidas a estos dos hombres, cuán distintas habrán
sido. ¡Oh, que cada lector pueda hacerse un examen delante de Dios y a la luz
de su presencia pueda darse cuenta de cómo está aprovechando el tiempo tan
precioso que él nos da! Y una santa compasión por las almas perdidas inunde
todo nuestro ser, y desde hoy resuelva ponerse a entera disposición del Señor
para un servicio más eficiente que honre a nuestro Dios y nos produzca más
gozo.—Adaptado.
130.
VOZ ALTA
Un
joven en EE. UU. tenía por costumbre “gritar” mucho cuando predicaba. Varias veces
fue aconsejado para que lo evitara; pero el consejo no tuvo éxito.
Cierto
día, estando predicando nuevamente, comenzó a gritar; hasta que unos amigos que
estaban sentados en el fondo del local levantaron un cartel de tamaño
apreciable, en el cual estaba escrito: “No te hagas ningún mal; que todos
estamos aquí” Hechos 16:20.—El Despertar.
131.
LOS DESIGNIOS DEL SEÑOR
2
Cor. 6:4–10
Un
soldado anónimo escribió lo siguiente hace casi un siglo:
Pedí
a Dios que me hiciera fuerte para sobresalir … me hizo débil para que
aprendiera a obedecer humildemente.
Pedí
ayuda para hacer obras más grandes … se me dieron dolencias para hacer obras
mejores.
Pedí
riquezas para obtener la felicidad … se me dio pobreza para que fuera prudente.
Pedí
de todo para poder gozar de la vida … se me concedió la vida para que gozara de
todo.
No
recibí nada de lo que pedí … pero sí todo lo que podía esperar.
A
despecho de mí mismo, fueron oídas mis oraciones. Soy entre todos el hombre más
bienaventurado.—Campo Misionero.
132.
EL RABINO Y LA PLATA
Job
31:24–28.
“Un
día, el rabino Eglón recibió la visita de un hombre muy religioso, muy rico y
muy avaro. El rabino lo llevó a una ventana. ¿Qué ves? —le preguntó. Veo gente
—le respondió el rico. Entonces el rabino lo llevó ante el espejo. ¿Y ahora qué
ves? —volvió a preguntarle. Me veo a mí mismo —le contestó el otro. El rabino
entonces le dijo: Pues, en la ventana como en el espejo, hay un cristal; sólo
que el del espejo se halla recubierto por una capa de plata y, a causa de la
plata, no se ve al prójimo, sino se ve uno a sí mismo.”—Autor Desconocido.
133.
JUAN WESLEY TRABAJADOR
2
Cor. 11:23a, b.
Juan
Wesley viajó más de 400.000 kilómetros a lomo de caballo, haciendo un promedio
de 32 kilómetros diarios, durante cuarenta años. Predicó 40.000 sermones; son
más de 200 obras las que escribió o para cuya edición ayudó, (entre libros,
folletos, himnos, sermones, etcétera), aprendió bien 10 idiomas. A los 83 años
se sintió molesto porque no podía escribir más de una hora por día sin
perjudicar su vista, y a los 86 se avergonzó de no predicar diariamente más de
dos veces. Poco después se quejó, en su diario, de que sentía cada vez
mayormente la tendencia a quedarse acostado en su cama hasta las 5:30 a. m.
134.
LA MUERTE DE MAZARINO
Mat.
16:26.
Cuando
Mazarino, señor de Francia un tiempo, se sintió llegar a las puertas de la
muerte, mandó le trajesen todos sus tesoros para verlos por última vez.
Su
cámara se convirtió en un joyelero de riquezas y en un museo de arte.
Mirándolo
todo con ojos desencajados, crispaba sus manos sobre la ropa de su cama, y
gemía: —¡Y pensar que lo pierdo todo! ¡Y pensar que lo he de dejar todo!
Y
así murió Mazarino, el avaro.
135.
HACED MAS
Stg.
1:22.
Haced
más que oir: atended.
Haced
más que atender: comprended.
Haced
más que pensar: ponderad.
Haced
más que hablar: decid algo.
Haced
más que existir: vivid.
Haced
más que sentir: socorred.
Haced
más que mirar: observad.
Haced
más que leer: asimilad.
—J.
H. Rhoades
136.
RESOLUCIONES DIARIAS
2
Ped. 3:18.
1. HOY
conversaré acerca de Cristo con alguna persona, ya sea creyente, simpatizante o
inconversa.
2. HOY
compartiré la comunión con Dios por medio de la oración con otro, sobre los
asuntos de mutuo interés y para el bien de la obra de Cristo.
3. HOY
procuraré sobrellevar las cargas espirituales de otro.
4. HOY
manifestaré el amor de Cristo que es el cumplimiento de la ley.
5. HOY
buscaré la manera de auxiliar a un hermano menos privilegiado y menos
capacitado que yo.
6. HOY
trataré de servir a otros en vez de exigir su servicio para mí.
7. HOY
permaneceré con la Palabra de Dios hasta que el Espíritu Santo me revele un
nuevo manjar para el alma.
137.
EL LABRADOR Y LA CIGÜEÑA
1
Cor. 15:33; Sal. 1:1.
Quería
el labrador coger ciertas grullas, para lo cual tendió sus redes en el campo,
pero habiendo caído en ellas una cigüeña, ésta le decía que la soltase, porque
era inofensiva y no causaba daños como las otras aves.
—No
quiero, dijo el labrador riéndose, —porque tú ibas en compañía de las grullas,
que ocasionan graves perjuicios a los campos, y por lo mismo, ya que te
juntabas con los malos, sufre la muerte con ellos.
Debemos
buscar la compañía de los buenos, porque la de los malos siempre nos será
perjudicial.
138.
LA DISCRECION
Prov.
8:12.
León
y Jorge eran dos muchachos que estaban de aprendices en casa de un cerrajero.
El maestro acababa de salir y ellos se encontraron solos en la tienda.
—Nuestro
maestro —dijo León—, se ha olvidado de cerrar con llave su armario. Ven y
miraremos lo que hay dentro; yo he visto una carta abierta y la leeremos.
—No
—respondió Jorge—, que haya una llave en el armario o que no, es una misma cosa
para los que son honrados.
—Yo
no hablo de tocar nada, quiero solamente mirar.
—Pero,
León, querer conocer lo que otro quería guardar para sí, es ser indiscreto. El
indiscreto que roba los pensamientos y los secretos, es como el ladrón que roba
dinero; los dos roban, cada uno a su manera, y los dos se deshonran. Yo no
quiero ser indiscreto.”
León
se ruborizó, comprendiendo que su compañero tenía razón.
El
que es honrado lo es con todo lo que pertenece a otro, tanto los secretos como
el dinero.
139.
PREOCUPACIONES DE UN RICO
1
Tim. 6:6–10.
Pheraulas,
un persa que de la pobreza se levantó hasta llegar a ser un hombre riquísimo,
procuró persuadir a Saciano, joven amigo suyo, de que las riquezas no le habían
dado más felicidad ni le habían proporcionado más contento que los que tenía
antes de ser rico.
“Tú
sabes”, le decía, “que ahora no como, ni bebo, ni duermo con más gusto que
cuando era pobre. Al tener esta abundancia, lo que he ganado es lo siguiente:
tengo más que guardar, que distribuir más entre otros, y que son muchas mis
preocupaciones para cuidar lo que tengo. Ahora muchos sirvientes me piden
alimento, bebidas, vestidos; algunos necesitan al doctor; otros vienen y me
traen una oveja destrozada por los lobos, o un buey que se mató porque cayó en
un precipicio, o me informan de una plaga que está afectando al ganado. Así
pues, parece que ahora tengo más molestias que cuando era pobre.”
Es
obligatorio para el que posee mucho gastar mucho en sus negocios, en sus amigos
y en los extraños; y cualquiera que se agrada con la posesión de muchas
riquezas, puede estar seguro de que sufrirá muchas molestias por tener que
gastarlas.—Pulp. Comm.
140.
LA PLEGARIA DEL ARBOL
Sal.
1:3; Núm. 24:6.
Tú
que pasas y levantas contra mí tu brazo, antes de hacerme mal, mira mi bien.
Yo
soy el calor de tu hogar en las noches frías de invierno.
Yo
soy la sombra amiga que te protege contra el sol estival. Mis frutos sacian tu
hambre y calman tu sed.
Yo
soy la viga que soporta el techo de tu casa, la cama en que descansas.
Yo
soy el mango de tus herramientas, la puerta de tu casa.
Cuando
naces, tengo madera para tu cuna; cuando mueres, en forma de ataúd yo te
acompaño al seno de la tierra.
Yo
soy pan de bondad y flor de belleza.
Si
me amas, como merezco, defiéndeme contra los insensatos.
141.
SE DICE DE LA SERPIENTE
Sal.
51:7.
Que
su mordedura no es tan mala si hace poco que ha bebido, porque antes de beber se
vacía de su veneno.
Sería
bueno que arrojásemos toda nuestra malicia antes de elevar nuestras oraciones a
Dios, para que él pueda contestarlas, que en ocasiones él no puede hacerlo
porque el pecado limita su bondad, quizá este pecado sea el enfado contra
alguien a quien no hemos todavía perdonado.—Spencer.
142.
SOBRE LA ROCA
Sal.
27:5; 40:2.
Después
de un naufragio en una terrible tempestad, un marino pudo llegar a una pequeña
roca y escalarla, y allí permaneció durante muchos horas.
Cuando
al fin pudo ser rescatado, un amigo suyo le preguntó:
—¿No
temblabas de espanto por estar tantas horas en tan precaria situación, amigo
mío?
—Sí
—contestó el náufrago—, la verdad es que temblaba mucho; pero … ¡la roca no …!
Y esto fue lo que me salvó.—Entre Nosotros.
143.
SALVO PARA SERVIR A DIOS
Gén.
37:13–28; 39:21a; 41:38–46; 45:4–13. Ex. 2:1–10; 3:1–12; 12:29–38, 51; 1 Sam. 18:10–16; 19:9–12; 20:30–33;
21:10; 22:1–4; 24:3, 12–16; 2 Sam. 2:4; 5:1–5; Dan. 1:3–7; 3; 6; Jon. 1; 2:1,
2, 11; 3; Mat. 2:1–8, 13; 27:29, 37, 54; 28:6, 18; Apoc. 1:4–7; 6:1; 7:9–17;
14:1–3; 19:1–16; 21:21–27; 22:1–3; Luc. 22:31; Mat. 26:69–75; Mar. 14:66–72;
Hch. 2:14–42; Hch. 9:3–6, 13–15; 25:10, 11; 26:27; 28:16–31.
Un
niño de siete años de edad quería saber para qué había nacido, y se lo preguntó
a su papá. El papá le dijo que él y su mamá habían orado pidiendo a Dios un
niño. El pequeño interrogador no quedó muy satisfecho e hizo otra pregunta:
“¿Eso es todo?” Entonces el padre explicó lo mejor que pudo a su hijito que
Dios tiene un propósito para cada persona y por lo mismo le conserva la vida; y
que tal vez Dios quería usarlo de alguna manera. No mucho tiempo después el
niño trepó a un árbol y accidentalmente se cayó y quedó herido de gravedad.
Todas las personas que lo veían creían que no viviría; pero Dios hizo el
milagro de conservarle la vida. Cuando el niño pudo pensar normalmente, dijo:
—Papá, tú me dijiste que tal vez Dios quería usarme, ¿te acuerdas? El padre
contestó: —Sí, hijito. Y el niño agregó: —Tal vez por esto Dios no quiso que yo
muriera en este accidente. —En seguida, con lágrimas en sus ojos, agregó—:
Espero poder hacer aquello para lo cual Dios me devolvió la vída.—Adaptación.
144.
REY QUE HUMILDEMENTE ACEPTA LA REPRENSION
1
Sam. 13:8–14; 15:10–26; 18:6–25; Sal. 1; 33:12–22; 40:1–8; Is. 42:18–25.
Se
dice que Enrique el Grande de Francia hallaba mucho placer al conversar con
cierto hombre honesto y religioso, del pueblo humilde, quien trataba con mucha
confianza a su majestad. Ese hombre dijo cierto día al rey: “Señor, cuando oigo
a alguien hablar mal de vos, siempre os defiendo. Sé que sois muy justo y
generoso, y que habéis hecho muchas cosas nobles y dignas de alabanza. Pero
tenéis un vicio por el cual Dios os condenará, si no os arrepentís: me refiero
a vuestro amor ilícito para con algunas mujeres.” El rey, según se dice, era
demasiado magnánimo para resentirse por esta reprensión; pero por mucho tiempo
la sintió en su corazón clavada como una saeta. Después decía a sus amigos
íntimos que los discursos más elocuentes de los doctores de la Sorbona nunca le
habían impresionado como esta reprensión sincera de su humilde amigo.—Copiado.
145.
OBEDIENCIA, MEJOR QUE SACRIFICIO CONTRIBUYENTE; PERO INSATISFECHA
1
Ped. 1:18–19.
El
escritor de esta ilustración, cuando era joven, conoció a una mujer que había
estado ocupando una posición importante durante mucho tiempo y manejando mucho
dinero en una empresa que administraba grandes negocios. Esa dama simpatizaba
con la verdadera religión, la cristiana; pero por muchos años se había rehusado
a rendirse completamente a Dios. Sin embargo, ella se sacrificaba
financieramente para ayudar en la obra del Señor, y con frecuencia prometía que
daría a algún predicador necesitado, al cual ella indicaría, una cantidad de
dinero igual a la que recibiera en la primera carta de negocios en ese día. Esa
dama siempre cumplía sus promesas, aunque el hacerlo le costara mucho. Sin
embargo, todo eso no le dio la salvación ni le proporcionó gozo en su corazón.
Finalmente, cuando ya estaba avanzada en edad, se rindió al Señor. No podemos
ser redimidos cuando desobedecemos a Dios y hacemos otra cosa para encubrir tal
desobediencia. “El obedecer es mejor que los sacrificios” (1 Samuel
15:22).—Arnold’s.
146.
DESOBEDIENCIA QUE PRODUJO TERRIBLE CATASTROFE
Rom.
5:12.
El
16 de abril de 1947 en Texas City, Texas, EE. UU. de N. A., ocurrió una
violenta explosión, la cual fue considerada como la más grande que se ha
producido, aparte de las explosiones atómicas que se han efectuado. Tres barcos
que contenían explosivos volaron por los aires, y la población de Texas City
fue inundada con flameantes desechos que destruyeron casi instantáneamente una
fábrica de productos químicos valuada en diecinueve millones de dólares y
produjo cientos de incendios. Hubo 551 muertos, 3.000 heridos graves, y una
pérdida de cincuenta millones de dólares por los daños producidos en los
edificios. Todos estos perjuicios fueron causados por la desobediencia de un
marinero o de un estibador que, violando la prohibición expresa de fumar, fumó,
y arrojó la colilla del cigarro sobre alguna cosa inflamable; entonces se
produjo un pequeño incendio que se comunicó a los depósitos de municiones, y
después vino lo peor … la catástrofe. Todo, por la desobediencia de un solo
hombre.—A. L.
147.
DETENGASE Y MEDITE
Sal.
46:10.
Por
fantástico que parezca, acaso sería una buena idea que, en determinado día, se
desconectasen todos los teléfonos, cesasen de funcionar todos los motores, y se
suspendiese toda actividad por espacio de una hora; para darle de este modo a
la gente ocasión de reflexionar, por unos minutos, en lo que es la vida, y para
qué viven, y a qué aspiran verdaderamente.
En
momentos difíciles, cuando la ansiedad asedia al corazón, o algún otro pesar
nos lo oprime, ningún medio tan seguro como la meditación para lograr una calma
relativa. No se sabe de algo que pida menos gasto de tiempo y energía, cuando
quiera se trate de recobrar el dominio de nosotros mismos y de sujetar la
voluntad al imperio de la razón. A todos, sean cuales fueren nuestra edad y
nuestra experiencia, ha de sernos dable emplear en la meditación parte de
nuestras horas libres, y el hacerlo así, es condición indispensable para vivir
juiciosamente.—A. F. R.
148.
CON SU PUEBLO
Ex.
17:8–16; 1:29; 7:1; 9:3; Deut. 31:8; Jos. 1:9; Mat. 28:20.
Se
dice que en una batalla que dirigía el Duque de Wellington, una parte de su
ejército estaba cediendo ante el enemigo, cuando de pronto un soldado vio al
Duque entre sus propios combatientes, y el soldado gritó con voz estentórea y
jubilosa: “¡Aquí está el Duque! ¡Dios lo bendiga!” Y el mismo soldado,
dirigiendo la palabra a uno de sus compañeros, le gritó a éste: “¡Más me gusta
ver la cara del Duque, que a toda una brigada!” Los demás soldados, al oir todo
esto, volvieron sus rostros hacia el lugar donde estaba el Duque de Wellington:
al verlo se reanimaron, recobraron la serenidad y el valor, y decían: “¡El que
nunca ha sido derrotado ni lo será está con nosotros!” Y pronto derrotaron al
enemigo.
Jesucristo,
nuestro General, siempre está con su pueblo: Siempre está con nosotros: “Yo
estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”, dijo él (Mat.
28:20). ¡Sigamos luchando por conquistar al mundo: el Señor Jesús está con
nosotros!—Autor desconocido.
149.
EL SEÑOR JUDSON: HUMILDE COMO CRISTO
Job 22:29; Sal. 18:27; Prov. 3:34; 15:33; 22:4; Is.
57:15; 66:2; Miq. 6:8; Sof. 2:3; Mat. 11:29; Mat. 20:20–28; Mar. 10:35–45; Luc.
1:52; 14:11; 18:14; Hch. 20:19; Rom. 12:16; 2 Cor. 7:6; Ef. 4:2; Fil. 2:3, Col.
3:12; Stg. 4:6; 1 Ped. 5:5.
Se
relata que en una ocasión la esposa del señor Adoniram Judson, le leyó, con el
fin de divertirlo, algunas noticias de los periódicos en las cuales lo
comparaban con algunos de los apóstoles. El señor Judson estaba sobremanera
turbado, y dijo: “No quiero ser como ellos. No quiero ser como Pablo, ni como
Apolos, ni como Cefas, ni como cualquier otro hombre. Sólo tenemos un ejemplo
supremo, quien tentado en todo como nosotros, nunca cometió pecado. Deseo
seguirlo en todo, imitarlo en todo, practicar sus enseñanzas, beber de su
Espíritu, andar en sus sendas, y conocer mis debilidades porque él me las
indique y sólo él.”
¡Oh,
que seamos más semejantes a Cristo!— Autor desconocido.
150.
ALUSIONES DEMASIADO PERSONALES
Ex.
20:1–17; Deut. 5:6–21; Para cada mandamiento en el Decálogo búsquense los
pasajes indicados por las referencias.
El
editor de un periódico semanario necesitaba material para llenar unas columnas
y, como no tenía otro por el momento, mandó que sin comentario alguno
insertaran el Decálogo. Tres días después el editor recibió una carta de uno de
los lectores de dicho semanario, y en ella decía: “Favor de cancelar mi
subscripción porque su editorial es demasiado personal en contra mía.— El
Expositor Bíblico.
151.
RICO DESCUIDADO POR SU PASTOR
Sal.
45:12; Prov. 13:7; Jer. 5:23–28; Miq. 6:9–15; Mat. 6:19–34; 19:16–26; 19:27–31;
Mar. 10:17–27; 10:28–31; 12:41; Luc. 1:53; 6:24; 12:15–21; 12:22–31; 18:18–27;
18:28–30; 21:1–4; 1 Cor. 4:8; 1 Tim. 6:10; 6:17–19; Stg. 2:5–7; 5:1–6; Apoc.
5:15–17.
Cierto
pastor dijo que en su congregación había un hombre muy rico; que si éste
hubiera sido pobre él le habría hablado acerca de la salvación de su alma; pero
que él como pastor creía que sería presuntuoso hablarle de eso a dicho rico. Un
día uno de los miembros le preguntó al hombre rico: —Señor X, ¿ha aceptado
usted al Salvador? Este hombre, conmovido, y con lágrimas en los ojos,
respondió: —Agradezco a usted que me haya hecho esta pregunta. Durante mucho
tiempo he estado muy preocupado por esto, y siempre pensé que el ministro algún
día me hablaría de este importante asunto. ¡Oh, cuánto he deseado que me hable
de mi Salvador! Si me hubiera hablado, ¡yo podría haber tenido tranquilidad!
Sigamos
el ejemplo del Señor, quien a ricos y a pobres les anunció las buenas nuevas de
salvación; imitemos al apóstol Pablo, quien dijo: “A griegos y a no griegos, a
sabios y a no sabios soy deudor. Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a
anunciaros el evangelio…” (Rom. 1:14–16).
152.
LOS RICOS ESTAN EXPUESTOS A GRAN PELIGRO
Prov.
30:8–9.
Cierta
persona relata lo siguiente: El señor X me conoció porque yo iba al templo de
la iglesia a la cual él pertenecía, y en una ocasión le pedí un consejo, y me
lo dio. Después transcurrieron algunos años sin que tuviera yo la oportunidad
de verlo. Un día ese señor vino a mi casa: nos dimos los saludos de costumbre,
y después me preguntó si podría hablarme en lo privado, y le dije que sí.
Entramos en un cuarto donde nadie pudiera interrumpirnos. Cuando ya estábamos a
solas me dijo: “He sabido que usted está expuesto a un gran peligro.” Le dije
que yo no lo sabía. En seguida agregó: “Así lo pensaba yo; que no lo sabía
usted: por esta razón he venido a verlo. Me dicen que usted se está
enriqueciendo…: ¡Cuidado! ¡Está usted en el camino por el cual el diablo algunas
veces conduce a millares de personas a la ruina espiritual y las aleja de Dios
para siempre!” Siguió hablándome sobre este asunto con tanta solemnidad y
sinceridad que me impresionó profundamente. Cuando mi buen visitante y
consejero se despidió de mí, me quedé pensando en lo que habíamos conversado y
decidí que haría yo lo posible para que el aumento de mis riquezas no me
alejara de Dios, sino más bien para que éstas me acercaran a él y para que con
ellas ayudara yo a extender su reino en la tierra.—Anónimo.
153.
ORACION IMPROPIA DE UN PADRE
Mat.
20:22; Rom. 8:26; Stg. 4:3.
Cierto
niño, muy pequeño, estaba agonizando y su padre, que lo amaba mucho, se afligía
en gran manera y no quería conformarse con que su hijo muriera, aunque con
palabras de consuelo se lo aconsejaban sus amigos. Elpastor de la iglesia a la
cual pertenecía ese padre atribulado le daba iguales consejos y le decía que
aceptara la voluntad divina y entregara la vida de su hijo a Dios,
principalmente porque no había probabilidades de que el niño sanara. El padre
contestaba: “No puedo conformarme. Estoy orando para que Dios me conceda la
vida de mi hijo, cualesquiera que sean las consecuencias.” Se realizó el anhelo
del padre: el niño sanó, se desarrolló, y su padre lo mimaba con exceso. El
hijo llegó a ser un perverso: una espina que siempre estaba hiriendo el corazón
del padre. Cuando el hijo fue grande se hizo ladrón, robó cosas de valor a uno
de sus maestros, y cometió otros muchos delitos; fue llevado a la cárcel y
sentenciado a muerte. Tuvo una muerte ignominiosa, y sin que se arrepintiera de
sus muchos pecados. Cuando el hijo fue ejecutado, el padre se acordó de lo que
le pidió a Dios, y con tristeza, lágrimas y vergüenza confesó su insensatez y
su pecado al no haber estado conforme con que se hiciera la voluntad de
Dios.—El Expositor Bíblico.
154.
ENDEMONIADOS EN NUESTROS TIEMPOS
Gén.
3; Lev. 17:7, 17; Deut. 32:17; 1 Crón. 21:1; 2 Crón. 11:15; Job 1:6, 9, 12; 2;
1–7; Sal. 106:37; Mat. 4:1–11; 13:38; 17:14–18; 5:1–17; Mar. 1:12, 13, 23–27;
5:1–17; 7:24–30; 8:33; 9:14–29; Luc. 4:1–13; 4:33–36; 8:26–39; 9:37–43; 22:3–6;
22:31; Jn. 6:70; 13:2, 27; 8:44; Hch. 5:16; 8:7; 10:38; 13:10; 16:16–18;
19:13–18; 1 Tim. 4:1–4; 1 Jn. 3:8, 10; 4:1; 1 Ped. 5:8, 9; Stg. 4:7; Apoc.
12:7–10.
El
señor Hugh White, misionero presbiteriano en China durante muchos años, dice lo
siguiente: “La demonología, como se observa en los tiempos presentes, es la
misma del tiempo de Cristo. La terminología que se oye en relación con eso es
tan idéntica que uno siente que está andando en las calles de Nazaret o de
Capernaum. Es muy común experimentar las vejaciones que los demonios le hacen a
alguna persona, pues los demonios hablan, van y vienen, derriban al paciente y
tratan de matarlo.”
El
Señor White relata el caso de un hombre endemoniado: “Tenía desmayos, dormía en
las cuevas, comía inmundicias, hablaba con sonsonete y maldecía a la gente. La
víctima iba a los mercados, se desnudaba, y con todas sus fuerzas gritaba
maldiciones. Ahora esa persona está bien, está sana, y es afectuosa: gracias al
poder de Cristo.” Casos como éste se repiten con frecuencia.—Christian Life.
155.
TODA ES PARA TI…
Is. 55:1; 58:6–22; Mat. 25:40; Mar. 10:46; Luc. 6:31;
Hch. 3:1–6, 11; 1 Jn. 3:17, 18.
Cuando
la península de Corea estaba en sus “buenos tiempos” la vida era extremadamente
difícil; tanto así que en una familia un vaso de leche tenía que ser compartido
por todos los niños que hubiera en ella, y eso era considerado como un lujo en
la alimentación. Cada niño estaba acostumbrado a la escasez de leche, y ya
sabía qué tanto debía beber cuando la tenían.
Durante
la guerra que hubo en Corea (de junio de 1950 a junio de 1953), muchos niños se
extraviaron, y se dio el siguiente caso: Una enfermera de la Cruz Roja encontró
a uno de tales niños, y al verlo perdido lo recogió, y dándose cuenta de que
estaba hambriento, le dio un vaso de leche. El niño ansiosamente comenzó a
beber; de repente dejó de hacerlo, y preguntó a la enfermera cuántos
“traguitos” podía beber. La enfermera, conmovida y con lágrimas en los ojos, le
dijo. “Toda es para ti; bébela toda.”—Duke K. McCall.
156.
PRISIONERO; PERO CONFIANDO EN DIOS
1 Rey. 17:1–16; 2 Rey. 6:16, 17; Sal. 23:4; 27:1–3;
32:6, 7; 34:4–8, 17: 42:5, 11; 43:5; 46:1, 2, 7, 11; Is. 63:9; Hch. 8:1–17;
Rom. 8:28–39.
En
los primeros días de la Segunda Guerra Mundial los japoneses tomaron prisionero
al doctor Theron Rankin, que era misionero bautista en China. Entonces quedó
separado de todos sus seres amados: familiares y amigos, y fue despojado de
todas las cosas que eran de su propiedad personal. No tenía esperanzas de que
alguien lo protegiera, ni siquiera un gobierno amigo del de su país: los
Estados Unidos de la América del Norte. Todo lo que podía hacer era confiar en
Dios, en Cristo y en el Espíritu Santo; lo único que tenía eran las promesas de
las tres Divinas Personas. Muchos meses después un barco neutral sueco, el
Chripsholm, llevó al doctor Rankin a su patria. Más tarde dijo que cuando no
tenía más en quien confiar, sino en Dios, en Cristo y en el Espíritu Santo, su
actitud hacia sus captores japoneses cambió, y desapareció el temor que antes
había tenido.—Duke K. McCall.
157.
EL ASIENTO VACIO
Ecl.
5:1; Heb. 10:25.
“Tú
serás echado de menos, porque tu asiento estará vacío.” 1 Samuel 20:18.
El
asiento vacío habla con elocuencia. A pesar de que su mensaje no es agradable,
todos lo pueden oir.
Al
predicador el asiento vacío le dice: “Tu sermón no vale.”
Al
que visita la iglesia, le advierte: “Ya ves, vamos perdiendo terreno.”
Al
nuevo que busca una iglesia donde asistir: “Vale más esperar a ver lo que pasa
aquí.”
Al
tesorero de la iglesia: “¡Cuidado! ¡Habrá un déficit!”
A
los miembros presentes les aconseja: “Ustedes también pueden ausentarse el
domingo próximo.”
A
los verdaderos fieles les aconseja: “Trabajad, invitad, orad, orad, llenad esos
asientos vacíos.”
El
asiento vacío testifica contra los cultos. Mata la inspiración, ahoga la
esperanza. Aleja el celo y es un peso desanimador para toda iglesia.
Por
otro lado, el asiento ocupado es un ala, es un estímulo, es un incentivo y una
inspiración al predicador y a toda persona que ama al Señor Jesús.—Traducido y
aumentado del Moody Monthly, en La Luz Apostólica.
158.
ORACION DE UN HEROE DE LA LIBERTAD
Rom.
13:1–7.
Jorge
Washington, el primer presidente de los Estados Unidos, envió una circular a
los gobernadores de todos los estados, en junio de 1873. En el final de su
carta decía: “Mi oración más sincera a Dios es que os bendiga y que tenga
vuestro estado bajo su protección. Que él se digne inclinar el espíritu de los
ciudadanos a la subordinación y obediencia al gobierno, y despertar un
sentimiento de amor fraternal de los unos hacia los otros y, en particular para
sus hermanos que han peleado en los campos de batalla; y finalmente, que su
gracia nos mueva a todos a hacer justicia, a amar la misericordia y a
conducimos con esa claridad, mansedumbre y templanza que caracterizan al Divino
Autor de nuestra bendita religión, pues sin imitarlo con humildad nunca
podremos esperar que la nación sea feliz.”—El Exégeta.
159.
LIBRES DE CUATRO TEMORES
Amós
7:10–17; Jn. 8:31–36; Hch. 4:13–20; 5:25–32; Gál. 5:1, 13, 14; 2:4; 4:31; Rom.
6:18; 8:2; 2 Cor. 3:17.
El 6
de enero de 1941 el Presidente Franklin D. Roosevelt pronunció un discurso ante
el Congreso de los Estados Unidos de la América del Norte, y entre otras cosas
dijo que los Estados Unidos esperaban un mundo fundado sobre cuatro libertades
esenciales: I. Libertad de palabra; II. Libertad de cultos; III. Libertad de
trabajo; IV. Libertad de eludir el temor. (I. Libertad para expresar sus ideas;
II. Libertad para adorar a Dios en la forma preferida; III. Libertad para
elegir la forma de trabajar a fin de no padecer necesidad; IV. Libertad de
evitar todo aquello que haga que la gente sufra algún temor.)
160.
COMUNICACION INCOMPRENSIBLE
Luc.
2:25–35.
En
un culto de oración el predicador W. K. Gilliam dio el siguiente testimonio:
Volábamos en un aeroplano de la ciudad de Denver, Estado de Colorado, a la de
Chicago, estado de Illinois. Por radio se le dijo al piloto que al llegar a
esta ciudad no podría aterrizar porque había muchas nubes y las condiciones
atmosféricas en general no eran favorables. Cuando llegamos sobre Chicago no
veíamos nada, sino únicamente nubes blancas, y permanecimos media hora volando
en círculos sobre la ciudad. Repentinamente el aeroplano descendió en línea
recta y aterrizamos con precisión en la pista que nos correspondía. La
constante comunicación entre el operador de radio del aeropuerto y el piloto,
por ese medio que no veíamos ni entendíamos, hizo que pudiéramos descender en
el momento y en el lugar más convenientes. Esto puede ilustrar cómo Dios se
comunica con el hombre por medio del Espíritu Santo, y también puede ilustrar
que podemos tener éxito en nuestra vida espiritual si obedecemos a Dios y al
Espíritu Santo, como Simeón los obedeció.—Arnold’s.
161.
¿TE HABLA A TI EL PASTOR?
Ecl.
12:11.
Después
de mucho tiempo una señora volvió a ir al culto con su hijita. Por causa de su
trabajo no podía asistir a los cultos matinales; por eso fue en la noche. El
pastor habló en esa ocasión acerca de la negligencia de muchos en cuánto al
cumplimiento de sus deberes cristianos: No leen la Biblia, descuidan la
asistencia a los cultos, etcétera.
La
niñita escuchaba atentamente el sermón y, cuando oyó que el pastor hablaba de
la incuria de muchos padres, se volvió a su madre y, confiada, le dijo:
“¡Mamital ¿Te habla a ti el pastor?” Estas palabras fueron un flechazo para el
corazón de la madre que permaneció callada. Esa ingenua pregunta de su propia
hijita fue para ella un sermón vivo y eficaz.
Sería
conveniente que también nosotros tuviésemos a alguien que nos formulara esta
pregunta mientras escuchamos el sermón de nuestro pastor. Sin embargo, tantas
veces escuchamos el sermón de un pastor con el fin de criticar, o para oir al
orador tras el sermón, o para oir por oir porque estamos con el reloj en la
mano calculando el tiempo que tarda. Sí, es conveniente que nos preguntemos, a
veces, durante el culto: “¿Te habla a ti el pastor?” O para ser más exactos preguntémonos
así: “¿No te está hablando Dios a ti por medio del pastor?”—L. Gross.
162.
HIMNOS A LOS PAJAROS
Deut.
22:7.
Dios
te guarde, pajarillo,
flor
del bosque, plumas de oro,
nadie
mate tus pichones,
nadie
toque tu tesoro.
La
tormenta no te asuste
en
las noches despiadadas,
el
viento no te castigue,
no
te maten las heladas.
El
cazador no te encuentre
cuando
te busca en la selva,
la
sombra por defenderte
en
sus repliegues te envuelva.
Vuela
siempre por los aires,
picotea
en los jardines,
cuelga
el nido en las retamas.
Dios
te guarde, pajarillo,
flor
del bosque, plumas de oro,
nadie
mate tus pichones,
nadie
toque tu tesoro.
—Alfonsina
Storni.
163.
DIVINO OASIS
Apoc.
22:17.
Voy
cruzando por árido desierto,
De
la vida en su rudo batallar;
Fervoroso
prosigo con acierto
Hacia
el Reino de gozo singular.
Espejismo
falaz ya se levanta
Excitando
mi sed abrasadora,
Mas
de Dios el Oasis se abrillanta
Con
el Agua que anima y corrobora,
De
la Fuente que salta eternamente,
La
que imparte la vida verdadera
Produciendo
ese gozo inigualable.
Con
su alcance eficaz y permanente,
La
que hace la existencia placentera
En
el viaje a la patria perdurable.
—Teodoro
E. Quirós V.
164.
CUANDO SEA GRANDE
Ex.
20:12; Mat. 15:4; Mar. 7:10; Luc. 18:20; Ef. 6:2, 3.
Mamá,
cuando yo sea grande,
voy
a hacer una escalera
tan
alta que llegue al cielo
para
ir a coger estrellas.
Me
llenaré los bolsillos
de
estrellas y de cometas,
y
bajaré a repartirlas
a
los chicos de la escuela.
Pero
a ti voy a traerte,
mamita,
la luna llena,
para
que alumbres la casa
sin
gastar en luz eléctrica.
—Alvaro
Yunke.
165.
CONFESION
Sal.
51; Luc. 15:18; Sal. 32.
Pequé,
Señor, y debo revelarte
con
amargura de alma, mi osadía,
Me
abruma mi pecado noche y día,
y
pruebas de pesar quisiera darte.
Ninguna
excusa puedo presentarte
pues
por demás tu Ley yo conocía,
y en
lo íntimo del alma bien sabía
que
mi pecar habría de enojarte.
Mas,
¡oh, Señor! mi natural humano
a
veces, por el mal, ganado advierto:
y al
espíritu vence la materia.
Que
siempre, Padre, sobre mí tu mano,
al
conducirme por camino cierto,
muéstreme
del pecado la miseria.
—R.
Taibo Sienes, España
166.
LA CARIDAD
Rom.
12:9.
¡Feliz
el que sembró en su corazón
las
semillas del bien y la indulgencia
inundando
con ellas su conciencia
de
ternura, de amor y compasión!
¡Feliz
el que ofreció su protección
y
derramó su gran benevolencia,
y le
brindó su fe y beneficencia
al
pobre en su mayor tribulación!
Si
olvidó las injurias recibidas,
si
no ha devuelto un mal por otro mal
ni
la venganza ha sido concebida;
Si
la bondad, cual rico manantial,
en
su alma vive y con amor se anida
para
hallar la paz espiritual.
Andrea
Ferry Lugo
167.
LEY DE AMOR
Sal.
103:8–13; Luc. 15:1–32; 1 Juan 4:8, 10, 16, 19–21.
Dios
quiere llevar su mundo
por
un camino de amor;
si
eres mezquino, egoísta,
le
estás estorbando a Dios.
Dios
le ha trazado a su mundo
suerte
y destino de amor;
si
tienes rencor o envidia,
te
estás oponiendo a Dios.
Si
eres duro, si no amas,
estás
combatiendo a Dios.
Dios
ama, sirve y perdona:
¡Dios
es infinito amor!
Gonzalo
Baez-Camargo
168.
UNA VISITA DE DIOS
La
lectura de la Biblia, durante veinte días, mientras que componía la música para
el oratorio, “El Mesías”, produjo un cambio maravilloso en la vida de Jorge
Federico Handel.
El
gran compositor había llegado a un fatal momento de su vida cuando todo le
parecía inútil; ya nadie se complacía en escuchar sus composiciones musicales;
la inspiración había huido de él, y estaba, digámoslo así, en bancarrota. Una
noche, profundamente desanimado, regresó a su casa obsesionado por una sola
idea: descansar, dormir, olvidarlo todo.
Subió
con lentitud las gradas de su humilde estudio, mecánicamente encendió las velas
sobre su mesa de trabajo, y en seguida frunció el seño. ¿Qué contendría aquel
paquete que descansaba sobre el escritorio? Lo abrió, y al ver la palabra,
“Oratorio”, lo tiró a un lado. ¿Quién se estaba burlando de él? Todos sus
últimos esfuerzos en componer oratorios habían fracasado. Rompió en mil pedazos
la carta, pisoteó con cólera el suelo, y luego cayó sobre su cama deseoso de
dormir.
Pero
el insomnio se apoderó de él; una tempestad agitaba su pecho. Al fin, se
levantó, encendió nuevamente las velas y llevó el manuscrito hacia la luz. Leyó
el título, “El Mesías”, y en seguida las palabras, “¡Consolaos! ¡Consolaos!”
Estas le llamaron la atención: era el maravilloso principio de la poesía y, a
la vez, un desafío celestial al ánimo apagado del compositor. Apenas había
leído las primeras palabras cuando éstas empezaron a traducirse en un lenguaje
musical que dilataba, elevándose triunfalmente hacia el cielo. Una vez más
Handel oyó tonos musicales después de una larga sequía de inspiración.
Con
los dedos temblorosos pasaba las páginas. Se sentía llamado a elevar su voz con
gran fuerza en un numeroso coro. Ya oía vibrar los instrumentos al soplo
poderoso de las tubas, sostenido por los acordes fulminantes del órgano.
Desapareció el cansancio; fue bañado en un mar de tonos musicales que corrían
como olas sobre su alma, agitando la inspiración dormida.
Tomó
su Biblia y empezó a leer las profecías del Mesías prometido, su advenimiento,
y al fin, su ascensión al Padre. El fuego divino ardía nuevamente en su ser;
las lágrimas inundaban sus ojos. Tomando la pluma, comenzó a traducir sobre el
pentagrama lo que resonaba en su mente y en su corazón. Sus dedos corrían
incansablemente y pronto se vieron las hojas de papel cubiertas de extraños
signos musicales. La ciudad dormía bajo el manto de una densa oscuridad, pero
el espíritu de Handel estaba iluminado por una luz celestial, y su cuarto vibraba
de música.
Día
y noche estuvo entregado a su tarea, viviendo y respirando una atmósfera de
ritmo y tono. Cuanto más se acercaba el fin de su composición, con mayor
violencia le azotaba el temporal de esta furiosa inspiración. Ya pulsaba las
cuerdas del clavicordio, ya cantaba, ya escribía con ligereza hasta agotar la
fuerza de sus dedos. Nunca antes había vivido una similar batalla musical.
Quedaba
sólo una palabra para ser ungida de la iluminación —el amén— dos sílabas, pero
esas dos sílabas debían ser construidas sobre un monumento que alcanzara los
cielos. El compositor dilató la primera sílaba hasta sentir que llenaba no
solamente una catedral, sino también la misma cúpula del cielo.
Al
fin, después de veinticuatro días, un milagro en el mundo de la música, fue
terminado el oratorio. La pluma cayó al suelo y Handel durmió por diecisiete
horas. Al levantarse, se sentó al clavicordio y tocó con desbordante alegría la
última parte de “El Mesias”. Una vez que hubo terminado, un amigo le dijo,
“¡Nunca en mi vida he escuchado cosa parecida!”
Handel,
con la cabeza inclinada, respondió: “Dios me ha visitado.”—El Mensajero
Pentecostés.
169.
DIONISIO, DAMOCLES Y LA ESPADA
Dan.
5:22–31; Stg. 4:13–16; 5:1, 2; Luc. 12:15–21; 1 Cor. 5:6; 6:10; Gál. 5:19–21.
Reinaba
en Siracusa Dionisio, quien tenía un vasallo y cortesano adulador que se
llamaba Damocles.
Se
dedicaba particularmente Damocles a pronunciar delante de Dionisio largos
discursos acerca de la felicidad de los monarcas. Cansado ya Dionisio, y
deseando corregir a su cortesano, hizo un gran banquete y ordenó a Damocles que
ocupara el lugar del rey, vestido con ropas reales como si fuese el verdadero
rey. Damocles estaba orgulloso de tanto honor.
Pero
en lo mejor del banquete, el rey lo interrumpió ordenándole que levantara la
vista sobre su cabeza. ¡Y lo que vio Damocles! Una espada filosa y aguda
pendíaprecisamente sobre su cabeza, sostenida apenas por un hilo bastante débil
que de un momento a otro podía reventarse. Damocles se llenó de terror, y
suplicó al rey que lo librara de semejante peligro. El rey lo hizo con la
condición de que Damocles de allí en adelante no volviera a importunarlo con
sus adulaciones.
170.
“TUMBAS FAMOSAS”
1
Cor. 15:20.
Son
famosas las pirámides egipcias porque contienen los cuerpos momificados de los
antiguos potentados egipcios. La Abadía de Westminster, en la ciudad de
Londres, Inglaterra, es renombrada porque en ella descansan los restos de los
nobles y notabilidades inglesas. El Cementerio de Arlington en la ciudad de
Washington, Distrito de Columbia, EE. UU. es reverenciado porque es el honroso
lugar donde descansan los restos de muchos americanos prominentes. Entre la
tumba de Cristo y estos lugares que se acaban de mencionar existe una
diferencia tan grande como la que existe entre la noche y el día. Estos lugares
son famosos y atraen visitantes de cerca y de lejos por lo que contienen;
mientras que la tumba de Cristo es famosa por lo que NO CONTIENE.—Revista
Evangélica.
171.
EL PRECIO DE LA ACTIVIDAD
1
Cor. 3:13, 14.
La
historia nos relata acerca de un anciano soldado romano que sirvió a su patria
cuarenta años: diez como soldado raso y treinta como oficial. Había tomado
parte en ciento veinte combates y había sido herido gravemente cuarenta y cinco
veces. Había recibido catorce coronas cívicas por haber salvado la vida de
varios ciudadanos, tres murales por haber sido el primero en entrar en la
brecha, y ocho áureas por haber rescatado el estandarte de una legión romana de
manos del enemigo. Tenía en su casa como botín de guerra ochenta y tres cadenas
de oro, sesenta brazaletes, dieciocho lanzas de oro, y veintitrés jaeces.
Que
el cristiano sea igualmente fiel a su Salvador y luche en favor de él, y la
gloria y el valor de su premio excederán en mucho al de este anciano soldado
romano.—El Expositor Bíblico.
172.
¡PERDONADO!
Rom.
3:25.
Un
cierto rico escocés había prestado en vida mucho dinero a varias personas.
Siendo que era muy considerado, trataba con cariño a sus deudores y cuando se
daba cuenta de que era imposible que le pagaran, ponía debajo de la cuenta su
firma junto con la palabra: “Perdonado”.
Después
de su muerte, su esposa se dio cuenta que era mucho el dinero que amparaban las
notas perdonadas y se dio a la tarea de cobrarlas. Tuvo que principiar juicios
legales hasta que el juez, al examinar uno de estos casos le preguntó:
—Señora,
¿es esta la firma de su esposo?
—Sí
—contestó ella—, de eso no hay duda.
—Entonces
—dijo el Juez— no hay nada que obligue a estas gentes a pagar cuando el mismo
esposo de usied ha escrito la palabra “Perdonado”.
Si
Cristo nos ha perdonado nuestros pecados, en vano se ufana el diablo por
traérnoslos a la memoria. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que
están en Cristo Jesús. (Rom. 8–1.)—Corazón y Vida.
173.
EL HIJO DESOBEDIENTE
En
una selva sombría
Un
nido en un árbol vi,
Y
desde el nido, píi, píi,
Un
pajarillo decía.
Su
buen padre que lo oía,
—Voy,
le dijo cariñoso;
Voy
a volar presuroso
Ricos
granos a traerte,
Espérame
sin moverte
Y
procura ser juicioso.
Al
ver el nido dejar,
Dijo
el cándido polluelo:
—¡Cuánto
lo envidio! ¡Cuánto anhelo
El
viento también cruzar!
Quiso
en el acto volar
Y el
ala tendió imprudente,
Mas
descendió de repente
Y
horrible muerte encontró.
Siempre
el cielo castigó
Al
hijo desobediente.
José
Rosas.
174.
LA VEJEZ
Lev.
19:32.
Cuando
la vejez ingrata
arranca
nuestros cabellos
o va
colocando en ellos
débiles
hilos de plata;
Cuando
la vista perdida
vaga
en vano por doquiera,
buscando
la primavera
venturosa
de la vida;
Cuando
el hombre, en fin, su inciertorumbo
sigue,
y triste ve
que
tiene bajo su pie
un
hondo sepulcro abierto.
Hay
un instante, hija mía,
en
que se pierde la calma,
y
brota dentro del alma
la
negra melancolía.
¿Has
visto en la tarde hermosa,
cuando
el sol se va ocultando,
cómo
la sombra luchando
está
con la luz dudosa,
Y al
moribundo destello
del
astro que desaparece,
el
mundo entero parece
más
bello, mucho más bello?
Pues
así el hombre distingue
su
sol, su luz, su esperanza,
entre
una muerte que avanza
y
una vida que se extingue.
Si
algún anciano doliente
cruza
por tu lado un día,
y
descubres, hija mía,
las
arrugas de su frente,
Nunca
con frases livianas
muevas
el labio indiscreto,
nunca
faltes al respeto
que
se merecen sus canas.
Crepúsculo
de la vida
es
la cándida niñez;
y
puesta de sol, la vejez
que
va a la existencia unida.
Obediencia
al destino
que
en empujarle se empeña,
cada
anciano nos enseña
nuestro
inseguro camino.
Camino
que sólo Dios
nos
traza, pues ignoramos
si
de esos viejos marchamos
al
par, delante o en pos.
La
mundanal arrogancia
fácilmente
se derrumba,
y de
la cuna a la tumba
es
muy breve la distancia.
El
viejo tiene su pie
junto
a esta tumba sombría:
préstale
amparo, hija mía,
mira
cuán débil se ve.
Si
hoy con intento siniestro
apoyo
al viejo negamos,
cuando
en su edad nos veamos,
¿Quién
será báculo nuestro?
Copiado
175.
LAS COSAS PEQUEÑAS
Prov.
4:23; Rom. 12:11a.
El
gran artista Miguel Angel tardó mucho tiempo en dar los últimos toques a una de
sus obras más famosas. Cierto amigo que lo visitaba casi todos los días le
preguntaba siempre:
—¿Qué
has hecho hoy?
A lo
cual el maestro contestaba:
—Hoy
he perfeccionado ese detalle en la mano, he mejorado la sombra en aquella
arruga, he arreglado la luz en aquella parte del vestido, etcétera.
—Pero
esas son bagatelas, dijo un día el visitante.
—Ciertamente,
contestó Miguel Angel; pero la perfección se hace de bagatelas; y la perfección
no es una bagatela.
La
vida del cristiano está hecha de pequeños detalles, las pequeñas cosas de cada
día. No hay cosa tan pequeña que no merezca nuestra atención. Puede parecer una
bagatela, pero no olvidemos que de esas bagatelas está hecha la vida, y la vida
no es una bagatela.—Avivamiento.
176.
PACIENCIA
Heb.
12:1.
Como
la gota que la peña horada,
cayendo
levemente noche y día,
así
consigue ver con alegría
la
paciencia, su obra terminada.
Nadie
le estorba ni arrebata nada,
al
perseguir su objeto con porfía;
prosigue
su labor, y en Dios confía
hasta
llegar al fin de la jornada.
Con
gotas de agua formáronse los mares,
con
menudas arenas, el desierto,
con minutos,
períodos seculares.
Con
la paciencia y derrotero cierto,
el
peregrino llega a sus hogares
y el
navegante al suspirado puerto.
Autor
Desconocido.
177.
UN BUEN AYUDANTE DE JESUS
Sal. 1:3; Prov. 4:18; Mat. 5:14; Ef. 5:19; Col. 3:16.
Hace
más de doscientos años que los cristianos no tenianbonitos himnos como los
tenemos ahora. Todo lo que existía, en cuanto a canto se refiere, eran algunas
malas versiones de los Salmos e himnos mal arreglados.
Un
muchacho que siempre asistía a los cultos, salía disgustado de los himnos,
hasta que un día fue y le dijo a su padre:
—Padre,
¿por qué cantan himnos tan feos en el templo?
—Si
no te gustan —le contestó duramente el padre—, escribe otros mejores.
Isaac
Watts, que así se llamaba el muchacho, no se disgustó sino que ese mismo día
escribió un himno y lo llevó para que lo cantaran en la iglesia. El himno gustó
tanto, que rogaron al muchacho que escribiera otros, a lo cual él accedió
gustoso. Escribía himnos cada vez que sentía deseos de hacerlo, y continuó
escribiendo durante toda su vida. Uno de los himnos más hermosos que escribió y
que se ha traducido a muchos idiomas es: “Al Contemplar la Excelsa Cruz”. Otro
de sus hermosos himnos es: “Dominará Jesús el Rey”.
Este
muchacho, a los siete años estudiaba gramática y latín; a los nueve aprendió el
griego; a los diez el francés; y a los trece el hebreo. A los quince aceptó a
Cristo como su Salvador y a los veinticuatro predicó el primer sermón y
continuó predicando y escribiendo himnos hasta una edad avanzada, pues murió a
los setenta y cuatro años de edad.
Que
la vida de este gran siervo de Dios pueda servir de ejemplo a todos los niños,
y que entreguen su vida al Señor ahora que están en la flor de la vida, pues
quién sabe cuántos irán a ser personajes distinguidos en la obra del Señor como
lo fue Isaac Watts.
178.
OPORTUNIDAD DE LA MADRE
Prov.
31:28.
Hace
algunos años visité un famoso cementerio especialmente con el objeto de
observar los monumentos y entre ellos vi un monumento humilde que me llamó la
atención. Me fijé en él por su peculiaridad. En el mármol estaba grabada una
mano, cuyo dedo índice señalaba hacia el cielo y tenía esta palabra grabada en
la mano: “Madre”.
Esta
palabra fue suficiente para relatar la historia de amor, de sacrificio, de obra
y fidelidad cristiana. La vida de esta madre había sido una señal que indicó el
camino hacia Dios y hacia el cielo.—L. G. Brougthon.
179.
TODO EL CORAZON Y LAS DOS MANOS
Mat.
18:1–5; 19:13–15; Mar. 10:13–16; Luc. 18:15–17; 1 Cor. 13:4–7, 13.
Meditaba
en su cuarto de estudio un predicador, buscando una ilustración sobre el amor.
De
pronto entró en el cuarto su hijita pequeña, diciendo:
—Papá,
siéntame un poco sobre tus rodillas.
—No,
hijita, no puedo ahora; estoy muy ocupado —contestó el padre.
—Quisiera
sentarme un momento en tus rodillas, súbeme, papá —dijo ella.
El
padre no pudo negarse a una súplica tan tierna, y tomó a la niña y la subió a
sus rodillas, y dijo:
—Hijita
mía, ¿quieres mucho a papá?
—Sí
que te quiero —contesta la niña—, te quiero mucho, papá.
—¿Cuánto
me quieres, pues? —preguntó el padre.
La
niña colocó sus manecitas en las mejillas de su padre, y apretándolas
suavemente, contestó con afecto:
—Te
quiero con todo mi corazón y con mis dos manos.
Esta
respuesta encerraba en pocas palabras lo que debe entenderse por una dedicación
completa, y dio al predicador el ejemplo que buscaba.
180.
EL MARTIRIO DE JACOBO
Hechos
12:2.
Dice
el historiador Eusebio: “En cuanto a este Jacobo, Clemente, en el séptimo libro
de sus Hipotiposis, relata una historieta digna de referirse; la menciona tal
como la recibió de sus antecesores. Dice que el hombre que llevaba a Jacobo al
suplicio, cuando le vio dar su testimonio se conmovió tanto que confesó ser
cristiano también. Luego los dos fueron llevados juntos. En el camino al cadalso
suplicó a Jacobo que lo perdonara; y después de meditar un momento Jacobo, le
dijo: ‘Paz sea contigo’, y lo besó. Así fueron decapitados juntos.” (Historia
Eclesíástica, libro II, Cap. 9).—EL EXPOSITOR BIBLICO,
181.
A SALVO DE INCENDIO POR SER “PUEBLO ESPECIAL”
Deut.
7:6–8.
La
mañana del viernes 30 de noviembre de 1956 los periódicos de Hsinchu, Formosa,
tenían un titular con grandes letras negras, el cual decía: “EL INCENDIO MAS
GRANDE EN LOS ULTIMOS SESENTA AÑOS”. Lo que más nos interesa de esta noticia es
que por donde tenía que propagarse el incendio había cinco hogares cristianos.
Cuando la alarma sonó, el cielo estaba enrojecido por el reflejo de las
llamaradas y las calles estaban llenas de negro humo. Mientras los bomberos
combatían el fuego, uno de los cristianos estaba telefoneando a los otros
miembros de la iglesia, y pronto un grupo de éstos se reunió en el lugar del
incendio. La situación parecía desesperada. Entonces de todo corazón y a una
voz todos ellos clamaron: “Señor, haz que tu santo nombre no sea deshonrado.”
Repentinamente,
ante los asombrados ojos de miles de espectadores, el fuerte viento que había
estado soplando cambió de dirección. Las llamas, que ya habían alcanzado una de
las cinco casas de esos cristianos, súbitamente se alejaron de ella y
comenzaron a devorar, una por una, ocho de las otras casas que se creía que
estaban a salvo. Los cristianos vieron, precisamente delante de ellos,
contestadas sus oraciones, y en coro gritaron: “¡Aleluya!”
Cuando
se acabó el incendio en esa calle que antes había sido muy transitada,
solamente quedaban montones de escombros y de cenizas. Solamente las casas y
los talleres de trabajo de cinco familias cristianas permanecían intactos.
Muchas de las personas que no eran cristianas únicamente dijeron: “¡Su Padre
celestial los protegió!” Pero otras personas criticaron y dijeron: “Los
cristianos gritaron ¡Aleluya! cuando se estaban quemando las casas de las
gentes que no son cristianas.”
Pero
el Magistrado de Distrito se encargó de callar a los que murmuraban, con estas
palabras: “Yo os diré una cosa. Cuando los cristianos estaban orando a su Dios,
vosotros los budistas estabais orando a vuestros ídolos. Pero el Dios de los
cristianos contestó, y vuestros dioses no contestaron. ¿Qué tenéis que decir
por esto? No puedo creer que ellos hayan orado pidiendo que sus casas quedaran
a salvo y las vuestras fueran destruidas. Esas cosas sucedieron como tenían que
suceder; y, ¿quién es capaz de predecirlas?” El pueblo aceptó la explicación
del magistrado y se fue conforme.—The Missionary Standard, Julio de 1957; en
Arnold’s Commmentary, 1959, p. 153.
182.
LA INTERPRETACION DEL BAUTISMO
Mateo
3:16; Juan 3:23.
Un
ejemplar de Los Hechos de los Apóstoles llegó a poder de un coreano, quien
quedó muy impresionado al leer dicho libro. Ese coreano llamó a los campesinos
de la villa donde vivía y comenzó a enseñarles lo que decía el libro. Entonces
enviaron a unos mensajeros para que, mientras duraba el estudio, fueran a traer
a unos misioneros. Como éstos no pudieron ir les enviaron unos ejemplares del
Nuevo Testamento. Cuando los campesinos coreanos recibieron esos libros se
pusieron a estudiarlos a conciencia, y notando que se hacía alusión a un “rito
lavatorio”, como decían ellos, al cual se sometían los creyentes en Cristo
Jesús, se reunieron para discutir y decidir cómo debían practicar ese “rito” o
ceremonia. Oraron mucho sobre este particular, y al fin decidieron que cada uno
se fuera a su casa y reverentemente se sumergiera simbólicamente en el agua, en
el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.—Exp. Bíbl.
183.
CONSAGRANDOSE EN EL AGUA BAUTISMAL
Mat.
3:13–17; Mar. 1:9–11; Luc. 3:21, 22.
En
Cuba las iglesias bautistas casi siempre requieren que el candidato al bautismo
conteste ciertas preguntas frente a la congregación y a veces mientras está en
el agua esperando la inmersión. El pastor de la iglesia, antes de administrar
el bautismo, pregunta al candidato qué hará en el futuro como mayordomo de la
gracia de Dios. ¿Permitirá a Jesús que sea el Señor en todos los asuntos de su
vida? El candidato responde: “Sí, señor.” El pastor y la congregación oyen la
respuesta como si hubiera sido dirigida a Jesús mismo: “Sí, Señor.” Ya sea que
digamos esto con palabras habladas o en silencio, nuestro bautismo significa
“Sí, Señor: Yo haré todas las cosas que tú me mandes.”—Duke K. McCall.
184.
LA TENTACION SIGUE A LAS BENDICIONES
Jn.
6:14, 15.
Como
un pirata acomete a un buque cargado de riquezas, así Satanás asalta a un alma
que ha sido cargada de bendiciones espirituales, para robárselas. El diablo
siente envidia cuando ve que un alma está gozando de las bendiciones de Dios.
El traje de colores de José despertó la envidia de sus hermanos, y éstos
conspiraron contra él.—T. Watson.
185.
ATAQUE FINAL DE SATANAS
1 Ped.
5:8, 9.
Pocas
horas antes de su muerte, Juan Knox despertó y cuando se le preguntó la causa
de un suspiro muy profundo que se le oyó, dijo: “Durante mi frágil vida sostuve
muchos altercados y luchas con Satanás; pero ahora ese león rugiente me ha
atacado de una manera furiosa y ha usado toda su habilidad para devorarme.
Antes, con frecuencia, él había puesto mis pecados ante mis ojos tentándome a
desesperar y a ofuscarme con las fascinaciones del mundo; pero con la espada
del Espíritu que es la Palabra de Dios, no pudo prevalecer. Ahora me ha atacado
de otra manera: esta serpiente astuta se ha esforzado para convencerme de que
no merezco el cielo ni las bendiciones eternas por el fiel desempeño de mi
ministerio. Pero doy gracias a Dios porque Dios mismo me ha capacitado para
vencer y ahuyentar a este enemigo tan fiero.”—McCrie.
186.
VIUDA TRABAJADORA QUE LLEGA A SER GANADORA DE ALMAS
Mar.
1:16–20.
El
ministro había predicado un sermón muy impresionanteacerca del trabajo de ganar
almas. Después de esto una mujer se le acercó y le dijo: “Yo soy una pobre
viuda, tengo varios niños, y tengo que trabajar tejiendo desde muy temprano por
la mañana hasta muy noche. ¿Qué tiempo me queda para ganar almas?”
El
pastor la miró bondadosamente, y le dijo: “¿Quién le trae la leche?” Ella
contestó: “El lechero.” El pastor preguntó: “¿Quién le trae el pan?” Ella
respondió: “El panadero.” El pastor, sonriente, la miró y le dijo: “Hermana,
que Dios la ayude.”
La
mujer se fue a su casa, y como ya era de noche se acostó; pero no pudo dormir
ni olvidar las palabras de su pastor, y estuvo pensando en su deber de ganar
almas. La mañana siguiente se levantó más temprano que de costumbre, y no sacó
la botella vacía. Cuando el lechero llegó y no vio dicha botella tocó en la
puerta, salió la señora y con voz temblorosa le dijo al lechero: —Escúcheme
usted un momento por favor. Quiero hacerle una pregunta: ¿Alguna vez ha pensado
en el lugar a donde irá cuando muera?
El
lechero la miró con ansiosa mirada, y le dijo: —Esta pregunta ha estado
molestándome durante las dos últimas semanas. La señora le dijo: —Entre usted,
y le diré algo sobre este asunto. En ese lugar y en ese momento aquella señora
condujo a su lechero a Cristo, y él lo aceptó como su Salvador. En el corto
espacio de un año aquella señora ayudó a veintiséis personas a que aceptaran al
Señor Jesús como su Salvador personal.—The Flame, Inglaterra.
187.
LA CEGUERA: UNA BENDICION
Rom.
8:28.
El
célebre doctor Moon, espantado, supo por boca de su buen amigo, famoso como
oculista, que antes de dos semanas iba a quedar totalmente ciego.
Para
colmo de su pena, la joven que él amaba de corazón le confesó que no podía
avenirse a unir su destino a una pobre vida de ciego, y le devolvió su palabra.
Durante unas semanas, ciego ya, su pena fue inmensa. Pero, siendo un creyente,
al fin aceptó la dolorosa voluntad de su Dios. Algún tiempo después ideó la
escritura para ciegos, la que más tarde Braille perfeccionó.—Dic. Anéc. Ilustr.
188.
HACIENDO AMIGOS DE LOS ENEMIGOS
Rom.
12:21.
Algunos
cortesanos reprocharon al emperador Segismundo, porque en lugar de destruir a
sus enemigos conquistados, los favorecía. “¿No destruyo efectivamente a mis
enemigos”, contestó el ilustre monarca, “cuando los hago mis amigos?”
Cuando
se le preguntó a Alejandro el Grande cómo había podido en tan poco tiempo
conquistar tan vastas regiones y ganar un nombre tan grande, contestó: “Usé tan
bien a mis enemigos que los obligué a ser mis amígos con una consideración tan
constante que están unidos para siempre a mí.”—Gray.
189.
DONDE ESTA EL TESORO ESTA EL CORAZON
Mat.
6:21; 7:6.
Una
vez se le contó a Lutero de cierto hidalgo que estaba enteramente sumergido en
las tinieblas de la avaricia, tanto que cuando sus amigos le suplicaron que
pensara en la Palabra de Dios contestó: “El evangelio no paga intereses.” Luego
dijo Lutero: “¿No tiene grano?” Y les contó esta fábula:
En
cierta ocasión el león hizo un banquete e invitó a todas las bestias del campo
a que asistiesen. Entre los invitados había algunos puercos. El banquete consistía
en platos delicados y deliciosos, pero los puercos preguntaron: “¿No hay
grano?” “De la misma manera”, continuó Lutero, “en nuestros días hay hombres
carnales. En el banquete del Señor les ofrecemos los platos más exquisitos, la
salvación eterna, la remisión de los pecados y la gracia de Dios, pero
semejantes a los puercos nos preguntan: ‘¿No hay dinero?’—Spurgeon.
190.
LA FE DE UN NIÑO
Sal.
37:5.
Un
pobre muchacho alemán, que deseaba ser recibido en una escuela morava, escribió
una carta, la cual dejó en el correo, dirigida al “Señor Jesús en el cielo.” La
carta decía más o menos como sigue: “Mi Señor y Salvador Jesucristo: he perdido
a mi padre. Somos muy pobres, pero yo sé que tú dices en tu palabra que lo que
pidiéramos a Dios en tu nombre, él nos lo dará. Yo creo lo que tú dices, Señor.
Ruego pues, a Dios, en tu nombre Señor Jesús, que dé a mi madre los medios
necesarios para colocarme en la escuela morava: ¡Me gustaría mucho seguir
estudiando! Te lo ruego; y te amaré aun más.”
El
administrador de correos, viendo la dirección tan extraña, abrió la carta. Fue
leída en una reunión de la Sociedad Morava, y la baronesa de Leppe aceptó la
responsabilidad de ser la protectora del muchacho y lo envió a la escuela como
él deseaba.
191.
LA FE ILUSTRADA
Jn.
6:37b.
Estaba
ardiendo una casa. Todos se habían salvado, excepto un niño, en el segundo
piso. La escalera estaba llena de llamas y humo y no había salida sino por la
ventana.
—¡Papá,
papá! ¿Cómo escaparé? —gritaba el niño.
—Aquí
estoy —gritaba el padre—: déjate caer, te recibiré en mis brazos; tírate,
Carlitos, yo te recibiré.
Carlos
salió a gatas por la ventana, pero allí quedó agarrado, porque tenía miedo,
sabiendo que era muy largo el trecho hasta la calle.
—Suéltate,
déjate caer —gritaba el padre.
—No
puedo verte, papá.
—Pero
yo sí te veo: aquí estoy; ten confianza, suéltate, que yo te salvaré.
—Tengo
miedo de caer.
—Suéltate,
tírate —gritaban otras voces—, tu padre te recibirá con toda seguridad; no
tengas miedo.
Acordándose
de la fuerza y del amor de su padre, el niño recobró la confianza y se dejó
caer. A los pocos instantes se halló salvo en los brazos de su padre.
192.
LA RELIGION ESPIRITUAL SUPRIMIDA
2
Tes. 2:4.
Con
el deseo de ser perfecto, Pedro de Valdo siguió el consejo de un sacerdote: Fue
y vendió sus posesiones, y después de dar una porción a su esposa y a su hija,
repartió lo demás entre los pobres. En el año 1179 Pedro de Valdo pidió permiso
al Papa para predicar y tuvo que someterse a un examen. Una de las preguntas
que tuvo que contestar, fue si creía en la madre de Cristo. Contestó, que creía
los datos históricos con respecto a ella; pero que no creía en ella como objeto
de la fe para la salvación. El papa le rehusó el permiso para predicar. Sin
embargo, Pedro de Valdo salió a predicar y reunió un buen grupo de creyentes
que llegó a ser el blanco de la persecución de parte de la Iglesia Católica
Romana.
193.
HONRANDO EL DIA DEL SEÑOR
Ex.
20:8–11.
Se
cuenta de Eric Liddell, quien ganó la carrera de cuatrocientos metros en los
juegos olímpicos celebrados en París, que cuando supo que su carrera iba a
correrse en el día del Señor rehusó competir. diciendo: “Me opongo a los
deportes en domingo”, y así se eliminaba a sí mismo.
La
prensa deportiva de Europa lo criticó, y recibió el escarnio y la crítica de
todas partes, aun de los periódicos de su propio país. Pero la actitud de tan
notable atleta tuvo su efecto y la carrera se corrió días después, entre
semana.
El
dice: “Recuerdo que cuando me disponía yo a correr en las pruebas finales, el
instructor me dio una notita. La abrí y leí las palabras: ‘Yo honraré a los que
me honran.’ Esta fue la promesa de Dios. El me ayudó y yo gané.” Y el público
que lo había condenado cambió su opinión y le dio un gran aplauso.—Youth’s
Companion.
194.
MAGNIFICA SIEMBRA
Heb.
4:12.
Un
médico curó a un indostano de una severa enfermedad; y cuando lo envió del
hospital a su casa le dio una Biblia. Tres años más tarde el misionero visitó
la aldea en que vivía aquel que había estado enfermo, y encontró a todos los
habitantes adorando al verdadero Dios. Aquella Biblia había sido la única
instructora que habían tenido. Muchos casos semejantes han ocurrido en los
campos misioneros.
195.
NUNCA OYO UN SERMON
Deut.
5:1.
Un
hombre agonizante dijo una vez, desesperado, al ministro de la iglesia a cuyos
cultos había asistido por veinte años: “nunca oí un sermón.” Y explicó que
durante la predicación había estado haciendo planes para sus negocios.
Hay
oídos muy delicados que pueden oir sonidos como los que producen ciertos insectos
y que son casi inaudibles para la mayor parte de los hombres. El ojo educado de
un astrónomo puede distinguir una estrella doble en donde un novicio no puede
ver sino una o ninguna. De igual manera, para cualquiera que eduque su alma es
posible la percepción de las verdades más altas.
196.
UN HEREJE
Rom.
7:21.
En
el tiempo de Mario el perseguidor, llegó uno de sus agentes a la casa de una
mujer cristiana que había ocultado a uno de los siervos de Cristo, y le
preguntó: —¿En dónde está ese hereje? La mujer cristiana dijo: —Abra aquella
petaca y verá usted al hereje. El perseguidor abrió la petaca y sobre la ropa
vio un espejo. —¡No hay aquí ningún hereje! —respondió encolerizado. —Ah —le
dijo ella—, ¡observe usted el espejo y verá allí al hereje!
Cuando
tomamos nosotros el espejo de la Palabra de Dios, puede ser que en lugar de ver
a otros que hayan desobedecido las leyes divinas, veamos a nosotros mismos
culpables de no haber puesto atención a las enseñanzas de nuestro Señor.
197.
LA ELECCION DE UN PUEBLO
Jn.
5:40.
A
pesar de que Jesús demostró su gran poder al transformar a un endemoniado en un
ciudadano sano y útil, los gadarenos “comenzaron a rogarle que se fuese”. Así
son muchos hoy día: en luqar de recibirlo, le suplican que se vaya de sus términos.
Prefieren vivir en el pecado. “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.”
198.
FE VICTORIOSA
1
Jn. 5:4.
En
la historia antigua, hay el relato de un valiente capitán cuya bandera estaba
casi siempre en la primera línea de batalla; su espada era temida por sus
enemigos, porque era el heraldo de la matanza y de la victoria. Su rey le pidió
una vez que le mostrara su espada. La tomó, con cuidado la examinó, y la
devolvió con el siguiente mensaje: “No veo nada maravilloso en esta espada. No
puedo entender por qué un hombre le puede tener tanto miedo.” El capitán envió
la respuesta: “Vuestra Majestad se ha dignado examinar la espada; pero no le
envié el brazo que la maneja. Si hubiera examinado ese brazo, y el corazón que
dirige al brazo, habría entendido el misterio.”
199.
REMEDIO PARA EL TEMOR
Jn.
16:33.
En
el año 1735 Juan Wesley viajó desde Inglaterra a la Colonia de Georgia en las
Américas. En medio del Atlántico el buque encontró una tempestad que puso en
peligro la vida de los tripulantes y de los pasajeros. Juan Wesley se encerró
en su cuarto; pero allí pudo oir el canto de un grupo de moravos que, no
teniendo recursos para pagar la comodidad de unos camarotes, tuvieron que
quedarse en la cubierta y sufrir la furia de la tempestad. Después el señor
Wesley preguntó a uno de los moravos cómo ellos y sus niños podían cantar en
circunstancias tan terribles. El moravo le contestó con una pregunta: “Señor
Wesley, ¿conoce usted a Jesucristo? Para el creyente, Jesús echa fuera el
temor.”
200.
ALUMBREMOS
Mat.
5:14–16.
Supóngase
que voy a arreglar mi casa, que pido al almacén tres cajas de velas, y digo:
“Quiero tener mi casa muy bien iluminada y voy a mandar estas velas a la
despensa y no voy a encenderlas nunca.” ¿Para qué sirven las velas si no es
para encenderlas y que den luz? Así Cristo les mandó a sus discípulos que no
pusieran sus luces debajo de un almud, sino que las pusieran en el sitio en que
pudieran alumbrar más.—Henry Ward Beecher.